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Desnuda su alma

Exorciza Manuel Rochín sus demonios

El escritor mazatleco presenta su nuevo libro ‘Trilogía de La Casa Redonda’, un paseo por las tragedias de su infancia

Unas vías del ferrocarril, los barcos y la marisma porteña envolvieron lo que fue la vida del escritor mazatleco Manuel Rochín, quien desnuda su alma en su nuevo libro Trilogía de La Casa Redonda.

En Casa Haas y ante un salón abarrotado, el escritor porteño, en compañía del periodista y también escritor Ariel Noriega, dio a conocer su nueva obra, en la cual narra la vida que vivió desde pequeño, en un mundo lleno de carencias, pero a la vez lleno de aventuras.

$!Foto: Noroeste/Rafael Villalba
Foto: Noroeste/Rafael Villalba ( )

Ariel Noriega presenta a un Manuel Rochín, naciendo a la vida como un niño pobre, perseguido por la tragedia de intentar sobrevivir cada día. Una de ellas, la primera, la ausencia de sus padres, ya que vivía en casa de sus abuelos, en la Colonia Casa Redonda.

De ahí nació la necesidad y la inspiración para narrar este libro, que plasma el otro lado de Mazatlán, el lado hostil, oscuro, ese que generalmente se mantiene oculto, ya que no muestra las maravillas con las que cuenta el puerto.

Trilogía de la Casa Redonda reúne de un zarpazo su colección de libros: Los muchachos de la Casa Redonda, De armas tomar y Panorámicas del purgatorio, con una fuerte carga autobiográfica y ganas de exorcizar sus demonios”, explicó Ariel Noriega.

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Foto: Noroeste/Rafael Villalba ( )

El amor y el sexo son una fiesta en sus historias, pero casi siempre una fiesta que termina mal y que sucede casi siempre para alimentar una nueva tragedia.

“Lo increíble de esta historia es que narra el otro Mazatlán, allá pegado a una marisma, donde hay un niño flaco, feo, pobre, donde ni siquiera están sus papás, creo que eso fue su primera tragedia; en la historia tampoco es un héroe, ni una víctima que está recibiendo todos los infortunios, él sólo está describiendo su vida, y supongo que es la vida de miles, o millones de personas”, explicó Noriega.

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Foto: Noroeste/Rafael Villalba ( )

Manuel Rochín, ese niño que vive a espaldas de ese Mazatlán y su paraíso, sale de otro lado, cruzando el canal de navegación para ir a la Isla de la Piedra y tener un día de aventuras, y lo cruzan nadando, se cuelgan de una boya que está en el medio, descansan y siguen para allá, tuve que decirle que me llevara a ver eso, porque no le creía”, comentó.

El libro final está construido sobre anécdotas y pequeños cuentos que de vez en cuando utilizan la ficción para salir adelante.

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Foto: Noroeste/Rafael Villalba ( )

El autor, Manuel Rochín, comparte que es un libro que lo había postergado, que lo tenía previsto presentar desde hace 10 años, pero por diversas circunstancias no había podido.

Este libro es una trilogía de una comunidad que todos conocemos aquí en Mazatlán, La Casa Redonda, y si tuviera que ponerle otro título le pondría 45 años en La Casa Redonda”, comentó.

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Foto: Noroeste/Rafael Villalba ( )

“Puedo decir que es el libro de mi vida, y se puede decir que lo hice con las entrañas, con todo lo que soy, y procurando ser lo más honesto posible, porque yo creo que uno de los principios básicos de la literatura es la honestidad, y que también sirva para exorcizar nuestros demonios”.

El escritor comentó que tal vez sea uno de los libros consentidos de su autoría.

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Foto: Noroeste/Rafael Villalba ( )

La Casa Redonda era un lugar, el cual yo lo veía luminoso, verde, lo veía hermoso, y con el tiempo fue cambiando de manera muy drástica, hasta convertirse en un lugar que daba miedo entrar ahí, aunque ya está más tranquilo.

“Ya me salí de ahí, pero no fue por eso, fue porque la vida me llevó, pero lo que yo viví en La Casa Redonda, se queda para siempre en mí, en lo que soy, y quise compartir esto con mis amigos y con la gente que he tenido la fortuna de que hayan leído un poco”, compartió.

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Foto: Noroeste/Rafael Villalba ( )

Rodeado por su familia y sus amigos, por sus lectores y compañeros del oficio de escribir, Rochín se fue hundiendo en sus recuerdos, mientras avanzaba la noche y su libro se abría para contar lo que algún día vivió un niño, en un mundo que se desmoronaba antes sus ojos.

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