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Columna

Pensar fuera de la caja

En realidad no estamos aquí para buscar problemas sino para buscar soluciones. Al ser creativos recuperamos esa esencia infantil que expandió nuestro ser
FACTOR HUMANO
10/02/2024

Atrevernos a ser lo que somos.

“¿A dónde va toda la gente? a donde va Vicente”, por eso decía Píndaro “llega a ser el que eres” el problema es que seguido intentamos ser lo que no queremos ni somos, por eso nos masificamos perdiendo nuestra esencia única e irrepetible, eso que nadie ni nada puede suplir.

El atributo primordial del intelecto no es solo conocer: es ser creativos. La creatividad muestra una nueva forma de ver y de resolver las cosas que nos simplifican la vida y que nos acercan a nuestros sueños. Cuando abres el capó de un auto ves en cada parte el ingenio y la creatividad que lo hace funcionar, cada parte es una solución particular que facilita el todo y nos permite ir a donde queramos. Nuestra singularidad está integrada a la de todos por compartir la misma naturaleza.

Pensar fuera de caja es necesario para solucionar problemas aparentemente insolubles, muchos parecen serlo porque no nos salimos de la pecera en la que nadamos. La audacia nos ayuda a dar el salto, la cobardía suele disfrazarse de seguridad, la comodidad de bienestar y la avaricia de austeridad. Ser creativos requiere vencer el miedo a atrevernos, a ser lo que realmente estamos llamados a ser: a ser auténticos.

La visión y la claridad de ideas.

Para ello es menester enfocarnos en lo que realmente queremos, visualizar la meta como si fuese ya una realidad sintiéndola, en vez de centrarnos en el problema. A nadie le gustan los problemas pero sí las soluciones, así que no nos platiques de los dolores del parto, mejor muéstranos al bebé.

Buscando las soluciones aparecen las mejoras. Entender y descubrir lo nuevo son los más grandes motivadores del intelecto, la novedad siempre será atractiva, estimula la curiosidad, nos mueve a explorar y a reintentarlo una y otra vez, si no pregúntenle a Tomás Alba Edison.

Claridad de ideas.

Demasiado análisis paraliza, las neurosis son carreteras circuitadas de neuronas que dificultan pensar algo diferente, en cambio el descubrimiento de lo nuevo implica crear nuevas redes neuronales. Entre más redes neuronales más inteligencia porque un mismo asunto puede captarse de diversos modos opuestos y contradictorios entre sí sin conflicto, los CEO’s suelen pensar con amplitud y entender todas las áreas de la empresa, sintetizan y concretan delegando sin perderse en los problemas. Ser CEO implica amplitud y flexibilidad de enfoque, claridad de ideas y sobre todo una visión clara del rumbo a seguir. Un director sin rumbo claro no puede ser buen director.

Quien tiene muy claro el Qué de alguna manera descubre los Cómos y esto lo saben muy bien los enamorados. Resolver los “cómos” sin tener claro el Qué y el A dónde dificulta también la toma de decisiones, especialmente en las juntas; son tantos los caminos pero hay que saber primero que queremos llegar a Roma, de otro modo terminaremos en otro lado o perdidos.

En nuestra experiencia como consultores hemos visto que precisar el Qué, la Visión de la empresa o de un proyecto, no les resulta tan sencillo a nuestros clientes cuando les pedimos ponerlo por escrito, la mayoría incluso en los negocios exitosos no tienen claro en qué negocio están realmente.

El criterio.

Asimismo tener un Qué muy claro significa tener claro Qué No queremos, no distinguirlo complica la solución de problemas y la toma de decisiones. La mejor alternativa no es siempre la que resuelve un problema sino la que nos acerca más al fin deseado. Esto que acabas de leer tan fácil es en realidad un paradigma muy común: el buen director no es el que resuelve problemas sino el que se acerca al buen puerto.

Podemos cambiar los proyectos pero no podemos renunciar a nuestros sueños, ellos nos dan alas para volar. Incluso los navegantes saben que para llegar al puerto deseado deben desviar un poco el rumbo cuando soplan vientos contrarios.

Sabiduría y claridad de ideas.

La claridad de ideas es una condición de la sabiduría pues no tenerla confunde. La claridad emerge de la reflexión, los directivos deben meditar, además reduce el estrés y los problemas cardiacos; surge cuando vemos los toros de lejos, lejos de las emociones perturbadoras. Llenarse de información la dificulta, démonos espacio para permitir dar el salto de conciencia, la conciencia eleva el conocimiento y lo vigoriza.

La claridad de ideas también surge de la imaginación creativa, ésta es como los gatos que se alejan cuando los llamamos, vienen cuando quieren. Muchos dueños y directivos no están conscientes que ciertos aspectos de su empresa ya requieren soluciones... los golpes avisan.

La disposición a emprender, a arriesgar, facilita la solución, no todo es la mente, al movernos las soluciones nos salen al encuentro.

Emprender y dirigir se complementan, quienes piensan fuera de la caja se distinguen, los demás copian.

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