"Sobreviviente a matanza en Ruanda convierte el odio en perdón"
El 7 de abril de 1994, cuando Immaculée Ilibagiza estaba en su cuarto, su hermano llegó y le preguntó: ¿sigues durmiendo, no sabes lo que está pasando? Luego se enteró que Ruanda vivía uno de los momentos más violentos de su historia: el presidente ruandés fue asesinado y la etnia Hutus llevó a cabo un genocidio contra los Tutsis.
Ilibagiza, encerrada en un pequeño baño, junto con otras seis mujeres, sobrevivió a la matanza, y lejos de buscar venganza, perdonó. Y ese testimonio que ha compartido en muchos países del mundo, lo trajo con los sinaloenses, por invitación de Vifac Culiacán y Patronato El Dique.
Ayer, al subir al escenario del Modular Inés Arredondo, la autora del libro Sobrevivir para contarlo, aseguró que está agradecida con Dios y con la vida, porque de no haber pasado por aquella situación, no sería lo que es hoy.
La autora contó que a partir de ese día, cerraron todas las actividades, bloquearon las fronteras y anunciaron la matanza de las familias, una por una.
Y fue su padre quien tomó un rosario y le dijo a la gente que en ese momento tenían una oportunidad: arrepentirse e irse al cielo. A ella le dio un rosario y le pidió que se fuera a esconder.
"Mi padre era doctor, y como lo vi en ese momento me hizo creer en Dios, mi fe dio un paso adelante, pero al irme, sentí que nunca los volvería a ver".
Y esa fe la probó cuando encerrada en un baño de un metro, junto con seis mujeres más, pidió a Dios una señal muy clara: que los asesinos no encontraran el lugar y no lo pudieran abrir.
"A los asesinos les daban premios por matar más gente, buscaban en todas las casas, llegaron a casa, eran más de 400 ahí, la rodearon para que nadie escapara, se subieron a la azotea, buscaron en los cuartos, las maletas, por si había bebés, y cuando llegaron al baño uno dijo no, no creo que tengan a nadie escondido aquí y se fueron", narró.
"Esa fue la prueba real: Dios existe, Dios me escuchó y no estaba en el templo, estaba en el baño y no hablé, lo hice con el corazón", explicó.
A partir de entonces, dijo, le pidió convertir su odio, sus ganas de venganza y comenzó a leer la biblia, a rezar rosarios y perdonó.
"Esa fue la prueba real: Dios existe, Dios me escuchó y no estaba en el templo, estaba en el baño y no hablé, lo hice con el corazón".
Immaculée Ilibagiza
Sobreviviente a genocidio en Ruanda
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