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"Inspira la muerte a crear un Carnaval en Mazatlán"

"Se viste el TAP de luces para celebrar a la huesuda con un laberinto de arte dedicado al Día de Muertos"

La Revolución de la Muerte se apoderó de los espacios del Centro Municipal de Artes y las entrañas del Teatro Ángela Peralta, símbolo cultural de los mazatlecos, que se convirtieron en un laberinto de arte dedicado a la muerte, recorrido por cientos de personas que fueron testigos de la creatividad de los artistas locales.

El taller de pintura y escultura se transformó en un escenario sobre el que las alumnas de la Escuela de Ballet, coreografiadas por la maestra Zoila Fernández, ofrecieron la obra Muerte Revolucionaria. Sobre puntas de ballet y con la estilizada técnica de la danza clásica, las bailarinas se convirtieron en soldaderas al ritmo de La marcha de Zacatecas, La Valentina y Toque de queda.

Fue curioso ver al final de la coreografía, a la que se introdujo un elemento de la Revolución socialista, un par de bailarinas aparecieron con cascos de obreros.

El pasillo que define la Galería Rubio estuvo adornado con pinturas fosforescentes que representaron a Frida Kahlo. Al final de este, cinco bailarines de la Escuela de Delfos interpretaron una mortuoria coreografía guiados por el ritmo de fragmentos de Carmina Burana.

Una pequeña escalera condujo a los espectadores a uno de los pasillos del primero piso de balcones para penetrar al escenario, el telón estaba cerrado y otro telón cubría la parte del ciclorama; cuando este se abrió, apareció una escena inspirada en el filme Beetlejuice, en la que la canción Banana song sirvió para dar vida a la coreografía de Víctor Ruiz, La última cena, que junto con Las brujas de Cri-Cri fueron las estrellas de la noche de muertos en el Teatro Ángela Peralta.

Cuando el público quedó frente a la butaquería del teatro, la música de Cri-Cri marcó los movimientos de una docena de manos que con la magia de la cámara negra cobró vida en una cómica coreografía en la que una divertida figura femenina con peluca naranja terminó en los huesos.

En la zona de camerinos, el espíritu de Emiliano Zapata conversó divertidamente con Chavela Vargas. Sobre la puerta de acceso, Jessica Rabbit cantó. Elevado en otra esquina, Freddy Mercury interpretó sus éxitos. En otro de los pasillos, sobre las cabezas de los espectadores, Juan Gabriel recibía amablemente a los visitantes, en un ingenioso y delicioso monólogo armado con la letra y los títulos de sus canciones.

En una de las escaleras que comunica con los pasillos de gallola, Juan Gabriel cantó El Noa Noa, Amor eterno, Buenos días, señor Sol y No tengo dinero.

Al salir a la terraza del tercer piso, la Orquesta de la Muerte interpretó a los recién llegados la divertida La bruja, Laila y otras canciones relacionadas con la muerte.

En la galería del TAP se expusieron 16 grabados de gran formato, todos tuvieron como tema principal las calaveras: amantes, pensantes, con raíces en la tierra, Emiliano Zapata, soldadera, revolucionaria; en ese mismo espacio se colocó la instalación Tu silencio mata la vida, sobre la contaminación y haciendo particular referencia a la fábrica de amoniaco que planean instalar en Topolobampo.

En uno de los pequeños salones de la expo permanente sobre Ángela Peralta, dos alumnas de Danza contemporánea interpretaron una obra sobre la represión de una mujer sobre otra, mientras en el altar multitudinario que presidía la foto de Ángela Peralta, también se colocaron la de Ricardo Urquijo, el pintor Almada, Margarita Naranjo de Saa, Antonio Haas y Jorge Gorostiza.

Con esto, el público apreció en cada espacio del lugar el espectáculo multidisciplinario dedicado a la muerte.

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