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"Una mujer luchona, heroína de la novela de Diana Garcidueñas"

"En Antonia y la chingamadriza, la autora le escribe a las mujeres jefas y sostén de las familias, platica en la FIL de Guadalajara"
10/12/2019 16:02

GUADALAJARA._ Diana Garcidueñas le rinde homenaje a las mujeres jefas de familia, las mujeres luchonas, trabajadoras, que sacan adelante a sus hijos solas, ofreció un dato apabullante, las estadísticas mencionan que el 40 por ciento de los hogares en México son sostenidos y guiados por una mujer sola.

La autora vive en Tonalá, un pueblo que en la Época Prehispánica fue un imperio y que protege sus tradiciones, en el mercado de esta comunidad, las señoras se encuentran y se relatan su vida cotidiana, su lucha diaria para sacar adelante a sus hijos, la historia de hombres que no proveen, que dejan de trabajar, que no se hacen cargo de la familia, ni emocional, ni económicamente se repiten constantemente, de ese lugar de encuentro es de donde la escritora sacó las historias con las que tejió el texto ganador del Premio Binacional de Literatura Valladolid a las Letras.

“En Tonalá existen personajes como Antonia, la protagonista de la novela que escribí, es gente trabajadora, orgullosa de su origen prehispánico, tiene una rica vida comunitaria. Me interesaba mucho retratar a las mujeres jefas de hogar, que sostienen solas sus casas, que luchan por sacar adelante a sus hijos”, compartió.

“Cuando vas al mercado y platicas con las señoras te enteras de esas realidades de primera mano, muchas de las mujeres que van ahí hablan de que lo que están viviendo como algo natural, son historias dignas de ser contadas”.

La escritora dice que las mujeres lo ven como algo normal y que, aunque algunas están casadas, su pareja no está nunca o no se hace cargo.

“Creo que la realidad rebasa las estadísticas, muchos hombres no funcionan ni como padres, ni como esposos y mucho menos como proveedores, el matrimonio es cómodo para los hombres porque en automático tienen alguien que los atienda, les dé de comer, les limpie la ropa, tienen un espacio, pero no necesariamente tienen que aportar al hogar”, dijo.

“Todavía hay muchos prejuicios, en las comunidades de bajos recursos, donde la educación todavía no está al alcance de todos sus habitantes, por prejuicios o por falta de dinero, las mujeres mantienen esas situaciones en las que tienen un hombre a su lado, aunque no les sirva de nada, se quedan con él como un estorbó”.

Antonia, la protagonista de la novela, no sufre de violencia física, Diana Garcidueñas no quiso que su protagonista sufriera esa parte, porque en cierto sentido se ha convertido en un lugar común.

“Lo plasmé así en la novela porque Antonia no hubiera durado con un hombre que la golpeaba, en cambio, por su ignorancia, aguantaba la violencia psicológica, el desprecio, el ninguneo de su esposo y la inversión de culpas. Que ella se quedara con él me permitió mostrar que todo lo que vivía Antonia también es violencia, que ella lo justificaba porque no son golpes”.

 

¿Qué parte de la mujer del Siglo 21 te interesa?

“Me interesa descubrir cómo le hace para liberarse de sus tabús, de sus prejuicios, cómo desarrollan su capacidad de cuestionarse, romper con lo establecido y entender que las otras mujeres como ella pueden ser un apoyo, se da cuenta que con ellas pueden hacer comunidad”, señaló.

“En el Siglo 21 todavía existen limitaciones para muchas mujeres que viven en la marginalidad o que son miembros de familia muy tradicional, que no le permite ejercer su libertad. Antonia y la chingamadriza es la historia de la liberación de una mujer, lo logra por el apoyo, por tener comunidad, la motivó tener una hija a quién sacar adelante”.

El libro está cargado de un humor inteligente, que se convierte en uno de los elementos más atractivos del texto.

“Es difícil escribir con humor, yo siempre tuve esa intención, quería dignificar la historia de estas mujeres, pero también quería que ellas la leyeran y por eso tiene momentos tan chuscos, quiero que las mujeres que me contaron sus historias de ficción lean el libro. El erotismo lo manejo desde el punto de vista de la mujer, eso me importaba mucho, yo veo a esas mujeres trabajando todo el día y es importante aclarar que no son objeto, sino sujeto”.

 

‘Sorprendente e innovadora, novela de Garcidueñas’

El presidente del jurado del género novela, el editor Eduardo Mejía, aseguró que fue difícil seleccionar la novela ganadora de la edición 16 del Premio Binacional Valladolid a las Letras, por la gran cantidad de trabajos con calidad literaria que llegó este año al concurso, pero que el libro “Antonia y la chingamadriza” le sorprendió por su innovadora historia.

“Hay muchas cosas que llaman la atención en la novela “Antonia y la chingamadriza”, de Diana Garcidueñas, una de ellas es el sentido de humor, las escenas desternillantes, la personalidad de la protagonista, el villano es un gran personaje, muy bien construido, con un peso determinante en la narración, la tensión que crea la escritora la sabe manejar muy bien, sabe cuándo disminuirla y cuándo inyectarle fuerza, eso no es común verlo en la literatura mexicana”, compartió.

“Es un drama, pero tiene un momento de relajación que le da equilibrio a la obra, tiene un buen manejo del lenguaje, la protagonista tiene una característica poco usual en México, pero que es rescatable por una figura que celebraron Sergio Pitol, Alfonso Reyes y Carlos Monsivais, el antecedente directo de Antonia, la protagonista de esta novela, es Borala Tacuche de Burrón”, dijo.

“El personaje tiene esa enjundia, valentía y audacia, que le permite afrontar cualquier tragedia, cualquier problema, Garcidueñas se arriesga y lo hace bien, todos los peligros y situaciones a los que se enfrenta lo hace la protagonista con mucha determinación”.

Aseguró que el lenguaje de esta novela también viene de una tradición mexicana.

“La novela tiene la picardía que vemos desde Fernández de Lizardi con su Periquillo Sarmiento y tiene ese elemento innovador que vemos en las primeras obras de Gustavo Sáenz y José Agustín, ellos pusieron por primera vez como protagonistas a jóvenes que no eran heroicos, no eran personajes de relleno, eran los centrales, pusieron escenas sexuales, tratadas por primera vez en la literatura mexicana, la autora utiliza una promiscuidad lingüística que esa generación tomó como modelo”, comentó.

“En los años 70 del siglo pasado, Luis Zapata puso como protagonista a un homosexual, es el primero que lo hace, nunca en la literatura mexicana las personas con esta preferencia sexual habían sido protagonistas. Luis Zapata, al escribirla, les quitó el estigma de marginal y objeto de burlas o de persecución, provocó un cambio de cómo se perciben los homosexuales en la sociedad mexicana”.

 

UN PERSONAJE ORIGINAL

Para Eduardo Mejía, Antonia, la protagonista de esta novela, es la primera mujer con estas características, que representa a la as mujeres luchonas, que no son instrumentos sexuales, ni objetos para ascender en la jerarquía social.

“No es una víctima, la novela está llena de esa picardía mexicana que es también parte de una tradición en literatura de este País”, mencionó.

Considera la narración con un ritmo vertiginoso, cualidad difícil que logra mantener en su novela la escritora.

“Tiene una gran intuición literaria, sabe cuándo detenerse, cuándo lanzarse con gran rapidez, cómo hacer que el lector se gire y mire, sabe llamar la atención, sabe cuándo utilizar el lenguaje atrevido, por lo regular, las novelas contemporáneas se detiene mínimamente en las escenas sexuales, ella no”.