Don Juan vio la inundación y la corriente del arroyo ‘Las Chivas’ desde su casa, en El Trébol 1, en Escuinapa
EL TRÉBOL 1, Escuinapa._ Acompañado de “La Negra”, su perra, es como vivió don Juan Aguilar Millán la inundación y la furia de la corriente del arroyo “Las Chivas” durante las lluvias del huracán Nora.
El adulto mayor vive en una casa hecha de palos, ladrillo, lodo y palma una edificación común en esta comunidad tepehuana, la cual ha resistido el paso del huracán Willa, pero estuvo a punto de ceder ante el arroyo que pasa por la comunidad.
“La otra vez con el huracán Willa estaban los troncones centrados en tierra, en las ‘secas’ le hice puntuales a la vuelta y vuelta, nada más se sacudía la casa por el viento, se me hacía que se caía, pero no, ahora se vino de repente el agua, hacía corriente por las dos puertas, pero no me salí” relata.

Aunque sus vecinos le pidieron que se saliera, con 72 años y pasar una vida en el lugar no le convencía irse, sentía que nada podía pasar, manifiesta, aguas y ‘secas’ las ha pasado en su hogar, esta vez no sería diferente.
Se quedó en el lugar, esperando que tal vez la corriente del arroyo, que se llevó a una de sus gallinas, terminara tumbando su hogar, entonces saldría nadando porque correr ya no puede, indica.
“Me quedé porque si se caían mis cosas como sea las juntaba, si no se las llevaba el arroyo, me quedo sin nada entonces sí, porque la corriente estaba fuerte, pero dije ‘no me salgo’ como sea sé nadar y así salgo’, no quedaba de otra” expresa el señor conocido como ‘Juanon’.
El agua llegó a un metro de la vivienda, en algunos lugares el lodo parece que iba a terminar cediendo, dentro de la casa esperaba, aunque sus vecinos le insistían en que se saliera, era quienes le ‘echaban la vuelta’, señala.
La motocicleta que un sobrino le regalo debido a que ya no puede caminar y es su manera de hacer los mandados, les pidió que se lo llevaran, junto con la ‘negra’ su perra, para evitar que algo le pasara.
La negra se fue en la motocicleta, pero no duro mucho en el lugar donde la resguardaron, regreso a su casa a esperar.

“Soy solo, pero estaba esperando sentado adentro de la casa, que las cosas se pusieran peor o que se cayera, entonces la negra llegó y se sentó conmigo, a esperar, ella se queda siempre”, señala.
En el mismo día cuando la lluvia disminuyo el agua empezó a bajar, dejando en casa la ropa mojada, un refrigerador y un abanico descompuesto, además de una casa que requerirá que se le hagan algunas mejoras con tierra y palos.
El miércoles, dos días después de la inundación le hicieron llegar una despensa por parte de las autoridades municipales y poco a poco continua con la limpieza de su hogar, acompañado de la negra, que camina a su paso y lo espera siempre.