Juan Carlos conserva viva la tradición de los altares de muertos en Escuinapa
ESCUINAPA._ “Don Chito” y “Doña Epi” se han puesto sus mejores galas y están listos para apoyar en la vela y cuidado del altar que desde hace 13 años realiza Juan Carlos Carrillo Fausto.
Desde septiembre, Juan Carlos empieza a buscar los moldes, papeles y diseños que darán forma al altar que coloca en la calle 22 de Diciembre, el que, aunque inició siendo para la familia, poco a poco fue sumando amigos, vecinos y convirtió el lugar en un sitio especial para recibir y recordar a sus seres queridos.
“En 2021 daba clases en un colegio, dentro de la asignatura que daba estaba crear un altar, qué mejor forma de demostrar a la clase que yo haciendo un altar”, explicó sobre los orígenes de esta actividad.
Juan Carlos buscó en Internet y empezó a darse idea de cómo fuera un altar económico y con todos los elementos, a la vez que empezó a ir mejorando.
“Voy sumando personas, amigos, familias, peculiaridad. Es que son personas con las que convivi y es una forma de homenajear”, dijo.
También aprendió a realizar sus propios monigotes, primero con técnica de piñata, después con cartonería, así forma la Catrina.
Pero como también homenajea a un personaje famoso, esos que ha admirado, este año los monigotes serán de la “India María” y su burro “Filemón”. Antes han sido otros actores, indicó.
“Crear a un artista tiene poco, cuatro o cinco años. Trato siempre que sea un personaje célebre, el año pasado fue a Cantinflas”.
Es una tradición que vive con su familia, rezan el rosario, comparten un rato para que ya el 2 de noviembre cada quien decida dónde estar.
Las personas llevan alimentos de los que les gustaban a sus seres queridos, para después compartir.
El 1 de noviembre se quedan quizá hasta medianoche y es ahí donde aparecen “Doña Epi” y “Don Chito”, dos monigotes que velan a los fieles difuntos, una tradición que Juan Carlos leyó se hace en algunas partes de Michoacán y que él decidió seguir poniendo sus propios nombres.
Juan Carlos indicó que después de que pasa la celebración, sube los monigotes, donde el tiempo y el ambiente serán los encargados de degradarlos para después de unos meses volver por los moldes para con ellos crear unos nuevos.