Reinventa Gerardo Ortiz el desamor con una balada norteña y video sombrío
El reconocido cantante Gerardo Ortiz lanzó su nuevo sencillo titulado Échame el grito, una balada norteña romántica es un adelanto de su próximo material discográfico y que también refleja una faceta más introspectiva y emocional del artista.
Con una letra melancólica, logra conectar profundamente con su audiencia, manteniendo la esencia que 1o ha reconocido como una figura clave en el género Regional Mexicano, informó eldebate.com
El video oficial acompaña la narrativa emocional del tema con una atmósfera sombría y cargada de simbolismo.
En el video, Ortiz aparece imaginando a una mujer que el espera que le haga caso y lo llame. La estética, con tonos oscuros y cuadros introspectivos, transmite una sensación que te hace extrañar a alguien y el amor, reforzando el mensaje profundo de la canción.
Con esta nueva entrega, el cantante demuestra una vez más su versatilidad artística. Su habilidad para conectarse con las emociones del público es evidente, y esta canción es una prueba de ello.
La canción no solo mantiene la esencia que lo ha convertido en una de las figuras más importantes del Regional Mexicano, sino que también explora nuevas dimensiones emocionales mostrando su evolución como artista.
Este lanzamiento también marca el inicio de una nueva etapa discográfica para Ortiz, quien se encuentra preparando su nuevo álbum de estudio.
Recientemente, el cantante comenzó una ambiciosa gira por México y Estados Unidos, donde ha estado presentando sus grandes éxitos y estos conciertos han sido una celebración de su legado musical, con el público coreando cada una de sus canciones y disfrutando de una producción impecable.
Hace unas semanas, arrasó con un show completamente agotado en el Palenque de la Expogan Sonora 2025. Ante un público lleno y con la energía al máximo, ofreció un espectáculo cargado de emoción y entrega. Desde los primeros acordes, se mantuvo al público de pie, interpretando himnos como Tranquilito , Tal como eres , y Fuiste Mía. .
