Xavier Velasco ‘robó el alma’ del náufrago que inspiró ‘Hombre al agua’
CULIACÁN._ Durante la presentación de “Hombre al Agua” en la Feria Internacional del Libro Culiacán 2025, el escritor Xavier Velasco ofreció una explicación cruda y reveladora sobre su proceso creativo: la de un autor obligado a sumergirse hasta el fondo de la mente de un desconocido, un náufrago convertido en celebridad global para poder contar una historia que terminó siendo también la suya.
En la charla que se llevó a cabo en La Casa del Maquío, Velasco relató que originalmente la propuesta para escribir la novela le llegó como un encargo “mercenario”.
“Las novelas son muy celosas. Cuando están escribiendo una novela, a la novela no le gusta que se distraiga uno en otras cosas, uno tiene que casarse con la novela”, dijo.
Sin embargo, un amigo en España lo convenció de que él era “el único” que podía contar esa historia. A partir de ahí, inició una relación que pasó de la desconfianza inicial a una amistad profunda.
“Para contar una historia, uno tiene que robarle el alma al personaje. Si no le robas el alma, ¿cómo la vas a contar?”, confesó.
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Portada del libro. -
La charla se llevó en La Casa del Maquío.
El autor se dedicó primero a escuchar al náufrago, australiano en la historia real, canadiense en la novela tras los cambios editoriales, en reuniones diarias por Zoom.
Hablaban de familia, de enfermedad, de sociedades secretas, de su vida nómada por Asia, de la pandemia, de sus contradicciones y de heridas de infancia que afloraban sin que él lo notara.
“Era como mi compañero de celda de las mañanas... mi esposa me decía que parecíamos hermanos por las carcajadas”, recordó.
Esa cercanía, explicó, fue la única manera de comprender al hombre detrás del titular, de alguien que había pasado tres meses en el Pacífico, que convivía con tiburones como quien convive con perros, que había sobrevivido a un cáncer terminal y que se movía por el mundo cambiando de País cada seis meses.
“Cuando me contaba cosas que me asustaban o me aparecían fuera de lugar o francamente me parecían estúpidas, yo nomás, lo seguí escuchando y decía: ‘sí’, porque entre más que apartas del promedio, uno como narrador más contento porque el personaje y se hace más interesantes”.
En esas conversaciones, mencionó, también aparecía uno de los elementos más simbólicos del naufragio: la perrita que lo acompañó durante parte de la travesía, cuya presencia funcionaba para el protagonista como un ancla emocional.
“Ese vínculo del perro fue, lo que creo yo, lo que me hizo enamorarme de la historia y el que me permitió recordar en ese momento cuando me lo propusieron de qué se trataba esto. Claro, el náufrago con la perrita”.
La construcción del libro, indicó, no estuvo libre de conflicto. Velasco narró cómo, al enviarle los borradores al náufrago real, la relación se rompió.
“Me dijo: ‘No tienes derecho. No vas a hablar de mi familia’”.
Hubo correcciones, reclamos y días de silencio.
El protagonista ya no quería aparecer como él mismo ni permitir ciertos episodios porque temía cómo sería visto.
Ante las presiones, los editores propusieron alterar datos: cambiar nacionalidad, origen y detalles clave.
“Me estaban pidiendo que mintiera”, dijo Velasco.
Pese a ello, retomó la historia desde otra perspectiva: la de un narrador que cuenta no solo la odisea del náufrago, sino el propio proceso de intentar descifrarlo.
“Mi esposa me dijo: ‘Querías que la historia fuera tuya, pues ya es tuya. Ya puedes hacer lo que quieras con ella’”.
Con esa libertad, Velasco reescribió todo durante tres meses y renombró al libro “Hombre al agua”, una traducción deliberada de man overboard, que también significa alguien que ha perdido la razón.
“No voy a mentir, la voy a acomodar. Hay cosas que en uno no tienen mucho sentido y yo creo adivinar dónde está el sentido. Creo haberme dado cuenta cuándo mintió o no mintió. Puedo unir, digamos los cabos sueltos y armar la historia como realmente creo, yo que lo he visto”.
El resultado, dijo, es un libro híbrido, donde la aventura marítima se mezcla con confesiones íntimas, contradicciones, delirios y silencios.
“En las novelas pasa algo que no pasa en la realidad. En la realidad nos pasan cosas no tienen sentido.
“La novela nos permite ese consuelo de entender de las cosas que pasan por algo que tiene un sentido, que no hemos tenido un caos porque algún día nos vamos a morir y no vamos a ver a fin de sentir nada qué pasó”.