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"Mazatlán"

"El Octavo Día: Alfonso Tirado"

"El escritor en su columna habla sobre el que fue propietario del icónico Restaurante Doney,"
EL OCTAVO DÍA
03/02/2019 14:58

La semana pasada falleció el arquitecto Alfonso Tirado, hijo y homónimo del primer Alcalde de oposición de Mazatlán, quien fuera asesinado en el Hotel Rosales, de Culiacán, en 1938, estremeciendo a todo Sinaloa. Su corrido llegó a tener gran éxito en la voz de Antonio Aguilar.

Mucho más allá de eso, Alfonso Tirado, hijo, aportó aspectos relevantes a nuestra identidad. Propietario del icónico Restaurante Doney, era un devoto de la historia: siempre que me acerqué a él para buscar o corroborar un dato, me daba información precisa, incluso, aunque no fuera del todo favorable al desempeño político de su familia.

El Restaurante Doney estuvo ubicado antes en 5 de Mayo y luego se mudó a Mariano Escobedo. (Los mazatlecos seguimos llamando por años al edificio anterior Los apartamentos del Doney.

Ricos desayunos, excelente café, grata compañía y presencia de gente conocida y reconocida. Es curioso cómo los políticos mazatlecos ya no hacen tanta política “de café”, como era la usanza y ahora acontece en otras ciudades.

Había un payasito de juguete que se movía con un ingenioso mecanismo por un cable sobre una rueda en el alto techo y, según se contaba, era creación del señor “Chícharo” Ramírez, también creador de las pulmonías.

Con los años, la zona cambió y la gastronomía se mudó de escenario. Cerraron, junto con el Doney, también Los Faroles y el Joncol. Las novísimas Panamás se quedaron con todo. Solo quedaron ahí las nieves Medrano.

El Doney era un símbolo de Mazatlán, en otro sentido como lo fue también -guardando sus proporciones- el Restaurante Mamucas, al otro extremo de la calle 5 de Mayo y también de la historia.

A su manera y estilo, ambos dieron su sitio a la gastronomía local a nivel nacional, algo que ahora se espera recuperar para darle su plus al destino.

La familia Tirado dio productores de alimentos, presidentes municipales, reinas de Carnaval y hasta el mezcal local de La Hormiga, desaparecido cuando el gobierno de Jalisco logró la denominación de origen, dándole al traste a parte de la economía del sur.

Luego los políticos de la Capital del Estado cerrarían el Ingenio azucarero de El Roble, para proteger el de Los Mochis, clausuraron la cementera de Mármol y ya mejor paro de enumerar las desgracias que nos han asestado esas decisiones extrañas. Apenas nos acaban de conceder una presa que no tiene derivadora y solo sirve para acumular agua.

Vuelvo a don Poncho Tirado. Pocas personas tan gentiles como él me distinguió con su confianza y amistad a lo largo de los años.

Hace poco me confirmó una información curiosa que en un libro encontré narrada en clave: cuando un candidato a la presidencia en los años 30 vino a Mochis, se sorprendió en un acto en Sinaloa, de la gran cantidad de militantes que marchaban... hasta que se percató que eran soldados sin uniforme, que daban vueltas y vueltas al hotel, gritando consignas.

Y esto fue porque los trabajadores del ingenio también iban a desfilar con sus instrumentos de trabajo en mano -marros, truchas y machetes- y si no se cumplían sus demandas, las usarían contra los políticos de Culiacán.

Eso no decía el libro, pero Alfonso lo confirmó porque esa información era parte de su herencia de familia. Descanse en paz un noble mazatleco.