La plazuela Ramón Corona, un lugar para desestresarse en Escuinapa
ESCUINAPA._ La plazuela Ramón Corona es el oasis para aquellos que ya han dado una vida en el trabajo, jubilados, pensionados, que por su edad ya no son contratados o bien aquellos que solo buscan distraerse después de atender su pequeña parcela agrícola.
Es el punto de reunión para discutir temas de políticas, para definir candidatos o discutir quién es la autoridad que más ha “robado” según como lo vean gobernar.
Es el sitio, que aglomera en cinco bancas a adultos mayores que quieren pasar un buen rato y que como “chiquillos” desean conservarse dinámicos y lúcidos, sin ir a los grupos de Inapam, pues la edad aún no les cae, siguen siendo jóvenes con canas y arrugas, pero sin sentirse grandes.
Y parece leyenda, pero no lo es, las bancas están definidas con nombres indelebles que parecen albur pero que los llenan de risas y lo manifiestan con orgullo.
En esas cinco bancas pegadas a la Avenida Miguel Hidalgo están los que pertenecen al grupo del “Pájaro Muerto”, “Los abanicos”, “Los escarbados”, “Los picos caídos” y un nombre más que de momento no pueden recordar.
“Aquí venimos todos, viendo bien en dónde nos sentamos, somos jubilados, pensionados o de los que ya no nos dan trabajo, algunos trabajamos de mecánicos, de pescadores, agricultores, hay de todo”, expresa uno de los señores.
La llegada al lugar es a las 9 de la mañana, ahí empiezan a reunirse, cada uno sabe en qué banca, unos son considerados “fieles”, si los del “Pájaro Muerto” no están, simplemente se van, no llegan a la charla, a las charras y a discutir la moral de la gente que los gobierna.
“Venimos a desestresarnos, ya no tenemos nada que hacer en la casa, estamos viendo y deseando de todo, pero aquí nos vera”, explica otro de los señores.
Hay quienes se van enojados, porque la discusión sobre un tema lo han perdido, pero al otro día regresan con más bríos, pues ese es el sitio que los sigue manteniendo vivos, como chavalillos.
Se concentran más hombres que mujeres, como si fuera el Club de Toby, a veces por lo menos dos mujeres van, para invitarlos a pasear, ya no acceden ya no hay tiempo más que para charlar, señalan.
“Todos somos amigos, estamos aquí hasta las 12 del día, en la tarde se reúnen otros pocos, no recuerdo como se llama ese grupo, pero sí se hace la bolita, pero a la mayoría venimos temprano de 9 a 12, a veces vienen amigos de la sierra platican un rato y se van”, expresa otro de los que diariamente van al lugar.
El peor momento de estos años de convivencia fue la pandemia, ante los llamados a no concentración, más de uno tuvo que ser echado por la fuerza pública a que se refugiara en casa y el tiempo les dio la razón.
Por lo menos 20 de ellos, de esos que se concentraban en el lugar, partieron, se fueron con el Covid-19, aunque su presencia sigue ahí, en las anécdotas que se guardan y que no se irán porque algunos se quedaron.
“Se fueron a la otra vida, a veces cuando pasa una semana o dos, ya pensamos sí se irían a la otra vida o estarán enfermos, pero todo se sabe, miré de aquí casi todos se van a las 12, algunos a la cantina, otros a sus casas, el caso es vernos”, señala otro de los señores.
Los hay gruñones, fanáticos, albureros, serios y “mátalas callando”, lo cierto es que ese espacio, los hace sentir de nuevo activos, vivos y jóvenes de nuevo.
“A veces uno le dice a la mujer ‘vengo de con los viejillos’, porque uno siempre se ve más joven que los que están en esas bancas y no quiere estar en la banca de los ‘pájaros caídos’, mejor que sea en la de los ‘abanicos’ ¿no?”, expresa entre risas otro de los adultos mayores.
Este es el lugar donde se siente la vida, donde la charla es incansable durante más de tres horas y donde nadie, por no tener o por no decidir usar, porta un celular que los distraiga, en sus manos a veces solo está la bicicleta tradicional.