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"La causa de la poesía es la transformación: Juan Bañuelos"

"El poeta chiapaneco fallecido el 29 de marzo, habló con Noroeste en 2001, cuando vino a la entrega del Doctorado Honoris Causa que la UAS entregó a Samuel Ruiz"
10/04/2017 08:23

La vida de Juan Bañuelos en Chiapas estuvo apegada al ambiente indígena. Zoques, tzotziles y zeltales, la nana autóctona de su casa, dieron a su formación una influencia que reflejó en su poesía.

Y de eso habló en una entrevista en  2001. Fiel a la amistad, vino a Culiacán para acompañar al Obispo Samuel Ruiz García, a la entrega del Doctorado Honoris Causa por la Universidad Autónoma de Sinaloa.

Bebía café y recordaba.

"Yo me formé con la manera de hablar de los indígenas, me crié en un ambiente en el que el vencido tenía la obligación de ser bilingüe y por su estructura mental, hablar español era para ellos un problema de espacio, tiempo y de sintaxis, por eso de ese español barroco, lleno de adjetivos, se fue creando un español del que tomaba únicamente las expresiones y palabras que le iban a servir.

Bañuelos nació en Tuxtla Gutiérrez, en octubre de 1932, y partió a la capital del país para formarse en las letras y las leyes. Leyó a Rubén Darío y Paul Claudel, estudió Filosofía y Letras, Derecho y Ciencias Políticas y su oficio de escritor lo enfocó a la defensa de los pueblos indígenas, labor que se acentuó en 1994 cuando se incorporó a la Comisión Nacional de Intermediación, después del levantamiento indígena en Chiapas. 

Sus inicios en las letras fueron con el colectivo La Espiga Amotinada, nombre que adoptó el grupo de poetas integrado por Jaime Labastida, Eraclio Zepeda, Jaime Augusto Shelley y Óscar Oliva. 

Luego publicó Escribo en las paredes, No consta en actas, Destino arbitrario y Donde muere la lluvia, entre otros, y en en 1968 ganó el Premio Nacional de Poesía Aguascalientes. Murió el miércoles, a los 84 años. 

Aquí un fragmento de aquella entrevista.

 

Mitología personal

-¿Haber nacido y vivido en Chiapas le dio esa mitología personal?

Absolutamente. Toda esta mitología, los mitos, esta cosmogonía se fue trasminando en mi forma de vivir. El contacto con la gente y la naturaleza me hizo desarrollar una visión poética que se fue enriqueciendo con mis lecturas que no eran del esquema de la capital. Yo conocí primero a poetas de Centroamérica, poetas del sur y poetas como Saint John Perse a quien nadie conocía y llegué a conocer porque en una librería de viejo me encontré un libro deshojado, sin el nombre del traductor, que vendían como desecho en 30 centavos. 

Leí a Saint John Perse y pensé que era un poeta chiapaneco con seudónimo, porque hablaba de las palmeras, del trópico... Esos poetas me influyeron con el verso largo y descriptivo. Luego conocí a los poetas mexicanos y tuve la suerte de formarme con maestros refugiados españoles, lo que también fue fundamental en mi vida. 

-¿Qué aprendió de Pound, Mallarmé, Perse y Claudel?

Que la poesía debe hacerse en voz alta, más allá de la declamación, más allá de su intimidad porque es palabra y viene de un lenguaje que se habla. 

-¿Cuáles deben ser las virtudes de la poesía?

Ser lo más espontánea posible. Yo creo que la gran virtud de la poesía, tanto para el poeta como para el lector, consiste en la revelación del propio ser, que la conciencia de las palabras lleve a la conciencia de uno mismo y los demás, a conocerse y reconocerse. 

-En este mundo globalizado, ¿cuál es la causa de la poesía?

La causa de la poesía es la transformación, por eso la poesía tiene una definición en la época de Homero, otra en la de Dante, va cambiando de acuerdo con las circunstancias. Y en este momento, la poesía que practica sobre todo el mecanismo de la imaginación es un gran peligro para el mundo científico, porque puede detectar cuál es la falla de los gobernantes y de los grandes sistemas ideológicos, de la usura; puede sensibilizar. Estos poetas no viven en las nubes, estamos viendo grandes movimientos como los vimos con los griegos Giorgos Seferis y Odysseus Elytis que volvieron a los pueblos originarios, a la mentalidad y a los mitos. 

De la poesía a la política

En 1994, lo nombraron integrante de la Comisión Nacional de Intermediación para ser un intermediario entre las demandas de los grupos indígenas de Chiapas, luego del levantamiento del Ejército Zapatista de Liberación Nacional, y el gobierno; sus amigos poetas le aconsejaron no aceptar.

“Me dijeron 'oye, te vas a acabar como poeta, no lo hagas, no aceptes, no eres un joven. ¿Vas a sacrificar la poesía por la política?" Dije: "no, me voy a enriquecer y presiento que este acontecimiento en mi vida no se va a volver a repetir", y así fue hasta 1999 que estuve ahí”.

-Durante los cinco años que estuvo en la CONAI, ¿tocó su trazo poético el conflicto?

Sí y mis amistades cambiaron, ya no son literarias, ahora son antropólogos, etnólogos, historiadores, gente que me dé más para que yo tenga una visión poética de lo que quiero hacer. 

-¿Qué pasó con La Espiga Amotinada, se desintegró?

No, La Espiga Amotinada terminó en Espiga Acomodada. Es decir, fue una cosa incidental que pasó en nuestra vida. Serán los investigadores los que digan si hubo una aportación, pero más bien fue incidental, éramos jóvenes que nos juntábamos y lo único que yo hice fue dar el título de mi primer libro, La Espiga Amotinada.

-Después de La Espiga... ¿cómo ha sido su relación con los demás poetas?

Pues yo he sido un poeta bastante aislado, he crecido como la hierba, sin nombre, igual que crece la hierba en los montes de Chiapas; también, como la hierba, he sido pisoteado por el enemigo gratuito; pero también, como la hierba, soy muy terco y he vuelto a crecer.

-¿Qué lee actualmente Bañuelos, qué poetas tocan su corazón? 

En este momento estoy leyendo a Bañuelos (ríe con soltura, a manera de broma) lo estoy descubriendo porque nunca había releído todas mis cosas juntas, y me asusto y me duele, y en otros momentos me da alegría. Es como si estuviera leyendo a un poeta que existió hace mucho tiempo y que tiene partes buenas, defectos, caídas, subidas; comienzo a leer el libro y lo veo como si fuera el movimiento del mar con unas olas de pronto y unas cimas terribles.

-Con El traje que vestí mañana, ¿qué lectura hace de su obra reunida?

No sé porque es lo que estoy viviendo, lo que ya viví, pero no sé mañana cómo me van a ver, no sé si ese traje lo van a ver demasiado haraposo, desteñido o le vaya a servir a algún poeta o a algunos lectores. Es un azar, una moneda echada en un pozo tan profundo que no sabemos en qué momento alguien va a entrar y decir "encontré esta monedita". Pero siendo un tanto vanidoso, lo importante es dejar una obra, y quien menos tiene derecho a opinar sobre su obra es el autor. Ahí se los dejo a ustedes.

* Entrevista publicada en el libro Historias para Vivir, el escritor detrás de la palabra. Nelly Sánchez. Edición del Instituto Municipal de Cultura Culiacán 2011.