"Expresiones de la ciudad"
A Willy Ibarra lo conozco desde hace mucho. Recuerdo haberlo visto por primera vez allá por los años 80, él sobre un templete haciendo pininos como conductor, yo desde el público sorprendido por la valentía de aquel chaval que sin tener entonces una voz afinada para enfrentar el micrófono, ni se inmutaba tantito y en cambio hacía valer su facilidad de palabra. Desde entonces ha pasado tiempo y cada quien se fue por lo suyo, pero siempre encontrándonos según el encargo de cada uno en el concurso universitario.
El clan de los Ibarra siempre se ha distinguido por el gusto de los reflectores, o a lo mejor las luces han sido naturales dado el desempeño intelectual, docente o de liderazgo que los tres hermanos, Adolfo, Guillermo y Willy, han protagonizado según su personalidades, gustos y preparación académica. Han sido tipos de polémica, de allí que han tenido tanto adeptos como detractores. De cualquier forma, yo no conozco a nadie de decisión y propuestas que pase indemne por la vida.
Con Willy Ibarra no siempre he estado de acuerdo. Alguna vez por ejemplo acusé por aquí su protagonismo. Pero hasta allí. Lo volví a ver de cerca en ocasión del Festival Universitario de la Cultura, desempeñando su papel como director de Radio Universidad.
Si no me equivoco, está repitiendo un tercer periodo al frente de Radio UAS y el hecho invita a la reflexión. Sé que en todo ese lapso se ha ganado antipatías. Incluso algunas controversias se han hecho públicas.
Creo sin embargo que lo que sucedió tiene que ver con la ruptura del feudo en que se había convertido Radio Universidad. Había allí, y lo digo porque lo sé, presencias que se sentían inamovibles, e incluso imprescindibles para que siguiera oyéndose la emisora universitaria. La llegada de Ibarra tocó intereses y era prácticamente imposible que no sucediera nada.
Yo tengo amigos en la barra de opiniones con que cuenta Radio UAS. Y no me son ajenos los puntos de vista encontrados que tienen respecto al desempeño del director. Y con todo, Willy Ibarra se sostiene.
Eso fue lo que me llamó la atención.
Pero no es difícil concluir en algo. Suficiente con ponerle atención al equipo de trabajo con el que carga amén por todos lados. Pasa que, guste o no, con acuerdos o desacuerdos, Willy Ibarra es un funcionario de armas tomar, un hombre que, casi lo aseguro, sacrifica hasta los tiempos personales para otorgárselos a su hacer como trabajador universitario.
Algunos pudieran decir barbaridades en torno a la personalidad del director de Radio UAS. Pero lo que nadie puede objetar es su entrega, su casi inagotable energía para hacerse presente donde se ocupen los micrófonos de la radiodifusora, sea al amanecer o en la madrugada, en domingo o en temporada vacacional.
Es de caballeros reconocer cuando existe alguien con una mística como tal. Desde esa perspectiva, mis respetos para Willy Ibarra y para equipo que le acompaña. Lo demás es lo de menos, porque a la hora de los gritos lo que habla es el trabajo. Y punto. jbernal@uas.uasnet.mx