|
""

"Expresiones de la ciudad"

"Gata revolcada y sangrienta"
La ruta del paladar
07/11/2015 10:59

    Uta, oiga, 'tese tranquilo porque aquí no ha pasado nada. Que siga la fiesta. Tienen razón mis amigos investigadores del pasado cuando dicen que a los gobernadorcitos mucha falta les haría un asesor especialista en historia, con aquello de que se avientan proyectos a lo loco, muchas veces sin sustento, como si los hechos no tuvieran antecedentes, como si los problemas que padece la ciudadanía aparecieran por arte de magia.
    Cuántas veces, al principio de los sexenios, no leemos o escuchamos planes rimbombantes del mandatario en turno, diciendo que ahora sí, que sus chicharrones van a tronar como nunca han tronado para resolver tal o cual dificultad social.
    Al problema que más se le ha prodigado verborrea es a los relativos a la inseguridad, a los altos índices de violencia y, por supuesto, al rollo del narcotráfico. Nada más fíjese en los discursos del Presidente Felipe Calderón.
    Y más ahora, oiga, con este 2009 tan sangriento, tan salpicado de asesinatos y donde ya no se salvan ni los niños. Y es que las cosas están sucediendo, como me lo dijo sin sorpresa el escritor Arturo Pérez-Reverte, muy al estilo Colombia, donde la consigna es tirotear parejo, caiga quien caiga.
    En plan de broma, un tipejo comentó que ya ni para matar hay moral, que en otros tiempos se tenía cuidado de darle matarile al indicado o a la indicada, pero que en la actualidad las cosas ya no son así, de modo que, pues, córrele porque te pego.
    Está como en los años del sexenio de Francisco Labastida Ochoa, donde se dispuso pintar de moral a los medios de comunicación, principalmente a la radio, para que dejaran de tocar los corridos alusivos al narcotráfico.
    Vaya, hasta las salas de cine dejaron de proyectar películas con ese tema, como fue el caso del filme Lamberto Quintero, con Antonio Aguilar. Pero hubieran visto, señor y señoras míos, cómo se regocijaban los cines ambulantes anunciando esa película en las colonias periféricas. Sí, oiga, con aquello de que, ande, apúrese, traiga su sillita porque la función no tarda en empezar.
    Y si nos vamos más atrás, durante el mandato de Alfonso Genaro Calderón Velarde se implementó la Operación Cóndor, sembrando una estela de muerte a lo largo y ancho de Sinaloa, actividad que dejó de herencia un corrido que a mí me parece significativo, casi un documento de análisis sobre cómo estaba Culiacán por esos años, principalmente la colonia Tierra Blanca.
    Se llamaba -se llama- La mafia muere. Tierra Blanca se encuentra muy triste, ya sus calles están desoladas, ni se miran los carros del año, ni se escucha el rugir de metrallas, las mansiones que fueron de ricos, hoy se encuentran muy abandonadas…
    Pero le decía que mis amigos muchas veces han opinado que bien harían los gobernadorcitos en tener a la mano a un especialista en historia. Ahora los entiendo mejor cuando leo cómo se la jugaban los narcos en los años 40 y lo que sobre ellos se escribía. ¿Y sabe qué? Nada. Azul y buenas noches. Que siga la fiesta.
    Es decir: nadita ha cambiado, con todo y los millones de pesos que se han invertido para combatir el narcotráfico, con todo y los discursos y los planes arrebatados de los mandatarios.
    Es la misma gata, pero más revolcada, más perversa y más sangrienta. Póngale ojo a lo siguiente: el viernes 20 de junio de 1947, Rubén Gutiérrez publicó en La Voz de Sinaloa el artículo titulado "Los gomeros y las autoridades", en el que se queja de que el trafique con el opio se ha estado generalizando mucho, "y se hace con tanto descaro, que en fondas y restaurantes, miembros de bandas o mafias divulgan nombres, refieren las aventuras, hablan de que hay quien habilite con fuertes capitales las siembras de adormideras". Y habla de "nuevos ricos" con palacetes construidos en Culiacán y Tierra Blanca.Dígame usted si hay diferencias entre ayer y hoy con esto que sigue: "Estas cosas son del dominio público, y suponemos que de las autoridades también; pero hay 'algo' por lo que la campaña contra los narcotraficantes no surta efectos, pues muchos de ellos, señalados por la opinión pública, son quienes andan armados con flamantes pistolas, en ocasiones con reglamentarias 45; matan y luego obtienen su libertad para decir en corrillos que la lograron mediante tantos miles de pesos: guían en la ciudad flamantes automóviles y luego afirman que tienen autorizaciones oficiales para andar con sus armas a luces, cuando todo mundo sabe que son contrabandistas descarados".
    Y la preocupación de Rubén Gutiérrez: "Es tiempo de pensar en que si las autoridades siguen tolerando este estado de cosas, día con día más inmoral, más amenazante, pronto se vivirá en Culiacán, la misma azarosa vida de la frontera, donde los contrabandistas -la mayoría de ellos sinaloenses que son eslabones de mafias- hacen con más frecuencia hechos de sangre, delitos incalificables, como los que ya están registrándose aquí en la capital del Estado de Sinaloa".
    Dos meses después, en el mismo periódico, el columnista H. H. Mejía refiere que si Sinaloa tenía fama de ser un estado torpe, "hoy esa famita fue a dar al cesto de los papeles inútiles para dar paso a una bien sentada fama de carácter mundial. Es decir, los torpes, los mosquita muertas, se han civilizado y se han puesto águilas", pues "traen en jaque y se han burlado no sólo de las autoridades del Estado, Municipales y Federales, sino de la renombrada policía de los Estados Unidos".
    Oiga, como pudo leer, pues no le veo variedad al asunto, excepto, como dije, que la gata está más revolcada y se ha vuelto más criminal. Cree que si nuestro gobernador en turno estuviera enterado de opiniones como las de Mejía y Gutiérrez, al menos le servirían de base para analizar el desarrollo, el descuido y la vetusta impunidad de los amantes de la siembra y el trafique de estupefacientes.
    Y mire que no ando con rollos de moral, pues si a opiniones vamos, creo que ya es hora de ver este problema desde otra perspectiva, como es la discusión, el debate que debe iniciar para ver el pro y los contras de la posible legalización del consumo de drogas, porque hasta la fecha no he visto resultados plausibles de cuanto plan ha surgido desde el mundo oficial, pero sí mucho crimen, muchas casas y muchas calles manchadas de sangre. Y a muchas familias enlutadas.

    Así estaban las cosas en la década de los cuarenta. Y así siguen estando. Y si quiere opinar, hunda el dedo sobre el teclado y dígamelo a mi correo electrónico: jbernal@uas.uasnet.mx.