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Campo

Gilberto, una vida dedicada a hacer producir la tierra

Durante siete décadas, el cultivo de la tierra ha sido la manera de subsistencia de Gilberto García Delgado

ROSARIO._ Por alrededor de 70 años, Gilberto García Delgado ha dado continuidad a la herencia que recibió su padre y de su abuelo, el hacer producir la tierra.

Tal ha sido su consagración a esta actividad, que con 81 años sigue desarrollando el oficio que también ha enseñado a sus siete hijos, dos hombres y cinco mujeres.

“Esta cosa de nosotros sale para ayudarnos económicamente de un médico en Rosario japonés en el tiempo de la minas José Amano, él fue el que le dio la idea a mi abuelo Arturo García León y mi papá Rosalío Garcia”, dijo.

Las tierras que cultiva precisó que se encuentra en el ejido Pueblo Nuevo, que se encuentra entre las comunidades de Chilillos y el Limoncito, mejor conocido como el camino viejo que iba a Chametla.

Don Gil, como es mejor conocido, sabe cada ciclo, pues de sus ancestros aprendió sobre el cultivo de nabo, coliflor, repollo, lechuga, zanahoria, jícama y sobre todo elote.

“El que siembre y no siembra elote ha de cuenta que no sembró nada”, asentó.

El productor rosarense es el que se encuentra como uno de los de mayor tradición de venta de jícamas, sólo que ahora tan sólo siembra un cuarto de hectárea pues ha pasado de sembrar 10 kilos de semillas a tan sólo 2 kilos.

“Se vende menos y ya hay más gente que siembra, porque más antes éramos muy pocos los que nos dedicamos a esto como Inés Tirado, que venía de Tuxpan, Nayarit”, explicó.

Manifestó que en especial con la jícama le gusta como se ha convertido en una tradición donde los que eran niños traen ahora a sus hijos.

“Siempre he visto esta tradición de gente jóven que viene, que se convierten en papás y abuelos y traen a otros; una vez me pasó que venía uno que lo traía su papá con su hijo y se sorprendió porque no esperaba verme trabajando”, recordó. .

Además de producir, don Gil es conocido por comercializar él mismo su cosecha en la zona del mercado municipal, que va desde rábanos, cebolla cambray, elotes, cilantro, entre otros.

Sobre si aún es un negocio, expuso que porque el trabaja sólo, ya que sería incosteable pagar un mozo, aunque también está el reto de las plagas ya que en sus inicios no existía tanta contaminación y sólo se curaba con cal.

Entre sus principales satisfacciones, refirió: “Yo con estas siembras saqué adelante a mis hijos, siete y el que quiso estudiar, estudió y el que no, no”.

Ahora que tiene una descendencia numerosa, disfruta de la compañía de sus hijos y nietos para vender el producto de cada temporada.

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