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Columna

La Revolución de un Nacimiento

FACTOR HUMANO
20/12/2025 16:01

El Materialismo arraigado hasta el tuétano, tiene en el consumismo un mandamiento “Tened, comprad y consumid y seréis felices” ¿Será?

Introducción

Atareados estamos perdiendo el auténtico espíritu navideño suplantado por la ola del consumismo. La gente sale en estampida a comprar, a consumir, a pasear, a convivir con amigos y a estar en familia, intentando con ello respirar, gozar y sentirse dueño de su vida por momentos, olvidando el sentido cristiano navideño, justo el motivo que le da esperanza, alegría y sustento a la vida.

Magia pura.

La navidad es única, lo que pasa en ella no se repite en todo el año. Desde niños al esperar a Santo Claus surgía una gran ilusión que se intensificaba al aproximarse el amanecer del día 25, y para otros la venida de los Reyes Magos el 6 de enero.

Ese día saltábamos de la cama temprano, era un festejo abrir los regalos y empezar a jugar con ellos felices en pijama, junto al abeto oloroso adornado de luces y esferas con una estrella luminosa resplandeciente, abajo el pesebre con el Niño Jesús, y al medio día el olor a pavo recalentado se paseaba por la casa, y en la mesa las copas de sidra esperando ser llenadas.

¿Los mismos villancicos?

Una tienda musical gringa se hizo famosa porque regalaba tamborcitos para que los niños lo batieran en casa si sus papás no les compraban el instrumento solicitado al visitarla, era un castigo soterrado para los papás y un truco de mercadotecnia.

No sé si oír esos tambores es mejor que oír desde siempre los mismos villancicos, eso de que “los peces en el río beben y beben y vuelven a beber” es una tontería, los que beben son los animales que viven fuera del río, no los peces, pero todo el mundo los canta como si no hubiera más, ya chole decimos en Sinaloa.

El gran contraste.

Como las escenas y costumbres navideñas vienen del norte, en el hemisferio sur lo celebran en pleno verano en casa y en la playa, todo lo opuesto a la nieve y a los trineos, no nos imaginamos a Santo Claus en traje de baño rojo regordete con su gorro en la playa, derritiéndose por el sol.

La Navidad revela sentimientos y anhelos profundos, el corazón se eleva para florecer y perfumar el ambiente donde vamos, sometiendo el interés o el cálculo egoísta, facilitando así las sonrisas, los abrazos, expresándose en regalos. Ellos no pueden suplir la magia de los juguetes amanecidos de la infancia porque esos los trajo el Niño Dios o su emisario chapeteado.

No todo es dulzura.

La navidad también es motivo de tristeza; la nostalgia, las ausencias, las distancias, la enfermedad, el olvido aparente, otras cosas, hacen que el calor de la chimenea no caliente el corazón lo suficiente, son esos momentos donde la presencia cobra su importancia.

“Un Cuento de Navidad”.

En ese libro de 1843 Charles Dickens hace aparecer 3 fantasmas al endurecido Mr. Scrooge para acompañarlo en su mesa, lo que sucede le estremece y decide arrojar las corazas de su corazón para abrirse a la vulnerabilidad de enternecerse. Desde el fondo de su corazón suelta su avaricia y se vuelve generoso, el miedo que le dominaba sin darse cuenta se esfumó gracias al drama fantasmal cambiando por completo. Mr. Scrooge recibió un magnífico regalo de Navidad: empezó a creer y dejó de aferrarse a la materia y al dinero.

Una mujer muy valiente.

A raíz de que algunos colegios italianos debatían si debían evitar el pesebre en sus aulas para no ofender otras culturas, la 1ª ministra Giorgia Meloni dio la cara, en un video en su casa y con un nacimiento detrás expresó:

”Este año decidí cambiar el árbol de navidad y hacer el pesebre cuando ya no lo hace nadie más... me pregunto ¿Cómo te ofende que il Bambino Gesú nazca en un establo? ¿Qué hace para ofenderte una familia que escapa para defender a aquél niño? ¿Cómo puede ofenderte mi cultura?

La nativitá del Bambino Gesú” con valores, sostienen la identidad cultural de Italia, porque se crea en Dios o no, en estos símbolos se resumen los valores que fundaron mi civilización. Yo creo en el respeto porque me lo enseña este símbolo. Creo en la sacralidad de la vida porque me lo enseña este niño que nace. Creo en el carácter laico del estado porque este símbolo me lo enseñó”.

“Lo que yo soy está en este símbolo y quiero que mi hija lo sepa, quiero que sepa que la Navidad no es solo regalarnos cosas caras y comernos todo. Quiero que sepa que en la Navidad celebramos estos valores y creo que Uds. deben explicarles bien esto a sus hijos. Tomemos al pastorcito y hagamos juntos la revolución del pesebre”.

La revolución silenciosa.

Ha venido cambiado a la humanidad desde hace 2 mil años con alegría y esperanza. Es la revolución que no somete a los demás ni motiva la violencia, al contrario busca algo más efectivo: liberarnos por dentro para ser más felices y mejorar a quienes nos rodean.

Es la revolución interior de confiar en serio en la Divina Providencia en vez de aferrase a la seguridad material y soltar el aparente control de nuestra vida, ni dejarse agobiar por la adversidad; permitiendo ser guiados por el servicio y la generosidad abriéndonos a los demás.

Nació en un pesebre porque no hubo espacio en los corazones de Belén, rodeado de animales, el Dios omnipotente creador de todo el universo infinito, reducido por amor a un bebé indefenso para que lo tomemos en los brazos. ¡Qué manera de elevarnos!

$!Bartolomé Esteban Murillo “La adoración de los pastores”, 1650.
Bartolomé Esteban Murillo “La adoración de los pastores”, 1650.