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Temporada sinfónica

Viven sinaloenses noche de fervor mexicano con la OSSLA

El público disfruta temas de Chávez, Márquez, Ziman, Rodríguez y Moncayo en el concierto dirigido por Natanael Espinoza

Una noche mexicanista vivieron los sinaloenses con la Orquesta Sinfónica Sinaloa de las Artes, dirigida por el maestro Natanael Espinoza, que compartió serie de piezas sinfónicas basadas en ritmos mexicanos.

En el Teatro Pablo de Villavicencio del Instituto Sinaloense de Cultura, la OSSLA presentó el programa Sinfónico Mexicano, como parte de la Primera Temporada 2023.

El espectáculo musical fue recibido cálidamente por el público en cada una de las interpretaciones, cuatro de ellas dentro del programa y, como encore, el famoso Huapango, de Juan Pablo Moncayo, con el que cerró entre muestras de entusiasmo de los asistentes.

La noche abrió con la novedosa Conga del fuego nuevo, de Arturo Márquez, en la que el autor sonorense recrea, entre percusiones, un tema de las antiguas cosmogonías mexicanas, a un ritmo, por momentos, frenético pero siempre agradable.

$!Natanael Espinoza fue invitado como director huésped.
Natanael Espinoza fue invitado como director huésped.

Le siguió el Díptico sinfónico: Maximiliano y Carlota, del neoleonés Arturo Rodríguez, autor de música para cine, pero que en esta ocasión recrea un pasaje de la historia de México en el Siglo 19, con dos retratos musicales, uno evocando la grandeza de la corte del emperador Maximiliano en México, entre valses y marchas, y otro de la emperatriz Carlota, posterior al fusilamiento de su esposo, que cierra con una recreación de la canción de ritmo habanero, La paloma, de Sebastián de Iradier, que provocó muchos aplausos.

Tras el intermedio, continuaron con Encuentros, de Samuel Zyman, una pieza compuesta para ser estrenada en la Expo 92 de Sevilla, España, en la que recrea el encuentro de dos mundos.

Y cerró con la Sinfonía India, de Carlos Chávez, con muchas percusiones y sonidos de flautas que evocan la cultura prehispánica.

Y el obligado encore, tras una larga salva de aplausos, con el Huapango, de Moncayo, sin duda la más conocida de todas, con su base de huapangos y sones veracruzanos en una envoltura sinfónica que la ha hecho tan famosa y tan gustada, que algunos la consideran un segundo “himno nacional”, por lo representativa.

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