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Literatura

DÍA DE LA NIÑEZ: ‘Escribir poemas me hace sentir libre’, dice Jorge Eduardo Valdez Martínez

Su primer libro favorito fue ‘Harry Potter’, que le leía su hermana Lucía y le prestaba su hermano Julián

Escuchar historias en la voz de sus papás y hermanos hizo al pequeño Jorge Eduardo Valdez Martínez imaginar todo un universo del que se apropió cuando empezó a leer cuentos y luego plasmó al empezar a escribir poemas.

“Leer y hacer poemas me hacía sentirme libre justo en los tiempos cuando no podíamos hacer casi nada”, compartió.

Los libros llegaron a su vida desde que era pequeño o quizá fue al revés, los libros ya estaban en su casa cuando él llegó a la vida.

Sus papás, el periodista Eduardo Valdez Verde (qepd) y la escritora y promotora cultural Georgina Martínez Montaño, lo acercaron a sus propias lecturas desde que era muy pequeño.

En esos primeros acercamientos, recuerda Jorge Eduardo, influyeron también sus hermanos Julián y Lucía. Ella le leía fragmentos de los libros de Harry Potter cuando era pequeño y no sabía leer y años después Julián se los prestó para que él mismo los leyera.

“Mi mamá me recomendaba libros y yo los leía, me acuerdo que mi hermano tenía todos los libros de Harry Potter y yo por relajarme me ponía a leerlos y creo que fue de los primeros acercamientos a la lectura, tenía unos 7 u 8 años, me gustaba leerlos”, dice.

“Me imaginaba todas las historias, los escenarios, era muy lindo la verdad, todo se prestaba a la imaginación, como un sentimiento de libertad, de poder imaginar lo que entendemos. En casa tengo una biblioteca y si veía alguna portada interesante, me ponía a leer el libro”, dice entusiasmado.

La escritura llevó otro proceso.

Estando en la pandemia, Georgina Martínez decidió crear un taller que acercara a los niños a la poesía y Jorge Eduardo entró.

“Muchas veces mi mamá me llevaba a sus cursos para no quedarme solo en la casa y hacer algo y de paso me ponía a hacer las actividades, así empecé a escribir de cualquier tema”.

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La poesía en tiempos de pandemia

Eran tiempos de pandemia, de confinamiento, de estar en casa y para hacer los días más ligeros, se acercó a la poesía.

En el taller “Los papalotes salvajes”, Georgina les compartió lecturas, les dio temas y los pequeños sinaloenses echaron a volar su imaginación.

“El taller fue en línea, luego nos juntamos a grabar videos de los cuentos en el Jardín Botánico, y pudieron ver otros niños en el Ayuntamiento”.

La poesía, dice Martínez, es uno de los géneros más difíciles para que alguien lo escriba, porque el lenguaje no es literal, se sugiere.

“Yo veía en la pandemia que los niños no podían salir y dije voy a hacer un taller de poesía, le entras, le pregunté a Jorge. Era muy chistoso porque él estaba en su habitación y yo en otra y los niños en las suyas, poco a poco se fue dando y me sorprendió mucho, pues les das a los niños una herramienta”.

En el caso de su hijo, se dio cuenta de que pudo expresar muchos sentimientos.

“Él sacó muchas cosas, escribió sobre su casa, sobre la felicidad, sobre los papalotes, yo le puse así al libro ‘Los papalotes salvajes’ porque estos significan de alguna manera la libertad que no tenían y siento que sí cambió en él muchas cosas, le dio mucha seguridad.

Cuando él le dice a su mamá que le gusta que se sienta orgullosa, ella le responde que no no importa que no haga nada extraordinario según la gente, pues para ella lo extraordinario es que sea sensible,

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“Los niños si tuvieron un cambio, se acompañaron con poesía, fue un ejercicio de ver qué pasaba y fue muy bonito porque tú lees estos textos y lees una libertad que no tenían los niños, la tuvieron a través de la lectura y la escritura”.

Y entonces las palabras fueron esos papalotes que volaron sin hilos. Se olvidaron del encierro, sus miedos, sus alegrías, sus gustos o disgustos se trasformaron en poemas.

“Entramos al taller, nos decían un tema y nos poníamos a escribir y en la siguiente sesión los leíamos”.

Y Jorge Eduardo, a sus 10 años de entonces, escribió La muerte, Un monstruo, La oscuridad, El ave bandera, El gato de la noche, El secreto del papalote, La luna y Mi nombre es Jorge.

“Esta experiencia me ayudó a conocer otros niños, porque siempre he sido muy tímido, también las enseñanzas que había en los libros, me ayudó en muchas cosas la lectura, al escribir, al expresarme, sentirme libre justo en esos tiempos cuando no podíamos hacer casi nada”, compartió.

“Y con tantos niños como yo, que sentían lo mismo, se sentía acogedor expresarse y estar con personas que se entendían entre sí”.

Infancia feliz

Jorge Eduardo tiene actualmente 12 años, va en primero de secundaria y es el más pequeño de su grupo.

Le gustan las clases de Historia, Español, Geografía no tanto pero no le va mal y Matemáticas no le gusta. Su deporte favorito es la natación y su pasatiempo son los videojuegos.

Sus tardes las dedica prácticamente todos los días a nadar, los sábados descansa y los domingos pasa el tiempo con su familia.

El Día Mundial del Libro lo celebró leyendo sus libros favoritos, Harry Potter, Momo y El libro de todas las cosas, así como con la grabación de las 10 cosas que no sabían de los libros, para la radio.

Y aunque aún no tiene claro a qué se quiere dedicar cuando sea grande, Jorge ha pensado en ser chef, porque le gusta cocinar, o arquitecto, porque le gusta dibujar.

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SUS POEMAS

La muerte

Es eso que nos persigue y siempre acecha

y cuando pasa sentimos escalofríos.

Su mano es fría como un iceberg

y sin saberlo siempre se acerca

no podemos huir de ella,

Porque la muerte nunca se aleja

siempre nos recuerda que la vida es corta.

Un monstruo

Nunca lo vemos de buena manera,

Siempre como algo malo y aterrador

¿Pero qué es lo que siente un monstruo?

Qué tal si un monstruo sí tiene sentimientos

Qué tal si le enoja o le entristece que le llamemos monstruo

Y si sólo quiere hablar con nosotros

y no hacernos daño como muchos lo pintan,

porque un monstruo real se mide por la pequeñez de su corazón

no por su exterior.

La oscuridad

La oscuridad no es siempre

es eso que nos ciega.

Se puede ver de muchas maneras

miedo a quedarse sólo,

miedo a no ver nada,

o el que yo mismo tengo día a día

el miedo a un futuro oscuro.

cada quien lo interpreta diferente.

Ahora dime: ¿Cómo lo interpretas tú?

El ave bandera

El ave que lleva nuestros colores

con orgullo y vuela y vuela.

Unos te dicen quetzal

Otros te llaman trogón o coa

yo prefiero nombrarte ave bandera.

Y cuando vuelas, eso pareces

al ver que cruzas el cielo con alegría.

oigo tu canto dulce y siento que me platicas

de tu vida en el monte.

Y siempre te pregunto

si me puedes enseñar a volar!!

Pero nunca quieres enseñarme

aun así, me gusta platicar contigo

siempre que te veo se iluminan mis ojos.

y en el monte el silencio se aparta

para escuchar tu dulce canción.

¡Qué gusto me da tu vuelo!

ave bandera,

con los colores de mi nación.

El gato de la noche

Él siempre venía con el manto del sol

y se marchaba con el sombrero de la luna.

Salía a vagar y nunca regresaba temprano.

Muchos le decían “sombra”,

porque él era el gato de la noche

y nunca nadie supo

qué hacía al oscurecer.

El secreto del papalote

Un día como cualquiera

él volaba un papalote

el viento soplaba y soplaba

cortando el horizonte.

Desprendió del suelo al niño

que se aferraba al cordel,

temeroso, con los ojos cerrados

sentía el aire por su piel.

Al abrir los ojos de repente

¡No lo podía creer!

Entre nubes esponjosas

Volaban su papalote y él.

Un papalote es algo más

qué papel, carrizo e hilo

y una cola muy larga

es un artefacto de vuelo

un ave de colores

cruzando por el cielo.

Ese es el secreto

Que te quería contar

Un papalote en el aire

Nos invita a soñar.

La luna

La luna es como una niña

que sale a pasear de noche

con la que hablo cuando no puedo dormir.

Refleja toda la luz del sol

Se marcha al amanecer

Y no regresa hasta que la luz se va por completo

Casi nunca me dice mucho

cuando platicamos solo se sienta a escuchar

lo que sea que le cuente.

su cara es blanca, y muy misteriosa.

Y de vez en cuando la veo feliz.

Mi nombre es Jorge

Mi nombre es Jorge

el de las ideas enredadas en el cabello

soy un poquillo aburridillo

A veces siento que soy una hormiga

en un mundo de gigantes.

y cuando me entristezco

simplemente pienso en las cosas buenas

cuando me enojo me quedo callado

con una cara de tomate gordo

Cuando juego me imagino en los mundos que creo

Y cuando me asusto, cierro los ojos.

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