Hay de fiestas a festejos, de regalos a regalos, el fundamental de todos es que estamos vivos, ¿Pero lo estamos realmente? ¿Festejamos la vida tal cómo es?
Los contrastes.
Detrás de las luces, de los adornos, los festejos, los regalos, los abrazos, los augurios espontáneos de felicidad y de prosperidad, la navidad y estos días postreros tienen sus contrastes.
La vida no se detiene por nadie ni por nada, sea quien sea, se presenta azarosa e indomable; justo tanta festividad vuelve más dramáticos los infortunios y su oscuridad. Gracias a ellos la vida se torna más intensa y nos invita a vivirla a plenitud ¿Será así?
En realidad, el gozo de vivir merece celebrarse más seguido, no solo en unos cuantos días y en los cumpleaños. Un gozo que se va al pozo por enredarnos en ella.
Luces y sombras.
Arriba, Georges de la Tour pinta como el solo el dramatismo de la vida, “La Natividad”, o “El Recién nacido” entre 1645 y 1648. Su estilo llamado tenebrista nos muestra cómo la luz intensa de la candela detrás de la mano de Sta. Ana, ante el rostro juvenil de la Virgen y la brillantez del bebé, con la oscuridad; pueden simbolizar el contraste entre la esperanza y la fragilidad, la celebración y la intimidad, la gloria y la sencillez.
De la Tour sobresale del Barroco por sus efectos dramáticos con una vela alumbrando los rostros y las texturas en una habitación oscura produciendo una atmósfera de paz y de intimidad cautivante. El cineasta Stanley Kubrick, el del “2001 odisea del espacio”, fue el pionero en filmar interiores solo con velas en “Barry Lyndon” en 1975, abajo, pero la maestría del pintor resulta más impactante y sencilla 3 siglos atrás.
¡Qué frágil es mi vida!
Consideramos que uno de los grandes regalos es experimentar vivamente qué frágil es la vida, tu vida, cuando estamos completos y conviene tenerlo presente; una emergencia puede cambiarla radicalmente o al perder vitalidad.
César al entrar a Roma triunfante de sus batallas, su asistente le decía cuenta la historia “acuérdate que eres mortal.” Justo uno de los grandes olvidos. Otro es olvidar que somos humanos, pero los errores y defectos a veces nos lo recuerdan. Esto nos pone los pies sobre la tierra, de dónde venimos en parte.
Una hamaca colgada de hilos.
Nos imaginamos la existencia meciéndonos en una hamaca suspendida por hilos finos que imperceptiblemente se van rompiendo, abajo el profundo abismo oscuro de la nada incomprensible, arriba la eternidad que nos espera.
Profundicemos, quienes de verdad creen en el materialismo ateo, no en esas posturas intelectualoides que dicen serlo de dientes para afuera, la proximidad de la muerte, en palabras del existencialista Jean Paul Sartre, producen “nauseas” al considerarlo. Tanto alboroto para reducirnos a la nada, resulta incomprensible e irracional.
En cambio quienes creen con la certeza de una profunda convicción, ven su vida sostenida por las manos amorosas del Creador que nos besa la frente con frecuencia bendiciéndonos también en las tribulaciones. La diferencia es infinita.
Dos posturas diametralmente opuestas.
En efecto, la 1ª produce una angustia vital soterrada confundida con otras causas, madre del miedo. La 2ª la profunda paz de sentirse amado a pesar de uno y la certeza de una Esperanza que nos anima y mueve encontrándole, gracias a la Fe, sentido al infortunio y paz ante la muerte, aunque la rehuimos por supuesto.
Una prueba de fuego de cómo crecemos en la Fe, en esa grande, es qué tanto vamos soltando ese miedo, imperceptible por la costumbre, y qué tanto vamos confiando en su providencia amorosa que nos sustenta, arriesgándonos con el esfuerzo.
¿Vives aferrado?
Es decir, si nos aferramos a los bienes por la seguridad que brindan, al apego que disfraza el afecto que nos sostiene y mueve, a la preocupación excesiva por cuidar la salud y la figura, a la máscara que sostenemos o trepados en el taburete social.
La Fe se manifiesta en obras y en la audacia, no en la pasividad ni en la comodidad. No puede creerse en Dios porque no encaja en un estilo de vida libertino y porque se reduce su infinitud al tamaño de los conceptos e ignorancia: a nuestra semejanza. Por supuesto, ese dios imaginado no existe así, tienes razón. La fe expande el intelecto y nuestro potencial.
Quítale la esperanza y la fe a la vida y muchas cosas nos caerían encima como los anaqueles al temblar. Steve Jobs el de Apple, dijo que con su enorme riqueza no podía contratar a otro para que lo supliera enfermo en su cama.
Si observamos.
Veremos que en cada etapa de la navidad tan celebrada y tan feliz, hay momentos muy duros y desconcertantes, como el de José al saber que la Virgen estaba embarazada; sus malestares y riesgos al viajar así; no encontrar posada y refugiarse en un pesebre.
La terrible e injusta muerte de los inocentes por Herodes que estremeció su comarca un tiempo; las vicisitudes en la imprevista huida hasta Egipto por el desierto; la congoja de perder al niño crecido, y la espada que atravesó su corazón al pie de la cruz.
Esa familia humilde no tuvo una vida fácil, huyeron lejos para salvar al niño, ni solicitaron milagros para ahorrarse esas dificultades, obedecieron y vivieron intensamente llenos de dicha las cosas ordinarias de la vida, tal como es.
Ellos fueron por delante para que entendiéramos más esta maravillosa vida. Esto es lo que celebramos.