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Tradición y arte

El ‘profe’ José Ignacio plasma en los bules la identidad de Escuinapa

En términos actuales, el bule es como un ‘yeti’ natural, se mantiene el agua como quieran, helada o caliente, señala el artesano y docente

ESCUINAPA._ Con un regreso a las raíces de los pescadores y campesinos, el artesano y profesor José Ignacio Contreras Medina utiliza los bules como “lienzos” para plasmar en ellos la identidad de este pueblo.

Se trata de un recipiente en el que se guarda agua para calmar la sed de aquellos que en las marismas o en la tierra dejan su vida y su herencia cultural, dice.

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El bule, también llamado en algunas partes tecomate, guaje”, es parte de las ideas con las que el también pintor busca que se reconozca al municipio, precisa.

“Mi interés es difundir que también en estos instrumentos que son usados como ‘tortilleros’, para el agua o adorno, se puede hacer una tradición distintiva, como ya lo es la barcina”, explica.

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Detalla que decidió hacer esta actividad y utilizar su conocimiento en pintura y como dibujante para plasmar actividades del municipio, pero también para aumentar la diversidad de opciones que se tienen en las artesanías.

Cuando empezó a dibujar en lienzo, comparte, no pensó que en algún momento trasladaría ese arte a algo que veía cómo su abuelo cargaba en el hombro para irse a pescar.

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Ese recuerdo nítido, lo llevó a pensar en cómo los bules forman parte de la vida tradicional de Escuinapa, de lo que merece ser rescatado y conocido como parte de la historia.

“El bule era muy utilizado en Escuinapa, por personas que iban al campo, a la pesca, mi abuelito lo utilizaba para irse al campo, creo que forma parte de nosotros, por eso decidí empezar a promoverlo”, explica.

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La planta de bule o “guaje” es como la calabaza, dice, se siembra a ras del suelo y se espera un periodo de 3 meses para ver cómo brota el fruto, que puede tener distintas dimensiones y formas.

Es una guía verde la que se forma de hasta 2 metros, que puede producir hasta cuatro bules o más, después de ello empieza el trabajo artesanal, expresa.

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El color de la planta debe ser un verde más seco, lo que demuestra que el fruto ha sazonado y es tiempo de córtalo para iniciar el procedimiento de limpieza.

“Aprendí a limpiarlo en tutoriales, los empecé a dibujar siempre sin un bosquejo, escuchando música, así cuando quise reflejar a Escuinapa, escuchaba El Escuinapense (corrido musical) o banda”, expresa, mientras muestra paisajes como el Cerro del Muerto, en Palmillas, al sur del municipio, y un pescador enfilado a la marisma.

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Cada trabajo le lleva entre cuatro y siete horas, dependerá siempre del tamaño del bule y del dibujo que se requiera, así como si el trabajo requiere ser resaltado, pues el bule también permite que se diseñe sobre él.

“En términos actuales es como un ‘yeti’ natural, se mantiene el agua como quieran, helada o caliente”, señala.

El también profesor señala que ha empezado con este proyecto, pero ya piensa en hacerlo crecer, en que más gente se interese en esto, por ello ya piensa hasta en sembrar la planta y producir sus propios bules.

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