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"VÉRTIGO 'Capitán Fantástico'"

"Viggo Mortensen es el ancla que sostiene la cinta, no solo por su bien calibrada interpretación, que hace más agradable su muy cuestionable personaje, sino por el hecho de que estamos ante una auténtica estrella de cine"
07/02/2017 06:22

 

El poder comercial del Óscar. Si no fuera por la nominación de Viggo Mortensen a Mejor Actor en el Óscar 2017, es seguro que Capitán Fantástico (Captain Fantastic, EU, 2016), segundo largometraje del actor secundario y ocasional cineasta/guionista Matt Ross (ópera prima 28 Hotel Rooms/2012, no vista por mí) no se habría estrenado en México, mucho menos en Culiacán.

Mortensen es el ancla que sostiene la cinta, no solo por su bien calibrada interpretación, que hace más agradable su muy cuestionable personaje, sino por el hecho de que estamos ante una auténtica estrella de cine–fue el heroico Aragorn en la trilogía de El señor de los anillos (Jackson, 2001/2002/2003)- y, además, porque es un actor respetado previamente nominado al Óscar –por la muy superior Promesas peligrosas (Cronenberg, 2007). Dicho de otra manera: sin Mortensen es probable que la película no se hubiera podido realizar o, en todo caso, no habría tenido tanta atención.

Estamos en algún tupido bosque del Pacífico norte gringo. Ahí, el Capitán Fantastico del título, Ben (Mortensen con barba tupida) cría a su media docena de hijos, entre los 8 y 18 años, como una suerte de anarquistas montaraces. Los muchachos cazan lo que se comen, siembran una huerta familiar, se bañan en algún manantial cercano, corren a campo traviesa, escalan montañas y, cuando cae la noche, tocan la guitarra, leen buena literatura y afirman de forma vehemente su rechazo al vacío consumismo en el que vive el resto del país.

Lo que hace falta en este (dizque) idílico retrato familiar es la madre, internada, pronto sabremos, en un hospital psiquiátrico. Llegado el momento, Ben y sus seis chamacos tendrán que salir de su burbuja anarquista para regresar a la civilización, en concreto hasta Santa Fe, Nuevo México, a visitar a la familia de la esposa/madre, para enfrentarse al autoritario e imponente padre de ella (Fank Langella, perfecto para el papel) y todo lo que él representa.

Capitán Fantástico carga con una contradicción no resuelta que, hacia el desenlace, termina hundiendo todas las buenas intenciones de la cinta. Por un lado, es evidente que Ben ha hecho un extraordinario trabajo de crianza con sus seis hijos: el mayor (el ascendente George MacKay) ha sido aceptado en toda universidad prestigiosa que usted piense (Harvard, Yale, MIT…), la menor puede no solo recitar el Bill of Rights sino dar su propia interpretación y la de en medio es capaz de analizar de forma brillante y articulada el sentido último de Lolita.

Y, al mismo tiempo, es obvio que Ben ha hecho un pésimo trabajo en la crianza de sus hijos: Ben es incapaz de acercarse a una mujer -de hecho, no tiene la menor idea de cómo cortejarla-, ninguno de ellos entiende bien a bien cómo funciona el mundo que les rodea y casi todos creen que, digamos, celebrar “el Día de Noam Chomsky” es completamente normal.

El problema es que Ross es incapaz de criticar a su personaje protagónico. Más que un orate abusivo y egoísta, el cineasta lo retrata como un tipo errado pero bienintencionado al final de cuentas. Así pues, el desenlace es puro compromiso, con un pie en la fantasía, con otro en la realidad. 

Estamos ante un final escapista en el peor sentido del término, pues presenta un problema complicado que luego resuelve de un plumazo y artificialmente. Ni hablar: el Ross guionista temió llegar a las últimas consecuencias con su historia y sus personajes. Eso es el pago por quererlos demasiado.

Comentarios: en el blog cinevertigo.blogspot.mx, en la cuenta de twitter @Diezmartinez y en el correo electrónico ernesto.diezmartinez@gmail.com