Manuel mantiene viva la elaboración artesanal de pinole en Cacalotán, Rosario
EL ROSARIO._ Con el tostado de maíz en hornilla a fuego de leña y su posterior molienda, Manuel Isidro Orrante García ha dado continuidad a la producción artesanal de pinole en Cacalotán, Rosario, durante ocho temporadas, tras los problemas de salud que enfrentó su hermana.
“Le aprendí yo a mi hermana, nada más que se enfermó de la vista y ya no pudo, le hizo daño el humo”, precisó.
Junto a su hermana Dora Alicia, Manuel señaló que forma parte de la tercera generación en realizar el oficio que inició con su abuela Severa Ramos, y de quien a su vez aprendió su madre Maura García Ramos.
Recordó que su abuela y mamá elaboraban el pinole para ofrecerlo en atole durante la temporada decembrina.
El proceso de tostado del maíz comienza a mediados de noviembre, indicó, para lo cual renueva su hornilla a base de lodo, ya que tiende a cuartearse por el calor.
Aunque el precio del maíz se ha encarecido, Manuel señaló que mantienen vivo el oficio debido a la demanda de personas que buscan el pinole elaborado de manera tradicional, lo que obligó a ajustar el precio del kilo de pinole de 60 a 65 pesos.
Resaltó que no solo familias de Cacalotán adquieren el producto, sino también habitantes de la cabecera municipal y de comunidades vecinas, como Chele.
“Pues a veces aquí nos lo compran, en Rosario, Chele, vienen gentes a comprar que 3 kilos, 4 kilos, vienen al mandado de paso y lo llevan”.
Detalló que, ante el incremento en el costo del maíz, han tenido que implementar la medida de tostar una cubeta cada tercer día, cuando en años anteriores llegaban a procesar una cubeta diaria.
Manuel explicó que de una cubeta de maíz tostado varía el número de kilos que se obtienen, pero regularmente oscila entre los 12 a 14 kilos. Sobre el proceso, refirió que el maíz se mezcla con ceniza desde que llega, para evitar que se queme o se amargue.
“Le echo ceniza, porque si lo echo así se quema el maíz. Necesitamos hacerlo así porque si no sale arrebatado y amargo sale, y echándole ceniza sale bien doradito y ya se lleva a moler”, indicó.
El productor artesanal agregó que, para lograr un buen sabor, el maíz debe permanecer en el fuego por al menos dos horas, tiempo durante el cual se tiene que estar atizando la lumbre.
Posteriormente, la ceniza se retira cerniendo el grano en repetidas ocasiones hasta dejarlo completamente limpio.
Finalmente, Manuel señaló que esta labor no le representa cansancio, ya que la realiza con orgullo en memoria de su madre y su abuela, y sobre todo por ser el sustento de su familia.