"Yo no tuve dudas... siempre quise ser Juez: Sara Bruna Quiñónez"

"Casi nadie lo sabe, pero Sara Bruna Quiñónez Estrada migró de un pueblo de Durango colindante a Sinaloa; llegó a una vida totalmente distinta en Culiacán y terminó adaptándose. Hoy es la juez más reconocida de Sinaloa"

Cuando entra a la sala de audiencias, todos se levantan. No se sientan hasta que ella misma da el permiso. Nadie se lamenta, todos la escuchan atentos.

Buenas días o tardes. Tiene casi siempre un gesto serio, de mirada fuerte. No sonríe ni está ahí para caerle bien a los demás.

Y es porque siente, después lo confiaría, que dejó a Sara Bruna arriba, en la oficina suya en el segundo piso del Centro de Justicia, y bajó la jueza que se encargará de tomar una decisión de vital importancia para las víctimas y los victimarios.

Pero su actitud, y el manejo de tonos de voz, de preguntas, de reprendimientos para quien se quiere pasar de listo, inspiran una confianza para la mayoría que la vieron trabajar.

De los jueces que han sancionado los casos contra ex funcionarios del gobierno de Mario López Valdez y de la actual administración, ella es quien mejor sabor de boca ha dejado por su actuación.

Una vez reprendió a un abogado por reírse mientras anunciaba su decisión y ya sacó a abogados inexpertos de la sala, pero fue su mayor reconocimiento público se dio cuando se opuso a que el Gobierno del Estado, la Fiscalía General del Estado y Armando Villarreal, junto con otros dos ex funcionarios, concretaron un acuerdo de pagar 2 millones de pesos entre los tres, después de que enfrentan un proceso por el desvío de más de 260 millones de pesos.

Rechaza Jueza, definitivamente, trato propuesto en caso Villarreal y otros ex funcionarios públicos

Difícilmente alguien que la viera creería que nació en un rancho serrano del lado de Durango, que caminaba cuesta arriba por más de medio kilómetro para acarrear de un arroyo hasta la casa de sus padres, que es la octava de 10 hijos, que estudió hasta tercero de primaria antes de llegar a Culiacán a los 12 años y que fue la última que se casó.

Se llama Sara Bruna Quiñónez Estrada.

Cuando se le preguntó por su fecha de nacimiento, responde con tono de picardía: Me apego al Artículo 20 constitucional...

"Artículo 20.

II. - No podrá ser compelido a declarar en su contra...".

Se dice "culichi por adopción, por elección", una mujer que nació en el campo, migrante en la ciudad, por necesidades de la familia y educativas. Por eso asegura que entiende a los migrantes que van a los Estados Unidos, aunque en una escala mucho menor.

"Es muy duro, es muy difícil llegar uno y ver que es otro mundo. Con decirle, cuando yo llegué, yo no conocía los carros, ni el agua de llave... no", recuerda.

Era una adolescente, de 12 años, cuando llegó a la ciudad para vivir en la colonia Hidalgo, en aquel tiempo una carretera a Sanalona que más bien era un camino polvoriento.

Su familia, en Durango, se dedicaba a labores del campo, y ella, junto a su par de hermanas y su mamá, realizaban actividades propias de una granja.

"Nos levantaba mi mamá a las cinco de la mañana. Hacía lo que hacíamos las niñas de mi edad en aquella época, y por nuestra edad era darle comida a los animales, por ahí empezábamos siempre; concluido eso, teníamos que acarrear el agua desde el arroyo, donde estuviera", recuerda.

"En tiempo de lluvia estaba cerca, pero en la sequía estaba unos 500 metros, pero lo peor es que era una cuesta. Subir con las cubetas, nunca olvido eso".

"Después de eso, el desayuno, ya que se iban a los hombres a trabajar, y ayudar a la limpieza de la casa. Barrer. Mi mamá era muy limpia, nos ponía a barrer todo, nunca se acababa el trabajo, así era todo un día. Apenas terminábamos lo de la mañana, empezábamos a lo del mediodía, nos poníamos a moler nixtamal para las tortilllas".

 

El carácter que la llevó al Tribunal

 

Una vez en Culiacán, ya con 12 años, retomó sus estudios de primaria desde tercer año, pero su desempeño y capacidad le ayudó a brincarse de cuarto a sexto, con ayuda de un maestro.

Recuerda que lo primero a lo que se enfrentó aquí fue el hacinamiento, porque en la sierra ella se sentía libre.

"Lo peor es que yo me vine en una etapa muy difícil de la vida, que es la adolescencia. Yo sentía que no encajaba ni aquí, ni ya tampoco que hubiera querido regresarme; sentía que allá tampoco me iba a sentir bien y así estuve mucho tiempo, hasta que poco a poco se va uno adaptando y comprendiendo las costumbres de la ciudad...", dijo.

"Y desde entonces ya se da uno cuenta de que esto no está bien, aunque nos digan los de la ciudad, o a veces cuando pensaba 'si aquí lo dicen, pues aquí hay más progreso, debe estar bien', pero después se da uno cuenta que no, también se equivocan".

--¿Cómo se forjó esa manera de pensar?

--Mi papá, aunque nací con apuros económicos, siempre compraba el periódico, así fue como yo me fui interiorizando del ambiente en el que yo estaba. Recuerdo que llegamos (a Culiacán) el año anterior al 68, que fue un año memorable... venía todo lo que había pasado en México, lo de las olimpiadas... leía yo resúmenes de todos los regímenes militares de América del Sur, me impresionó mucho a mi eso y según venimos a la civilización y están pasando en estas cosas.

Eran las preguntas que yo me hacía, ¿qué pasa entonces? Yo creí que venía al progreso, a una sociedad más evolucionada, y me di cuenta que no.

Estaban también los mismos principios que regían allá, regían aquí. Nada más que aquí, con tanto volumen de gente, resultaban mucho los malos actos.

Sara Bruna explica que le impresionaron la historia de Salvador Allende, su llegada al poder, la implementación del socialismo y el abrupto final con el golpe de estado. Los movimientos estudiantiles de México en 1968 y la matanza de Tlatelolco.

"Influyó mucho en mi manera de pensar y concluir que la única manera de mediar en eso o contribuir a que no ocurrieran esas cosas, era preparándonos, estudiando y de ahí que hice lo posible por prepararme".

Recuerda que una parte importante en su vida académica y profesional fue su padre, Jesús Quiñónez Esquivel, un granjero serrano que tuvo que emplearse en la obra para mantener a su familia a su llegada en Culiacán, hasta que encontró el cobijo en la Universidad Autónoma de Sinaloa como trabajador de mantenimiento.

"Lejos de decirme 'ponte a trabajar' o 'cásate', me decía 'mientras ustedes quieran estudiar, yo los apoyo' y realmente gracias a él considero que fue que estudié", afirma.

"Y yo fui la última de mi casa que me casé. Tengo dos hermanas menores que también ellas se casaron y yo dije no y la verdad, lo que más me motivó era mi papá. Me dije 'yo no le puedo fallar', porque yo veía que él apreciaba mucho que a mí me gustara estudiar".

"En realidad por él, dije 'no le voy a fallar'; me casé antes de concluir, todavía estaba en tercer año cuando me casé, y seguí estudiando, tuve a mi hijo y estaba en cuarto año. Era una batalla con el niño, a veces me lo llevaba, pero pues es muy difícil, porque el niño no se estaba serio en la clase, a media clase se salía y yo me tenía que salir atrás de él. Los compañeros se inquietaban y el maestro también, bueno, es una lucha que ahora digo, cómo la llevé adelante, muy pesado".

 

Los recuerdos del esfuerzo

 

Sara Bruna recuerda que no había esperanza de tener un vehículo particular, que andaba de raite o viajaba en camión, con todo y bebé.

Y porque trabajaba al mismo tiempo como secretaria ejecutiva, tenía que estudiar en la nocturna, lo que le provocaba a veces perder los últimos camionetas de la ruta en la noche.

Después de culminar sus estudios en la Escuela de Derecho de la UAS, Sara Bruna consiguió su primer trabajo como agente del Ministerio Público y luego de dos años comenzó su carrera en el Poder Judicial.

Salió una convocatoria en el Tribunal porque abrieron las primeras salas de circuito en Sinaloa, y logró ingresar como actuario el 13 de septiembre de 1995. Luego fue secretaria de acuerdos y comenzó a participar en la proyección de sentencias con un magistrado.

Luego llegaron los concursos para jueces y ella fue nombrada por concurso.

"Siempre fue difícil. Jamás pude entrar a ningún escalafón sin haber hecho un concurso primero", recalca.

En 2008 se fue por primera vez como juez a un Juzgado Mixto en Escuinapa, en donde revisaba casos familiares, mercantiles, civiles y penales, lo que la obligó a conocer más de todo. Regresó a Culiacán y luego migró a Mazatlán, luego a Los Mochis.

Para 2013, tuvo que especializarse en el nuevo sistema de justicia y fue de las primeras jueces en Angostura, donde se implementó por primera vez en Sinaloa. Cuando se construyó el Centro de Justicia de la zona centro, regresó a casa.

 

-- ¿Cómo decidió convertirse en jueza?

--En ese aspecto yo nunca tuve dudas. Yo no batallé, siempre quise eso... Otra vez lo volviera a hacer, si volviera nacer otra vez volviera a estudiar esa carrera.

Aunque comenzó a estudiar en la Universidad en 1975, asegura que nunca conoció un juzgado porque no tenía posibilidades de salirse del trabajo para ir a realizar prácticas.

"Yo nunca tuve esas prácticas porque trabajaba, no, imposible, ¿cómo pedir permiso para ir a una audiencia? Ni siquiera conocía los juzgados. No conocí los juzgados hasta que terminé", subraya.

--¿Cambia algo cuando se pone su toga?

--Sí, sí. En ese momento siento que todo lo mío personal queda aquí y sólo baja la jurisdicente. A la sala solo baja la jurisdicente... y ya Sara Quiñónez se quedó aquí, con sus problemas, con sus aciertos, con los pendientes que ahí están; y sí se concentra uno mucho, fíjese, a veces, me han dicho a mí aquí las compañeras, que yo soy la que nunca doy receso, apenas que me lo pidan.

"Es que me pongo a trabajar y estoy pensando en todo lo que me están diciendo y se le va a uno el estrés, se me olvida de que hay que descansar, y eso se debe a que dejo todos los pendientes afuera y eso de que uno se pone nervioso, pues es lo normal. Sí lo puede uno hacer, se tiene uno también que educar y ser disciplinado. No puede uno andar con otras ideas".

 

El respaldo de haberse encontrado

 

Mientras atiende la entrevista, Sara Bruna escucha a bajo volumen música clásica.

Entonces recordó que leyó una vez un libro que la marcó, porque ayudó a entender por qué ella eligió este oficio. Se llama "Las enseñanzas de don Juan", autoría de Carlos Castañeda.

"Entonces él le dice a una persona con la que está platicando: lo que pasa es que tú no has encontrado tu lugar... Y eso es muy importante, yo desde pequeña tuve la idea de trabajar en una situación asi como esta y encontré mi lugar, por eso me siento tranquila , en todos los aspectos", advierte.

--¿Cuál es su opinión sobre el empoderamiento de la mujer?

--Es esto consecuencia de la civilidad a la que están llegando todas las sociedades del mundo. Quiero entender que seguimos evolucionando, que vamos a superar, precisamente por el conocimiento que ahora hay y que no tiene conocimiento sólo la persona que no quiere, estamos evolucionando a una etapa más igualitaria y más justa para la mujer, creo que sí nos deben ese reconocimiento.

"Porque tantos años hacer el papel de ama de casa y de profesionista, lo digo porque yo lo viví, es sumamente agotador, y complicado y nos priva de muchas cosas, pero la satisfacción que después obtenemos con los logros, vale la pena; nos damos cuenta, pero podría ser menos estresante, menos agobiadora, si tuviéramos el apoyo de la pareja... por eso es pareja, pues, ¡pero no es pareja la situación..! tenemos pareja, pero la situación no se empareja".

Recalca que históricamente se le debe a la mujer el reconocimiento y no sólo eso, sino también el apoyo de la sociedad, puesto que ésta se forma entre todos.

"... se pone uno ahora a completar las escenas históricas de antes, puros hombres, puros hombres en todo; a la mujer no la dejaban hablar 'tú te vas a casar con fulano' y eso era lo de menos, pero había cada cosa, y todos estaban de acuerdo en eso", reflexiona.

"Y la mujer en todas las épocas, ya ve que tenemos que ha habido una que otra, que han sido muy adelantadas a su tiempo y muy valientes, pero yo creo también que esas mujeres que hicieron eso no tenía nada que perder, porque ponen a la mujer (en una situación), si tú no te quieres someter, al esposo, a las reglas de que 'tú en la casa y atendiendo a los niños', y de que él puede hacer y deshacer, pues te vas a quedar sin nada, entonces la mujer se tenía que someter, so pérdida de perder el status también de casada, que era también respetable".

"Sí ayuda (el estatus) , porque yo me he dado cuenta que una mujer casada la respetan más, o por lo menos no la ven como blanco inmediato de invitaciones o de acoso, por lo general sí es así. Claro que cuando la conocen a uno, lo primero que lo preguntan es ¿soltera o casada? Yo he estado en muchos juzgados, y cuando llegaban a conocernos los abogados, ¿soltera o casada? Siempre era la pregunta obligada; y no, afortunadamente la mayoría entiende, casada y hasta ahí, con eso se dice todo", explica.

--Y sobre el feminismo, ¿cuál es su opinión?

--Son cambios que se tienen que dar, sí; son cambios que se tienen que dar definitivamente. My valientes las mujeres que están dando la cara, hay que apoyar cada quien con su granito de arena, igual los hombres. Me da mucho gusto ver que los hombre escriben en favor de esos movimientos, o ver que se muestran conocedores del tema y que reconocen que hay razones para ello. Me dan mucho gusto, no nada más es una día de las mujeres, también el hombre como sociedad, está entendiendo.

"Es muy difícil reeducar, porque así fueron formados, por una mamá que así fue educada también, son tantos temas que no termina uno, y ejemplos hay infinitamente".

 

Las decisiones que la hicieron 'pública'

 

La jueza Sara Bruna llamó la atención públicamente luego de tomar decisiones durante los procesos en contra de ex funcionarios acusados de delitos que tiene que ver con la corrupción.

Durante la administración de Quirino Ordaz Coppel, la Fiscalía General del Estado llevó a los juzgados a ex funcionarios de las secretarías de Turismo, Salud, Obras Públicas y Administración y Finanzas. También a otros de Desarrollo Social de administración.

Entre los jueces que han encarado a los funcionarios, Sara Bruna destacó por su carácter y la manera en que lleva sus audiencias públicas. La autoridad la ejerce desde que entra a la sala de audiencia y su conocimiento, experiencia y pasión por su trabajo la llevan a verse superior a la hora de emitir su juicio.

La pasión, admitió, hay veces que sí le gana. Encara y reprime. Exige respeto para los temas, para la ley y los presentes. No da pie a titubeos ni a alguna situación que le eche a perder el proceso.

El nombre de Sara Bruna destacó en los medios de comunicación cuando históricamente se negó a que la Fiscalía, el Gobierno del Estado y tres ex funcionarios de la Secretaría de Administración y Finanzas concretaran un acuerdo para suspender el proceso en contra de estos, incluido Armando Villarreal Ibarra, por considerar que el pago de dos millones de pesos entre los tres era demasiado poco para reparar una acusación por el desvío de más de 260 millones de pesos en 2016.

En la audiencia pública, Sara Bruna llamó "inmoral" el acuerdo y exigió a la Fiscalía investigar el destino final de los 260 millones de pesos de recursos federales para programas etiquetados, que se usaron en cuentas corrientes del Gobierno del Estado, incluidos sueldos y aguinaldos.

Pese a que todos estuvieron de acuerdo, ella lo negó por hallar que no se cumplían con los requisitos para frenar el proceso.

Su decisión le dio la vuelta al país y recibió elogios de organismos civiles y la sociedad en general.

"Si creemos en algo, digo yo, debemos de defender, y hacer que perdure y que se establezca como algo duradero o definitivo", señaló.

"Aunque de momento, las partes terminan aceptando cuando se dan cuenta, el defensor están en su papel de no estar de acuerdo, obviamente, el Fiscal también, pero uno tiene que hacer lo que considera que se debe de hacer y con eso no se falla, no hay falla sobre eso".

--¿Qué sintió cuando vio su hombre en el periódico?

--Me sorprendí mucho yo ahora que aparecí en los periódicos, porque pues, como yo creí que esto iba a ser tras bambalinas, dije, pues es un juicio más y pero me sorprendí, más que nada.

"Pero pues eso no influye en las decisiones, porque lo que incluí yo es el contexto y la interpretación que yo le dí a la norma, entonces yo estaba conforme con eso. Sí me dio gusto que compartieran mi criterio, claro que sí me dio gusto, me dio satisfacción, hubo algunos que dudaron del sustento jurídico, están muy en su derecho, digo, nadie es perfecto, pero sí me dio satisfacción que compartieran mi punto de vista", enfatiza.

Cuántas cosas habrán pasado que nunca salen a la luz. Sí las imaginamos todos, pero hay que hacer algo; desde nuestra trinchera podemos hacer mucho.

--¿Le molestó que quisieran hacer eso?, ¿el acuerdo?

--Hubo momentos en que sí, que no debe pasar, pero a veces sí gana el sentido de la justicia, digo yo 'ay, ¿cómo es posible esto?', yo sé que desde un principio esperaban que nos fuéramos con la inercia de resolver como se esperaba en general, pero ¿cómo es posible?

Sara Bruna Quiñónez Estrada

1967 Llega a Culiacán y retomó sus estudios de educación básica

1975 Ingresa a la Escuela de Derecho de la Universidad Autónoma de Sinaloa

1995 Logra ingresar a las primeras salas de circuito en Sinaloa como como actuario

2008 Se convierte en jueza por primera vez y fue enviada al Juzgado Mixto en Escuinapa

2013 Fue de las primeras jueces del nuevo Sistema de Justicia Penal en Sinaloa, en Angostura

Actualmente es Jueza del Supremo Tribunal de Justicia

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