"Mariana Torres, un talento fuera de serie"
MAZATLÁN._ Vivir en la Playa Sur fue un factor para que los niños de la familia Torres Araiza tomaran como su segundo hogar el Centro Municipal de Artes. Ahí pasaron más de la mitad de su infancia, la Plazuela Machado era su patio de juegos y sus amigos los alumnos de la institución que desde hace 20 años eleva la calidad de vida de los patasaladas, enseñando artes con buen nivel académico.
La vida de Israel, Daniel, Susana y Mariana Torres fuera otra si no hubieran estudiado en el Centro Municipal de Artes. Ahí empezaron a amar la música, el canto y la danza.
La más pequeña de los cuatro, Mariana, no se conformó con una disciplina, primero, a los 7 años, entró a ballet clásico. Las maestras cubanas supieron inculcarle un profundo amor por ese arte; después fue la música, junto a sus hermanos estudió canto y hoy, ella es una de las bailarinas más destacadas de la Escuela Profesional de Danza Contemporánea dirigida por Delfos.
En la adolescencia, Mariana incursionó en porristas y quiso probar con el jazz. La actriz de musicales Pía Aun vino a Mazatlán a montar Fantastic y descubrió el potencial de Mariana, así que la convirtió en La Sirenita, en Bella. Ahí ella descubrió que también tenía talento para actuar.
Fue años después que el director del grupo de teatro Los Hijos de María, Javier Díaz, potencializó y consolidó el talento de Mariana para la actuación.
“Fue una infancia maravillosa, nos la pasamos en la Plazuela Machado, ahí hacíamos la tarea, para no llegar tarde a la clase de ballet, de canto y música. Mi mamá nos acompañaba desde la casa, que está como a tres cuadras, nuestros amigos eran los que estudiaban en el Centro Municipal de Artes”, comparte.
“Cuando mis papás se dieron cuenta que nos íbamos a dedicar profesionalmente a las artes, no pasó nada, ni siquiera se alcanzaron a asustar, porque fue algo que se fue dando de manera natural, sólo nos dijeron que si queríamos tener un ‘Plan B’, que nos apoyaban.
Daniel, su hermano, estudió Musicoterapia, que es música aplicada a la psicología. Su otro hermano, Israel, es parte de un grupo de música alternativa, mientras que Susana estudió Nutrición y canto con el maestro Antonio González. Está dedicada a ser mamá, pero sigue estudiando canto con el maestro de Mijares en el Distrito Federal.
“Mi ‘Plan B’ fue estudiar en la Universidad Panamericana, Ciencias de la Comunicación, era lo que más cercano estaba de las artes, en la carrera estudié fotografía, me encantó y no la dejé durante toda la universidad. Terminé trabajando en una agencia donde cubríamos eventos deportivos en todo México: maratones, carreras, atletismo, me apasiona ese oficio”, comenta.
“Al mismo tiempo, como estaba formada en ballet, jazz y porristas, empecé a hacer audiciones para participar en musicales, estuve en Aída, como bailarina, esencialmente; El Hombre de la Mancha, ahí tuve el protagónico de Dulcinea y bailaba, actuaba y cantaba. También participe en Hoy no me puedo levantar”.
Para Mariana, las clases de ballet que dan en Mazatlán son de primera.
“Te dan las bases para que puedas audicionar en donde quieras, el ballet te da mucha plasticidad, por las extensiones”, menciona.
“Regresé a Mazatlán a los 23 años, cuando llegué vi la convocatoria de la escuela de Delfos. Cuando estaba en Guadalajara me daba mucha satisfacción la fotografía, pero algo me hacía falta, el cuerpo me pedía la danza y terminé inscribiéndome, fue difícil regresar. Ahora que lo veo en perspectiva, fue lo mejor que puede haber hecho, mi cuerpo necesita de la danza y puedo combinarlo con la fotografía, el canto y la actuación. Me siento plena haciendo todo”.
Una formación multidisciplinaria
“La formación multidisciplinaria que he tenido me ha servido para proyectar y desarrollar todo lo que me piden que haga", dice Mariana.
"Cuando hice el casting para ingresar a la escuela vi a los demás y me sentí muy vulnerable, había algunos muy buenos y venían muy bien preparados, la de Delfos es una escuela muy integral y de alto rendimientos, te forman espiritualmente, de ahí es de donde va a salir la creatividad para hacer tus propias obras y la vida interna que necesitas para desarrollar personajes, te dan muchas bases para crear y pensar desde el cuestionamiento”.
Dice que en la escuela de Delfos el alumno siempre se está preguntado cosas.
"Aprendes a escucharte interiormente, rompes muchos paradigmas, te replanteas muchas cosas, te estás desarrollando muchas herramientas, es una escuela muy exigente que te demanda muchísimo. Ser bailarín es un estilo de vida porque lo llevas contigo a todos lados, en todos los aspectos de tu vida, desde cómo ves la existencia y cómo te proyectas en ella, siempre siendo muy honesto contigo mismo”.