|
"COLUMNA"

"VÉRTIGO: 'Hipócrates, el valor de una promesa'"

"EN LÍNEA"
02/05/2016 10:44

Ya que la cartelera comercial en esta ciudad está, para variar, apestando, hay que refugiarse en el buen cine que está disponible en otros medios.

En concreto, en los servicios de streaming como Netflix que nos ofrece, prácticamente cada semana, algo decente qué ver.

Por ejemplo, tómese el caso de Hipócrates, el Valor de una Promesa  (Hippocrate, Francia, 2014), segundo largometraje de Thomas Lilti (ópera prima Les Yeux Bandés/2007, no vista por mí e inédita en México), que se encuentra disponible en Netflix desde hace un par de semanas.

Hipócrates, el Valor de una Promesa es un muy visible melodrama social centrado en el recién recibido médico de 23 años Benjamin Barois (Vincent Lacoste), quien llega a cumplir con su internado en un hospital público que no parece muy distinto a los mexicanos, sean del Seguro Social o del ISSSTE.

Más allá del aprendizaje que tiene que seguir adquiriendo -por ejemplo, la mejor manera de hacer una punción lumbar-, Benjamin será testigo de las difíciles condiciones de trabajo en ese hospital público -el exceso de pacientes, la falta de camas, los aparatos que hace rato que no funcionan- y empezará a tomar decisiones que significarán la vida o la muerte de uno, el sufrimiento de otra, el alivio de otro más. Dicho de otra manera, está aprendiendo a ser médico.

Casi al mismo tiempo, a ese mismo hospital llega otro interno, Abdel Rezzak (Reda Kateb), un doctor hecho y derecho que, de todas maneras, ha tenido que iniciar desde cero en Francia, pues su título médico es argelino y no tiene validez en Europa.

Este melodrama médico-social no renuncia nunca a la crítica -especialmente al burocratismo de los administradores del sistema de salud público-, pero también es cierto que no deja de mostrar a los protagonistas -especialmente a Benjamin y Abdel- como auténticos héroes o, en todo caso, como seres humanos que, claro, pueden ser muy falibles pero nunca dejan de estar a un paso de la redención.

En un diálogo clave de la cinta, un doctor le dice a otro que la medicina no es una vocación sino una suerte de "maldición" en vida. El director Lilti -que estudió medicina, de hecho-, sus guionistas y sus actores nos piden que admiremos a estos profesionistas "malditos". Al terminar de ver esta película, es imposible dejar de hacerlo. 

Comentarios: en el blog cinevertigo.blogspot.mx, en la cuenta de twitter @Diezmartinez y en el correo electrónico ernesto.diezmartinez@gmail.com.