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Columna

Factor Humano: ¿Qué tiene de malo ser humano?

No se trata de superar nuestra condición humana: se trata de abrazarla. En la medida en que me abrazo, abrazo a todos
FACTOR HUMANO
27/03/2021

Nos llama la atención que suele darse diferentes significados a la palabra humano dependiendo de la conducta y la manera de ser de alguien. Para justificar los errores dicen “es que es humano”, para enfatizar la compasión dicen “fulanito es muy humano”, a un desalmado le dicen “es inhumano”. Curioso, parecen de planetas distintos.

Lo humano suele sobrevalorarse e infravalorarse, el problema es que lo olvidamos y asumimos que somos algo distinto. Craso error porque esta postura cosifica, animaliza o angeliza a la gente ¿en dónde dejamos lo humano? ¿Acaso nos estorba por momentos?

En realidad nunca dejamos de ser personas. Tan humano es el pecador como el santo, el pobre como el rico, el enfermo como el sano, el no nacido como el viejo, la mujer como el hombre. La persona encarna lo humano. No asimilar lo humano trae más problemas que serlo. “Hombre soy, y nada de lo humano me es ajeno”, decía Publio Terencio Africano en 165 A.C.

Las ideas

Todo intento de mejora que no parta de la completa asimilación de lo humano yerra. En lo social ¿Qué ha sucedido con tantos “ismos” que parten de una idea incompleta o errónea de la condición humana como el comunismo, el socialismo, el capitalismo y el hedonismo? Partir de las ideas en vez de la realidad siempre nos traerá problemas porque las ideas interpretan la realidad y con frecuencia no distinguimos entre realidad e interpretación, es decir: damos por cierto lo que pensamos. Las ideas deben someterse a la realidad si no patinan. “Toda persona que se maneja solo por sus ideas es un temerario” y un loco, añado con Maurice Blondel.

La dualidad

En lo humano la locura y la sensatez danzan juntas, la muerte se asoma en la enfermedad, al dormir ensayamos morir, al vivir sentimos la eternidad y la muerte parece convertirnos en la nada y nos rebelamos, y el alma nos calma como la madre al niño que llora.

Vivimos en la paradoja, en la doble realidad del ser y el tiempo que nos expande y limita; sumergidos en la dualidad interna patentizada en la lucha entre el Yo real y el ego; Al amar trascendemos, pero el amor hace pasar el tiempo y el tiempo hace pasar el amor, el Yo se convierte en el Tu y llega un momento que nos confundimos porque “la doble llama” de Octavio Paz se fusiona y “al separarnos duele porque ¿Quién es ese Yo cuyo mío eras Tú?” decía Robert Graves.

El ser y el tiempo

En cada uno habita lo abominable y lo admirable; la perfección solo existe en la mente, en este momento que lees esto eres todo lo que eres, porque solo este momento existe, los demás están en la mente. Lo real y lo posible juegan con la imaginación, la misma que nos saca del presente, justo donde se realiza lo posible. Nuestro ser está contenido en cada gota del tiempo que cae, una, tras otra, ineludiblemente. No necesitamos palabras para definirnos. Las palabras aunque explican bien la realidad suelen reducirla.

La sombra

Las sombras sirven para contrastar la luz. Cada uno tiene sus propias batallas, sus propios demonios. Todo es para bien si somos humildes. Le tenemos terror al miedo, no sabemos manejar los sentimientos “negativos”, parecen alejar la felicidad, pero ellos son necesarios justo para saborearla. Crece quien va venciendo sus miedos, quien siente su tristeza sin confundirse con ella, quien va conquistando su libertad, quien se deja amar y ama con menos condiciones, más quien se vuelve amor. Lo que parece absurdo tiene sentido, el tiempo lo muestra. No seríamos lo que somos sin esos momentos, sirven como el abono para florecer.

Aquello que te avergüenza más, lo que no soportas de ti, está intentando mostrarte una realidad más amplia y dulce de ti; lo que en realidad te hace sufrir no es lo que eres: es lo que piensas de ti. Nos conciliamos cuando el pasado nos sonríe.

¿Qué haríamos sin la culpa, sin los remordimientos? No evolucionaríamos, es decir: no amaríamos. Errar tiene la grandeza de hacernos humildes y más auténticos. La gente tiene sed de encontrarse con gente honesta. Todos repudiamos la falsedad pero qué trabajo nos cuesta ser honestos y sinceros con uno mismo, nos aterra no ser aceptados.

¿Qué nos salva?

No se trata de superar nuestra condición humana: se trata de abrazarla. En la medida en que me abrazo, abrazo a todos. Asumámosla y besémosla, no somos otra cosa. Mead aquél personaje de Miguel Ángel Asturias “cansado de manejar todo el día, se apeó de su camioneta y se tumbó boca arriba en el césped con los brazos como almohada, las estrellas brillantes del firmamento le hablaban de un mundo infinito, pero de pronto el tic-tac del reloj de su muñeca, le hablaba de un mundo que se acaba”.

Navegamos en el océano de lo infinito sostenidos por una mano infinita, “no veáis con la mirada puesta en el muro porque veréis solo tierra”.

paulchavz@gmail.com

Las sombras sirven para contrastar la luz. Cada uno tiene sus propias batallas, sus propios demonios. Todo es para bien si somos humildes. Le tenemos terror al miedo, no sabemos manejar los sentimientos “negativos”, parecen alejar la felicidad, pero ellos son necesarios justo para saborearla.
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