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Agresiones a mujeres

Judith vive en carne propia el acoso sexual a bordo de un camión Escuinapa-Mazatlán

Un hombre le toca la pierna en varias ocasiones; es detenido por la Policía Municipal, y en el MP, el trato que recibe es deplorable, acusa
22/04/2022 19:51

ESCUINAPA._ A las mujeres se les deja solas, no solo por el Estado, sino por la propia sociedad, y para saber que la seguridad de las mujeres es letra muerta, solo falta vivirlo para saberlo, manifestó la joven víctima de acoso en un camión de pasajeros que salió de Escuinapa con destino a Mazatlán.

Eran las 19:00 horas del 27 de marzo cuando Judith, joven abogada originaria del municipio, regresaba de Escuinapa a Mazatlán, tras visitar a su abuela.

Tomó asiento, con audífonos puestos, esperando que el vehículo terminara de cargar pasaje, se sube la última persona, un hombre de entre 48 y 50 años de edad, y ahí con ese último pasajero cambió su vida y sintió lo que tantas mujeres de este País.

“En repetidas ocasiones intentó tocar mi pierna, al principio no sabía qué hacer, me congelé por completo, regresó mi voz y pude hablar, le dije ‘¿puede quitar su mano por favor?, no lo hice alterada, sino de manera educada”, explica.

El hombre ofreció disculpas, ella decidió poner la mochila que traía en sus piernas, pero la acción se repitió, continúo tocando su pierna y aunque volvió a pedirle que la dejara de tocar, lo que hizo fue empezar a masturbarse.

“Mientras yo hacía los señalamientos, nadie hizo nada, cuando empezó a masturbarse, no supe qué hacer más que voltear a ver quién podía ayudarme, tenía miedo, el hombre seguía masturbándose, decidí levantarme del asiento y decirle ‘viejo cochino, deje de masturbarse’, íbamos pasando la caseta de Rosario”, relata.

Se fue a sentar en las escalerillas del camión, cerca del conductor del autobús, a quien le dijo lo que ocurría, pero simplemente no se hizo nada, no reportó el hecho, continúo conduciendo.

“Nadie me ayudaba, nadie hizo nada, absolutamente nada, decidieron quedarse como espectadores, viendo mi dolor, mi miedo, viendo cómo era acosada”, dice.

El hombre continuaba en el asiento, con la impunidad que da el hecho de no ser castigado.

Algunos pasajeros que iban en la parte delantera quisieron consolarla, llamó a sus padres para contarles lo que ocurría, pero no podían hacer nada, ellos estaban fuera del municipio, por lo que pidieron a un primo que fuera a la central por ella, éste acudió en compañía de su suegro.

Antes de llegar a la central, el hombre, al parecer con domicilio en Escuinapa, intentó bajarse del camión, pero decidió que tenía que denunciarlo y le impidió descender del camión.

“Decidí no dejarlo bajar porque la Policía Municipal ya nos estaba esperando, me amenazó con demandarme, me dijo que era licenciado y le respondí que yo también era abogada, aunque en esos momentos mis conocimientos jurídicos se habían esfumado y lo único que pensaba era que no me soltara un golpe, sí temí por mi vida”, señala.

En la central la Policía lo detuvo, pero tuvo qué esperar 25 minutos para que el hombre fuera trasladado a Barandilla, en ese momento dos chicas que habían grabado el problema con sus teléfonos celulares, se ofrecieron a ser sus testigos en una demanda.

LA INSENSIBILIDAD DE LA AUTORIDAD

Judith decidió denunciar, garantizar que del hecho quedara un precedente y se encontró con lo que miles de víctimas, con la apatía, la insensibilidad, horas de espera y el trato de ser juzgadas como mujeres antes de saber qué les ocurre.

“La MP que me atendió fue increíblemente insensible, me dijo ‘¿viene porque tiene problemas con su esposo?’, a lo que le respondí que no que podía comenzar a comentarle los hechos, en ese momento interrumpe su compañera y dice ‘¿voy calentando la comida?’, la MP contesta ‘sí, que al cabo esto es rápido’, cuando ni siquiera sabía de qué trataba la denuncia” señala.

Después de relatar el hecho, le respondieron que su caso no encuadraba en ningún delito, por lo que pidió que le mostrara el Código Penal que como Ministerio Público tenía, pues se negaba a recepcionar la denuncia y ella como víctima quería saber porqué no asumía que encuadraba en delito el hecho.

“Le dije tal vez no es abuso sexual, pero estoy segura que sí es acoso sexual, la MP se molestó y me contesto: ‘Sí, está bien, es acoso sexual’, me pidió los datos, cuando me pidió el domicilio le solicito que teste mi domicilio, porque tengo miedo, no sé de dónde venga la denuncia, me dice ‘él tiene que saber de dónde viene la denuncia’”, señala Judith.

En ese momento decidió levantarse y recoger su INE, pues tenía rabia, miedo, una serie de sentimientos confusos, de molestia, de dolor porque como víctimas el Estado no te garantiza nada.

Sin embargo, se calmó y decidió retomar la denuncia con un domicilio de la Ciudad de México, donde tiene a su familia, siguió con el procedimiento, manifiesta.

“Mientras hacía la denuncia, la MP hizo video llamada con su hija y hablaron sobre una Coca-Cola congelada y una mosca, después habló con su compañero sobre la psicóloga y la amistad que tenían, llegó otra compañera y hablaron del trato que se le da a la víctima depende de cómo les caen y yo estaba ahí sin poder hacer nada, completamente sola, con mi miedo”, señala.

Salió de la Agencia con el coraje, con la decepción de las autoridades, con la frustración de no querer ser abogada, porque la justicia no existe, pero cuando habló con su padre y le manifestó que precisamente por esa encomienda que tiene como profesional debía alzar la voz, y así lo ha hecho.

Teme por otras mujeres, pues el hombre que la acosó solo pasó 24 horas en la cárcel y hoy es un riesgo para mujeres como ella, anda impune viajando en los camiones, en las calles, al acecho para volver a cometer un delito sabiendo que nadie lo parará.

“Esto va por todas aquellas a las que silenciaron, por todas las que no pudieron hablar por miedo, por todas a las que el sistema les ha fallado, por todas las que viven experiencias que nunca debieron haber vivido”.