"Espíritu deportivo"
Amigo lector de Noroeste, cuando el ser humano tiene competición es factible que dentro del campo se “transforme”, esto puede ser que sea “normal” pero cuando se llega a la agresión y además pone en riesgo la integridad o la vida del agredido, nunca será “normal” venga de quién venga la agresión.
Recordemos que la práctica deportiva, cuando respetemos las normas y reglas de juego y además respetamos nuestra condición física, es un factor importante en la salud del individuo. Si se gana, pierde o empata, tenemos que tener la ética y espíritu deportivo de aceptar el resultado, lo que será un gran ejemplo de la capacidad de aceptación y posterior preparación para competencias futuras.
Bien, qué es espíritu deportivo. Tener espíritu deportivo es en primer lugar y por encima de todo, observar estrictamente las reglas. Es procurar no cometer nunca deliberadamente una falta.
Tener espíritu deportivo es respetar al juez de la competencia, ya que la presencia del árbitro o la persona encargada de llevar el control de la actividad en el juego resulta esencial en la realización de todas las competencias. Es importante también aceptar las decisiones del árbitro, nunca poner en cuestión su integridad y si no se está de acuerdo a instancias idóneas.
Tener espíritu deportivo es reconocer con dignidad la superioridad del adversario en la derrota.
Tener espíritu deportivo es aceptar la victoria con modestia y sin ridiculizar al adversario.
También se debe reconocer la buena actuación y los buenos resultados del adversario.
Tener espíritu deportivo es querer competir en igualdad con un oponente, es contar sólo con el propio talento y la propia habilidad para tratar de obtener la victoria.
Tener espíritu deportivo es rechazar el triunfo o la victoria a través de medio ilegales y violentos.
Tener espíritu deportivo para el árbitro, ampáyer, juez, etc., es conocer todas las reglas y aplicarlas con imparcialidad.
Tener espíritu deportivo es mantener la dignidad en cualquier circunstancia. Es demostrar que tenemos control sobre nosotros mismos. Es negarse a que la violencia física o verbal se apodere de nosotros, nunca agredir al público, a los familiares, ni del rival y muchos menos de los propios competidores.
El entrenador debe comportarse dentro y fuera del campo de juego, que no trasmita violencia al jugador, ni malos hábitos (fumar, tomar, señas obscenas, etcétera).
El jugador que se dedique a jugar y si entrenó para la competencia que participe, pero si no lo hizo, que rechace la invitación.
El deporte merece respeto.
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