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Emprendedor

César Armando, ‘El hermano’, una vida vendiendo tejuinos y elotes en poblados de Rosario

Con su negocio recorre poblados y le ha permitido por casi tres décadas tener el sostén de su familia

ROSARIO._ Sorteando múltiples dificultades por espacio de 29 años, César Armando Cortez Lora ha recorrido las comunidades ubicadas en los caminos que conducen a Chametla y Matatán para ofrecer su tejuino y elote preparado.

Aunque con su humor que lo caracteriza afirma que todo fue “todo por no haber estudiado”, de manera seria reconoce que ha sido para darle lo mejor a su familia y sus clientes.

El comerciante indicó que este oficio lo conoció y desarrolló el tiempo que vivió en Estados Unidos por espacio del año de 1989 a 1991, cuando regresó a México para entrar a la Armada.

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El vecino de Cajón Verde, con una precisión sorprendente, relata que inició en agosto de 1994, tras salir de la Marina luego de concluir su contrato.

“Antes de esto yo era marino y como me salí dije ¿qué hago?, cumplí mi contrato de tres años y causé baja bien, y fue que lo retomé”, dijo.

Confesó que en un inicio fue revendedor de tejuino, hasta que un conocido le preguntó que si le gustaría ver cómo era la preparación fue que inició.

“El hermano”, como es ahora más reconocido, comentó que como todos los inicios fue difícil pues por espacio de 5 años trabajó en triciclo no sólo en la comunidad en la que radica sino que acudía a la zona de playa en Chametla.

“25 kilómetros me aventaba en triciclo hasta la playas de Chametla, cuando había; estaba fuerte porque iba saliendo de la Armada tenía 26 años, ni raite aceptaba pero ya ahorita tengo 56 años”, expuso.

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Cuando la situación mejoró, refirió que pudo adquirir una motocicleta con la que operó por 7 años, y tras este periodo fue que se pudo adquirir una camioneta con la cual ahora puede incluso recorrer la zona de Matatán.

Con relación al apodo de “El hermano”, con el que es mayormente conocido, refirió que fue tras convertirse en cristiano evangelico en diciembre del año de 1993.

Su principal satisfacción, afirma, es que junto a su esposa, Susana Niebla Hernández, han construido una bonifa familia y lograr que sus tres hijos sean todos unos profesionistas en ingeniería mecánica, enfermería y comercio internacional.

Mientras despacha un vaso con elote, señala que descansa los miércoles, ya que es el corazón de la semana por eso es más tranquilo, pues sábados y domingos es imposible porque es mayor venta.

“Casi siempre falta me hace porque a toda la gente le gustan mis tejuinos y elotes”, sostiene.

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