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Columna

Amor y realismo

¿Qué dosis de realismo alimentas en tu amor? ¿Vale la pena deslizarnos por ese tobogán con tal de conseguir el amor deseado y sentirnos más vivos al costo que sea?
FACTOR HUMANO
12/06/2021

Usando la cabeza

Al enamorarnos perdemos de alguna manera la cabeza y esto es parte de su encanto y atractivo. La cuestión es ¿Qué tanto lo permitimos? ¿Realmente se puede ser juicioso en el amor y perderse así de sus hechizos?

¿Cuál es el mejor uso que podamos darle a la inteligencia? ¿Acaso resolver problemas, salvarle la vida a otros o hacérsela más fácil, conocer grandes verdades? ¿O usarla en el amor? Nadie acude al amor como en los exámenes, vamos hacia él dispuestos con expectativas, encandilados, por eso novio significa no vio y ‘to fall in love’ significa caer. Pero qué le vamos a hacer.

Vivir de espaldas a la realidad, engañarse alimentando el fuego da problemas. Los nudo emocionales se desatan descubriendo sus verdades y sus mentiras, las apariencias, los miedos, las falsas creencias y lo que nos lleva a donde no queremos. El amor que conoce es más certero que el que supone y se teje solo con los sentimientos.

El drama

La parte más dramática de la vida no se da en el intelecto, se da en el corazón, ahí se fraguan las batallas más conmovedoras que nos marcan, ahí dialogan y pelean las razones con los sentimientos, dos idiomas distintos que cuando se entienden nos encienden ¿Sientes la necesidad de ser muy amado? ¿No quisieras nunca perder a quien amas? ¿Cómo olvidar al amado ausente? ¿Te pones celosa e insegura?

Cuando la incertidumbre aparece el amor reclama una garantía: “Júrame, Que aunque pase mucho tiempo, No has de olvidar el momento, En que yo te conocí...

María Griver canta con la pasión y el deseo que solo el amor produce, exigiendo ser amada y correspondida.

Quiéreme, quiéreme hasta la locura. Y así sabrás la amargura, Que estoy sufriendo, por ti”

La incertidumbre de tu amor me hace temblar porque quisiera que me quisieses como yo te quiero a ti... te necesito para llenar ese hueco. Cada quien espera ser amado de una manera distinta, esto confunde. Mucho de lo que se llama amor es simple dependencia.

Amar da seguridad, esperar ser amado incertidumbre. Emma Godoy escribía “el amor no se exige: se inspira” qué fácil olvidamos esto, provoca sufrimiento. Al enamorarnos el cerebro produce tantas hormonas que lo hechizan y reducen la libertad. Pero gracias a eso nos animamos.

En el amor también hay locura, una buena que nos impulsa a lo imposible y otra mala que nos hace perder la cabeza y la paz, la paz es un buen síntoma de que las cosas marchan bien. En cambio el desasosiego, los celos exagerados, el deseo incontrolable, el vacío que le sigue al éxtasis, la dependencia o el control del otro, los miedos, la manipulación, nos advierten que algo está mal. Pero hay niveles de locura. Al parecer uno elige con cual quiere bailar.

El amor es un gitano

El amor da mucha felicidad cuando es auténtico y también serios dolores de cabeza cuando es desordenado. Hay locuras que pierden la cabeza, Don José el inexperto cabo se deja seducir por los encantos de Carmen que goza su libertad y coquetea con otros, mientras canta “el amor... el amor es un pájaro rebelde que nadie puede domar... y es en vano que lo llamemos... si le conviene rehusarse” advirtiéndole; pero el cabo insiste en bailar con la locura, matándola.

Jane Austen en “Sensatez y Sentimientos” relata a dos hermanas, una es recatada y la otra es encantadora e impulsiva, en ambas la incertidumbre y las desilusiones aparecen, pero más en quien se deja llevar solo por sus sentimientos sin el recato de su corazón.

Las necesidades afectivas son muy poderosas e indescifrables, “Penélope se sienta en un banco en el andén y espera que llegue el primer tren, un caminante paró su reloj infantil”, el regresa “Penélope mi amante fiel, deja ya de tejer sueños en tu mente. Mírame Soy tu amor. Ella le sonrío... tú no eres quien yo espero”. Se había enamorado de la ilusión del amor, no de él.

Cuando exigimos amor perdemos poder, cuando lo damos genuinamente lo ganamos. Me refiero a lo que empodera y recupera el propio señorío, no al sexo que se devalúa y arrebata, la pasión se engaña a sí misma.

Si los dúos son difíciles, los tríos complican más y dan un hondo desasosiego. Nadie es feliz en un conflicto que alimenta. Nadie es feliz engañando. Nadie es feliz aparentando que no pasa nada. Nadie es feliz esperando lo que no puede suceder. Nadie puede juzgar a nadie, pero cada uno sabe hasta dónde quiere engañarse ¿Vale la pena?

paulchavz@gmail.com

Al enamorarnos perdemos de alguna manera la cabeza y esto es parte de su encanto y atractivo. La cuestión es ¿Qué tanto lo permitimos? ¿Realmente se puede ser juicioso en el amor y perderse así de sus hechizos? ¿Vale la pena?
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