"Se presenta el jocoso Barbero de Sevilla, en el Teatro Ángela Peralta"

MAZATLÁN._ Este puerto es una ciudad privilegiada, tiene todos los elementos artísticos para montar óperas, eso habla del grado de complejidad que ha conseguido su proyecto cultural.

La noche del viernes se estrenó la ópera El barbero de Sevilla de un genio de la composición de este género, Gioachino Rossini.

Una obra que lleva en la música una fuerte carga de humor que fue aprovechada en Mazatlán para crear una puesta en escena jocosa.

La ópera es un espectáculo que demanda una especialización compleja, porque necesita un director de orquesta que conozca el género profundamente para expresar con música las pasiones humanas, una orquesta con la calidad suficiente para interpretar partituras que alcanzan la altura de lo exquisito.

Y sobre todo, cantantes, solistas y coro, con una formación profesional impecable; la voz es tan transparente, es algo tan delicado y refinado que si no está forjada con disciplina y conocimiento profesional, se evidencia inmediatamente y el producto, la ópera, desmerece enormemente, es un producto suculento pero sumamente delicado.

En Mazatlán ha sido posible montajes profesionales como el que el público disfrutó el viernes, gracias a que uno de sus hijos predilectos, Enrique Patrón de Rueda, es el mejor director de ópera de México y tiene en el puerto un taller de ópera y dirige el coro Guillermo Sarabia, de donde se nutrió todo el elenco que participa en El Barbero de Sevilla, eso no ocurre en cualquier ciudad, es un privilegio patasalada.

La mezzosoprano Mariana Sofía hizo que la noche se convirtiera en una delicia sonora con su participación. La ópera está cargada de arias que brillan en el repertorio operístico del mundo, Rossini no tuvo piedad con los cantantes que interpretan esta obra, no terminan de tener una prueba de fuego con un highlight cuando están entrando a otro o tienen una participación especial en un concertante.

Rosina (Mariana Sofía) es una joven rica heredera que está a cargo del médico Bartolo, que tiene interés en desposarla, junto con don Basilio (Miguel Valenzuela), el maestro de música, están planeando sorprender y obligar a la muchacha a casarse con el médico.

Mario Canela, uno de los más destacados miembros del taller de ópera que dirigen Martha Félix y Enrique Patrón, fue un divertido Fígaro, su bis cómica natural consiguió arrancar risas entre el público con sus travesuras; a su cargo estuvo la más famosa aria de esta ópera, el Largo al factotum, que por su complejidad musical, su acelerado ritmo es una de las arias más difíciles del repertorio. Canela mostró su capacidad vocal.

A la tesitura de César Delgado le va mejor los personajes dramáticos que los ligeros. El Conde de Almaviva demanda una voz que flote, el profesionalismo del tenor tapatío egresado del Taller de ópera de Mazatlán hace que domine el personaje.

La ópera es vertiginosa en todos los sentidos, las arias para solistas son de una dificultad que lleva a los cantantes de los agudos a los graves en medio de una aceleración en la que emiten notas como metralleta, llevando al público en ese ritmo acelerado que hace disfrutar al público poner en el filo del abismo a los intérpretes.

Los concertantes son impresionantes y divertidos, sextetos y quintetos están en diferentes partes de la ópera para cautivar al público con los malabares vocales de los intérpretes.

José Medina fue el director de escena, hizo un trabajo efectivo, el público se engranó en la jocosa trama y participó de cada una de las situaciones humorísticas de la que está llena esta obra, trepidante y seductora.