La Inquisición y el anatema en el Real de Minas de Nuestra Señora del Rosario
EL ROSARIO._ El cronista Leopoldo H. Bouttier aseguró que, de entre otros hechos que vivió el ahora Pueblo Mágico, está el día en que se dio la lectura y publicó el edicto de anatema del Santo Oficio de la Inquisición en la capilla de la Santa Cruz en 1693.
“En los primeros años de existencia del antiguo y rico Real de Minas de Nuestra Señora del Rosario se celebró un hecho que era parte de la vida religiosa y social de la Nueva España, la publicación y lectura de los Edictos de Fe y Anatema del Santo Oficio”, expuso.
Detalló que, al ser Rosario, en aquella época, población de prestigio por la notable riqueza de sus minas, tenía su párroco, entre otros títulos, el de Comisario del Santo Oficio de la Inquisición.
Razón por la cual, dijo, el 8 de marzo de 1693, se dio la lectura del Edicto de Anatema por el licenciado don José López de Olivas, cura por Su Majestad y Comisario del Santo Oficio.
El manuscrito virreinal señala que ese día el Comisario inquisitorial, desde su casa a lomo de mula, se dirigió a la Capilla de la Santa Cruz.
“En paseo acompañado del Alguacil Mayor de la Inquisición Diego de Salazar y Ovalle, dueño de las Minas, y de 10 hombres de a caballo hasta la puerta de la mencionada Capilla, siendo recibido por Fray Agustín de Soria, el licenciado Roque de Palomares, cura de la villa de San Sebastián y un religioso de la orden de San Francisco”, se precisa.
Destacó que en los archivos se precisan detalles como el hecho de que en la capilla, López de Olivas fue sentado en una silla cubierta de seda carmesí y al pie de la silla un cojín de terciopelo. Así como también que después de pronunciar el Credo, subió al púlpito para el sermón el Bachiller Joaquín de Bocanegra, cura de la provincia de Maloya y abogado de la Real Audiencia de México.
“Procedió entonces don José López de Olivas a la lectura del Edicto de Anatema, con la Cruz Magna de negro. Al terminar la misa dejó la Capilla y de nueva cuenta y acompañado del Alcalde Mayor, el Alguacil Mayor y los diez hombres de a caballo se dirigió a su casa en el mismo mineral ostentando las insignias del Santo Tribunal de la Fe”.
Boottier refirió que se levantó constancia de este suceso que fue enviada en sobre cerrado y con sello a los Inquisidores de la Nueva España, en la Ciudad de México.
“Sin duda este hecho nos habla de cómo el viejo burgo minero tuvo presencia también en la historia de una de las instituciones que tuvieron parte activa en el imperio español, la Inquisición”, concluyó.