"FACTOR HUMANO: ¿Cultivar el espíritu o la muerte?"
Una sociedad puede elegir entre vivir en la barbarie o en la civilización a medida en que invierte y promueve el arte y la cultura. Es decir, puede privilegiar el cultivo del espíritu o de la muerte. Por eso estamos como estamos. La reducción a la cultura es una barbaridad.
¿Para qué cultivarnos?
Así como se cultiva la tierra para obtener frutos exquisitos, cultivarse uno mismo y promover la cultura social nos civiliza y mejora la convivencia.
La filosofía nos enseña a pensar, el civismo a convivir, la religión a adorar a Dios, la moral a formar la conciencia, la medicina a cuidad la salud, las matemáticas a ser exactos, la economía a crear abundancia, las finanzas a cuidar el dinero, el derecho a respetar los derechos y obligaciones, la biología a cuidar la vida, la tecnología a progresar. ¿Y el arte?
¿Para qué sirve el arte?
¿Qué beneficios tiene individualmente y en la sociedad? Primero entendamos su enorme utilidad: el arte nos enseña a sentir. Las emociones y los sentimientos mueven la conducta más que las ideas. Nada más y nada menos.
Combinado con el sentido del deber y la responsabilidad mejora sustancialmente a la persona.

Cuando mejoramos la observación captamos más cosas; cuando mejoramos el gusto lo convertimos en buen gusto; al educar el oído descubrimos más belleza sonora; al disciplinar el cuerpo expresamos más plasticidad; al leer enriquecemos el criterio y nos expresamos mejor; al escribir ordenamos las ideas y moldeamos la expresión; al conversar aprendemos a escuchar y a respetar las opiniones ajenas; al dibujar y pintar aprendemos las formas de las cosas, el balance de la luz y los colores; al tocar un instrumento trasmitimos su belleza; al actuar mejoramos la dicción y conectamos el lenguaje corporal con los sentimientos; al moldear el barro palpamos las formas y texturas; al fotografiar descubrimos los elementos de la imagen; al construir buscamos la belleza y la comodidad del espacio.
El arte educa los sentidos
Como hemos visto el arte nos ayuda a sentir, a captar y expresar más lo bello. La Belleza como la Verdad y el Bien moral son imprescindibles, si falta uno cojeamos en la vida: nos deshumaniza.
Al buscarla en nuestras relaciones embellece la convivencia. Una persona con el oído educado modula su voz y no grita. Alguien que lee se hace más culto. Quien educa su paladar amplía su gusto, disfruta más y procura dar buen sazón al cocinar. Quien educa su vista combina mejor los colores y su manera de vestir. Quien escribe un poema nos deleita. El joven que toca en la banda o en una orquesta aprende a armonizarse con los demás y de paso se disciplina evitando el ocio, la madre de todos los vicios.
El arte educa los sentidos. De esta manera aumentamos la capacidad de deleite y de gozo, descubrimos más la belleza de las personas, de la naturaleza, de las ideas, del cuerpo y del espíritu.

¿Cultura o barbarie?
Por el nivel de inversión y espacio dedicado al arte podemos saber qué grado de barbarie o de cultura tiene una sociedad. Donde hay ignorancia, pobreza e infelicidad prospera el narcotráfico y el crimen.
Los primeros hombres vencieron su salvajismo pintando en las cuevas, danzando juntos, haciendo música, dándole utilidad y belleza a sus enseres cotidianos. Las pirámides de Egipto, Teotihuacán, Machu Pichu, la Gran Muralla, son magníficos ejemplos del avanzado nivel de conocimientos, de belleza y de civilización.
Los salvajes no pudieron haber construido las antiguas y grandes obras que generan mucho asombro, gran turismo y entradas de divisas. Muchos países viven de los réditos de la grandeza de sus ancestros, de lo bien y bonito que hicieron las cosas.
El dinero no hace a la gente culta ni civilizada
Un empresario me presumía su bar pero no su biblioteca, porque no tiene. La cultura del narcotráfico es una civilización de la barbarie, un retroceso que no respeta la vida ni la dignidad humana. La miseria y pobreza dificulta el cultivo del arte por la urgencia de sobrevivir. Donde hay ignorancia hay bajos niveles de conciencia.
El tiempo libre
Los saltos cuánticos de la civilización se dieron en Mesopotamia, en China, en el Mediterráneo: en Egipto con su enorme sabiduría; en Grecia la cuna de la filosofía, de las ciencias, de la democracia, de la medicina, de la academia y en Israel donde vivió Cristo que evolucionó todo. Las bondades del clima, el buen cultivo del ocio, de civilización, lo facilitaron.
Quien aprende a usar su ocio descubre caminos para mejorar. El cultivo del arte va más allá de ver TV y de tomar con los amigos o ir al café. El arte enriquece esas reuniones. El arte se nota hasta en la manera de poner la mesa, la creatividad del menú, en cómo y qué se bebe.
Donde se fomenta el arte mejora la civilización, donde no hay civilización hay barbarie. Al educar la sensibilidad saboreamos mejor la compañía y todo. Le da sentido a la vida.