"Rapsodia bohemia, espectacular en técnica de ballet"

"Presenta Academia Carolina Ríos deslumbrante programa"

Freddy Mercury sigue latiendo en el corazón de los músicos, pero también de los bailarines. La tarde noche del domingo, el escenario del Teatro Ángela Peralta fue iluminado por el grupo de Fomento Artístico Cordobés que, utilizando la técnica del ballet, ofreció una coreografía inspirada en Rapsodia bohemia, que iluminó la noche en la Gala Internacional de Ballet.

Este grupo de jóvenes, casi adolescentes, de Veracruz, es un proyecto de la maestra Martha Sahagún, que buscó talentos en las calles, de hecho, muchos de los portentosos bailarines que vio el público son niños de la calle, rescatados por la maestra, formados en la técnica de ballet, algunos de ellos están becados y bailando en Europa, compartió el maestro Cuauhtémoc Nájera, director artístico de la Gala, que ofreció un programa de ballet profesional de primer nivel.

En esta gala participaron los grupos de bailarines de Fomento Artístico Cordobés, alumnas de la Escuela Superior de Música y Danza de Monterrey y los primeros bailarines de la Compañía de Ballet de Monterrey.

La Academia de Ballet de Mazatlán, Carolina Ríos, armó este programa con el que se presentó ampliamente a la sociedad , con la presentación de esta Gala dio una idea de los alcances que puede tener su proyecto, de fomentar y difundir el arte del ballet en Mazatlán, evidenció que la calidad, la armonía y el equilibrio estético son su prioridad para formar públicos.

Freddy Mercury vive

La música de Rapsodia Bohemia le sirvió al coreógrafo Josué Rebollo para crear una obra en la que la técnica de ballet es llevada hasta sus límites, por un grupo de portentosos bailarines muy jóvenes.

La imagen inicial es de fuerza y sincronía, nueve bailarines forman una línea diagonal en el escenario, sus movimientos de brazos, cabezas, torsos y piernas fueron simétricos y mostraron la fuerza viril, ambas cualidades permanecieron en toda la obra.

La belleza de los conjuntos de bailarines que fueron creando diferentes planos en el escenario para llenarlo de dinamismo y espectacularidad, más allá de la acrobacia, los movimientos se integraron con inteligencia, a una estética que se mueve perpetuamente, sin descanso, durante el tiempo que la música sonó, de tal manera que los bailarines crean la ilusión de que el escenario palpita.

Y sí, el foro se llenó de vida, de danza, de movimientos virtuosos que tuvieron como eje conductor mostrar la masculinidad, la fuerza de ser varón y crear con ese elemento un deslumbrante momento estético en movimiento.

Otros momentos fascinantes de la velada fue la interpretación, por parte de las estudiantes de ballet de la Escuela Superior de Monterrey, de la escena de las sombras del ballet La Bayadera, la sincronía perfecta, la sutileza de los movimientos de brazos, la lozana juventud de las intérpretes, consiguió que un momento mágico espectral se materializara en el escenario del TAP.

Los espectros se movieron acariciando el aire con sus brazos, flotando en puntas de ballet en el espacio del escenario, el disciplinado cuerpo de ballet de alrededor de 20 bailarinas consiguió ese momento de movimiento al unísono, elevando el espíritu de los espectadores, fue una muestra de cómo la estética que consigue el ballet con el cuerpo humano es lo que mantiene vigente esta técnica que ya cumple más de 300 años de ser creada.

Los bailarines Daniela Fabelo y sobre todo, Jonhal Fernández dejaron sin aliento al público con la fuerza y el virtuosismo desarrollados en su interpretación de Acteón.

Otro dulce e inolvidable momento que dejó huella en la memoria emotiva de los espectadores, fue la delicada y esmerada interpretación del Pas de deux del Hada de azúcar del Cascanueces, interpretados por los bailarines profesionales Ana Elisa Mena y Roberto Rodríguez, ellos mismos fueron protagonistas de la obra de Irina Mancano, Planimetría, del movimiento que mostró los alcances estéticos que pueden conseguirse en una propuesta contemporánea en la que se utiliza la técnica del ballet.

Complementaron el programa, un ensamble vocal de los alumnos de canto de Daniela Rico, que se llamó The greatest show, la maestra también interpretó, acompañada del piano, el aria de la ópera Sansón y Dalila, Mon coerus ouvre a ta voix, y el joven Lorenzo Sendra Galván interpretó al piano un fragmento de la Oda a la alegría, de Beethoven.

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