Felipe Lizárraga: 38 años de música y un legado familiar que sigue sonando en Rosario
EL ROSARIO._ Cuando apenas tenía 16 años, Felipe de Jesús Lizárraga Ruiz se inició en la música como un juego, sin pensar que llegaría a cumplir 38 años de carrera y que sus hijos, Jesús y Sebastián, seguirían sus pasos.
“Es muy bonito que sigan los pasos de uno, yo les inculqué de que ellos escogieran el instrumento, yo nunca les dije ‘No, ¿pues sabes qué? Toca esto, toca aquello’. Lo que ustedes gusten; practiquen, estudien, ensayen, esa es la base”, dijo.
Su hijo mayor, Jesús Felipe, comenzó cantando en bandas juveniles para pasar a la armonía y la tuba actualmente; mientras que su segundo hijo, Sebastían Alexander, optó por el clarinete.
Felipe sostuvo que si bien le gustaba la música de banda, lo veía como un juego ya que tan solo cantaba canciones del momento.
“Mis inicios con la banda, pues yo como jugando porque a mí me gustaba cantar pero no era mi oficio; me gustaba porque escuchaba canciones en ese tiempo, cuando estaba pegando la Banda Los Recoditos”, comentó.
El músico recordó que su incursión en este ámbito fue al ser invitado a formar parte de la Banda Nueva Ilusión, a un año de su fundación por don Severo Ponce Cortez, la cual se convirtió en semillero de reconocidos artistas como Luis Antonio López “El Mimoso” y el rosarense Jorge Medina.
Felipe manifestó que viene de sangre la vena musical, ya que su abuelo Jorge Ruiz tocaba el acordeón, así como varios de sus primos forman parte de diferentes bandas.
Sostuvo además que creció con bandas de antaño en Rosario como los Hermanos Martínez, para ver cómo tocaban sus instrumentos y aprender.
“Cuando escuchaba la banda, así los Martínez, yo siempre me le perdía a mi mamá de chiquito y me le ponía a un lado del Chalío (tarolero) a estarlo observando, los movimientos, y ya estando acá en la Nueva Ilusión, don Severo me daba unas prácticas de un bolero, me daba prácticas de otros y así me fui preparando”, explicó.
Así también, el músico precisó que además de cantar le atraían la tuba o el trombón, pero el primer instrumento que le ofrecieron fue la tarola, que aprendió a tocar de oído.
De sus primeras presentaciones, refirió que fue en las tocadas del Lienzo Charro local, mientras que en la agrupación permaneció por ocho años hasta que se desintegró.
Posteriormente, dijo, buscó suerte en Tijuana, donde se unió a las filas de la Banda San José de Agua Verde; en Estados Unidos con la Banda Mazatlán y, en su regreso a Rosario, se integró a la Banda Tesoro, que se formó en su momento para tocar junto a “El Lobito de Sinaloa”.
“La música para mí ha sido algo que lleva uno en la sangre, me apasiona pues. Yo quisiera haber estudiado más instrumentos pero se me dio la tarola”.
Felipe señaló que, no obstante, no todo ha sido fácil, pues ha habido periodos donde no han tenido trabajo, como en los tiempos de pandemia, y ha tenido que alternar con otros oficios, entre los que destacó empaques o incluso buscar suerte en Estados Unidos.
Jesús Felipe, su hijo mayor, manifestó que su incursión en la música fue a los 12 años cantando y tanto fue su gusto que decidió ingresar a Casa de la Cultura en clases de solfeo.
Con 15 años, se unió formalmente a su primera banda llamada La Niebleña, momento en el cual ya sabía tocar la armonía y percusiones, las cuales aprendió a tocar por su cuenta.
“Aprendí preguntando, y más porque mi padre me llevaba a sus trabajos de músico; veía y escuchaba todo y se me fue pegando el gusto de la música”, destacó.
Jesús Felipe comentó que ha formado parte de diferentes agrupaciones, como Banda Tesoro, y al incursionar en el norteño con el grupo 4.G se inició en la tuba, instrumento que toca hasta el día de hoy.
“Para mí es un gusto seguir con el legado de la música porque es el gusto de él (su padre) y ya que es un gusto de él yo seguiré con ese mismo gusto porque fue lo que me transmitió y seguiré haciendo música”, aseguró.
Por su parte, Sebastián Alexander expresó que desde joven también sintió el llamado musical y lo descubrió al escuchar los clarinetes.
“Orgulloso de haber elegido la carrera esa y no alguna otra mala, estamos orgullosos todos”, sostuvo.
El joven músico agregó que, con 16 años, inició en el ámbito musical en la Banda Rancho Sinaloense, para en la actualidad formar parte de la JD, del vecino municipio de Escuinapa.
“Pues como comenta mi papá, inicié como él, me llevaba a ver cómo tocaban y también yo me les perdía cuando tocaban bandas aquí cerca, y me gustaba como tocaban los clarinetes y me inspiré”, abundó.
Sebastián Alexander reconoció que el instrumento que eligió no es fácil, ya que tiene muchas llaves, y al ser autodidacta le dedicó dos años a practicar.
Sobre los retos de esta actividad, expuso que están las críticas que hay alrededor, pero a pesar de ello sostiene que busca hacer una carrera larga como su padre.
En lo que respecta a sus sueños, manifestó que espera poder pronto tocar en una agrupación reconocida como las que ha admirado desde niño.