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Medicina

Alberto Peña Rodríguez habla sobre su libro, Serendipia-Destinos Convergentes

Las experiencias que ha tenido en su vida y en su etapa profesión de médico en Cirugía Pediátrica es de lo que se puede encontrar en su obra que habla sobre el tema de las malformaciones congénitas

El doctor Alberto Peña Rodríguez en su libro Serendipia-Destinos Convergentes, habla un poco de su experiencia como cirujano pediátrico en cuanto al tema de las malformaciones congénitas más frecuentes.

En su más reciente libro, el especialista, quien nació en la Ciudad de México, en agosto de 1938, nos lleva a dirigir la mirada hacia el interior de un cirujano pediatra que revolucionó el tratamiento de una de las malformaciones congénitas más frecuentes, con lo cual consiguió no solo el éxito profesional, sino que cambió la vida de miles de niños alrededor del mundo.

En este libro relata que hubo situaciones adversas, complicadas y muy difíciles desde su niñez hasta su adolescencia, lo cual no impidió que se desarrollará como un ser humano excepcional, ejemplo a seguir para muchos cirujanos pediatras, estudiantes de Medicina y para todo aquel que tiene sueños por realizar.

En entrevista que le realiza la también médico Dulce María Espinoza, Neurocirujana Pediatra y experta en Bioética Clínica, el especialista relata un poco su hacer en esta área de la medicina.

“Este es un libro en el cual quise plasmar mi vida, sobre todo en la etapa de niñez, la cual no fue nada fácil. Si bien, los problemas en mi familia me llevaron a un entorno no muy grato, considero que al mismo tiempo me permitieron sobrevivir y salir de ellos muy fortalecido”, explicó el especialista egresado de la Escuela Médico Militar, y quien se especializó en cirugía general y pediatría durante seis años en el Hospital Central Militar de México.

“El título es Serendipia, que es así como llamo yo a una serie de episodios afortunados, que rebasó todo lo que yo pude haber imaginado, es como si la vida misma, hubiese querido recompensar por mi pasado de una infancia tormentosa. Me gusta creer que estos eventos de éxito, me ocurrieron a mí porque estuve en el lugar apropiado, en el momento adecuado y preparado para aprovechar las circunstancias a mi favor”.

En su libro dice que hay mucha influencia de su vida.

“Este subtítulo fue sugerencia de mi hijo Víctor Peña, ya que en mi libro describo la vida de los individuos que influyeron en mi vida y de las personas cuyos nombres están grabados en las medallas que me fueron otorgadas, los cuales convergen, de manera simultánea en los eventos importantes de mi vida y de la de mis antepasados”.

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En su libro dice que hay mucha influencia de su vida. ( )

“Para mi fue un capricho, es decir, lo escribí por el placer de plasmar todo lo que he vivido, las cosas buenas, pero también las no tan buenas. Fui feliz al recordar todas las anécdotas y a su vez, con este documento deseo que mis descendientes puedan satisfacer su curiosidad acerca de sus antepasados. Me hubiera gustado tener un libro similar escrito por mis abuelos”.

Su inspiración

El nacimiento de su primer hijo lo llevó a profundizar sobre el tema de las malformaciones congénitas.

“El nacimiento de mi primer hijo ha sido una de las experiencias más maravillosas de mi vida. Sin embargo, desde el embarazo de mi esposa notamos que el crecimiento no era el esperado, al nacer se nos dijo que el bebé era pequeñito, pero normal. A los pocos días, apareció un tinte ictérico, y pronto se realizó el diagnóstico de atresia de vías biliares. Con muchas dificultades económicas y con ayuda del Doctor Lozoya nos dirigimos al Hospital de Niños, en Boston, donde mi hijo fue operado por el Doctor Gross, el cual corroboró el diagnóstico de un tipo atresia de vías billares incurable. En ese tiempo no se realizaban operaciones paliativas, tampoco trasplante hepático. El Doctor Gross, nos dijo que nuestro hijo viviría solamente nueve meses”, recordó.

“A partir de ese momento iniciamos un camino que recorren casi todos los padres con hijos con malformaciones congénitas, que va desde la sorpresa, la negación, hasta la aceptación y búsqueda del sentido de la existencia”.

Así es como nació su deseo de ser Cirujano Pediatra y con él, el significado de su vida.

“En contra de todo pronóstico, mi hijo vivió casi cinco años. Intenté evítale sufrimientos al máximo posible y realizar la mayoría de los tratamientos en casa. Unos días antes de Navidad, en 1969, mi hijo presentó un evento de bronconeumonía con dificultad respiratoria, él me escuchó decir que lo llevaríamos a Urgencias, mientras lo cargaba en mis brazos, dijo: ‘no me lleves al hospital’, esas fueron sus últimas palabras”.

Desde ese momento dedicó su vida a esta especialidad, la cual lo llevó a realizar la especialidad en Cirugía Pediátrica en el Hospital de Niños de Boston durante 3 años. Al regresar a México ocupó los puestos de jefe de Cirugía del Instituto Nacional de Pediatría (antes IMAN), del cual también fue director durante más de 13 años, y del departamento de Cirugía Pediátrica del Hospital Central Militar, durante 7 años.

En 1980, diseñó y llevó a cabo la primera operación sagital, posterior para reparar malformaciones anorrectales, mejorando radicalmente los resultados de esas operaciones. La nueva técnica fue aceptada universalmente.

“La huella de estas experiencias quedaría en mi corazón para siempre y, en retrospectiva, sería la clave y el motor de mi éxito profesional. Desde entonces, veo la cara de mi pequeño hijo en el rostro de cada uno de los niños que operó y en sus padres, mi propio rostro y el de mi esposa”.

La crítica

En su libro comenta que su nueva técnica quirúrgica fue muy criticada por los expertos de aquel tiempo.

“Fui afortunado porque la vida me rodeó de las circunstancias idóneas para hacer una contribución en el campo de la Cirugía Pediátrica. Diseñe una nueva forma de reparar las malformaciones anorrectales, con unos principios simples, objetivos y racionales. Al inicio, con la ayuda del jefe de residentes, el Doctor Víctor Ávila, revisamos nuestra serie de casos, escribimos el reporte y lo llevamos a la reunión anual de la Pacific Association of Pediatric Surgeons, en Colorado, Estados Unidos, donde fui severamente criticado, ya que ponía en duda y contradecía las ideas consideradas como estado del arte de los especialistas cirujanos del momento. Esas críticas no impidieron que siguiera trabajando y mejorando la técnica quirúrgica, donde la creatividad tuvo mucho que ver, así como el esfuerzo y trabajo”.

Su atrevimiento le llevó a mejorar la calidad de vida de los pacientes.

“Yo me atreví a decir que la técnica hasta entonces usada no era la correcta y seguí trabajando en el diseño del nuevo abordaje: anorrectoplastía sagital posterior, con el cual mejoró mucho la calidad de vida de los pacientes”.

“Esta experiencia ha sido extraordinaria y hasta el momento he operado más de 2 mil 500 pacientes con esta técnica, todos con excelentes resultados, puedo decir que cambió también mi vida y me ha dado la oportunidad de recorrer y operar a niños de casi todo el mundo. Ha sido un gran privilegio ver a mi País desde fuera y reconocer que tenemos más cualidades de las que creemos, para los jóvenes, la lección principal es que ¡Sí se puede!”, dijo.

Los dos tomos del libro contienen toda su vida personal y profesional, y la manera en que está escrito permite repasar cronológicamente o escoger un capítulo en especial, volver al inicio, o al final, navegando entre las páginas.

Sigue vigente

El doctor Alberto Peña Rodríguez, de 85 años, aún sigue vigente, ya que imparte cursos a médicos que desean superarse en su profesión, sobre todo en este tema en específico.

“El retiro y la vejez son dos condiciones íntimamente relacionadas cuanto inexorables. Es muy difícil discutir una sin la otra, ambas situaciones suelen, a veces, ser percibidas como algo negativo, doloroso y en ocasiones hasta trágico, curiosamente para otras personas, la vejez y el retiro son percibidas como una liberación, una etapa muy grata de la vida, una etapa feliz”, dice.

“Todo parece estar relacionado con las expectativas que cada ser humano tiene de su vida y de la forma como cada quien ha vivido. Trataré de ser más específico: Caminar por la vida pensando que estamos acumulando méritos que nos serán retribuidos o pagados al final de nuestra jornada vital, es uno de los errores más comunes de los seres humanos. Pienso y recomiendo que vivamos nuestra vida sin esperar mucho del futuro.

Peña Rodríguez recomienda llegar a esta etapa con un balance cero.

“Debemos llegar al retiro y (o) a la vejez en un balance cero; reconociendo que la vida nos dio lo que nos merecimos. De aquí se desprende una recomendación para los jóvenes o aquellos en edad madura: si perciben que no están desempeñando el trabajo que les gusta, si no conviven con la persona o personas que ustedes consideran idóneas, si no sienten que están en el lugar adecuado, adelante!, procedan a hacer lo que les gusta, con quien les gusta y en donde les gusta, para que al final, la vida no los sorprenda negativamente”.

“Los jóvenes tienen el derecho de intentar mejorar el mundo, yo ya tuve mi oportunidad, puse mi grano de arena y lo disfruté, eduqué a mis hijos y estoy en deuda con ellos por haberme dado el privilegio de disfrutarlos enormemente. Disfruto mis amistades y mis amores, estoy en deuda con todos. Ahora es tiempo de comparecer ante mí mismo, verme en un espejo y poder sentirme satisfecho, entender que mi vida tuvo un significado, que me satisfizo a mi y a nadie más”.

Su carrera

El Doctor Alberto Peña, nació en la Ciudad de México, en agosto de 1938. Después de estudiar en la Escuela Médico Militar, se especializó en cirugía general y pediatría durante seis años en el Hospital Central Militar de México. Posteriormente realizó la especialidad en Cirugía Pediátrica en el Hospital de Niños de Boston durante 3 años.

Al regresar a México ocupó los puestos de jefe de Cirugía del Instituto Nacional de Pediatría (antes IMAN), del cual también fue director, durante 13 años y medio y del departamento de Cirugía Pediátrica del Hospital Central Militar, durante siete años.

En 1980, diseñó y llevó a cabo la primera operación sagital posterior para reparar malformaciones anorrectales, mejorando radicalmente los resultados de esas operaciones. La nueva técnica fue aceptada universalmente.

En 1984, fue presidente de la Sociedad Mexicana de Cirugía Pediátrica. En 1985 fue invitado a trabajar como jefe de Cirugía del Schneider Children’s Hospital de Long Island, New York, puesto que ocupó durante 20 años, así mismo fue Profesor de Cirugía y Pediatría en el Albert Einstein College of Medicine.

A partir de julio de 2005, creó el primer Centro Colorrectal para Niños en el Hospital de Niños de Cincinnati siendo nombrado director y fundador del Centro, siendo también profesor de Cirugía Pediátrica en el University of Cincinnati College of Medicine de Cincinnati.

En el año 2015 fundó el Centro Colorrectal y Urogenital del Hospital de Niños de Denver, Colorado, del cual fue director hasta su retiro el 8 de febrero de 2021. El Doctor Peña ha sido profesor invitado en distintos países 502 veces.

Ha publicado cinco libros, 220 trabajos en la literatura internacional y más de 80 capítulos de libros de texto. Es miembro honorario del Royal College of Surgeons de Inglaterra y de Escocia, y de Asociaciones de Cirugía Pediátrica de Austria, Brasil, Cuba, Venezuela, Ecuador, Guatemala, Ecuador, Egipto, España, Jordania, Estados Unidos, Israel, Italia, Polonia, Portugal, Sudáfrica, Yugoslavia, Malasia, Filipinas, Argelia, Alemania, República Checa, Hungría, Chile, Uruguay, Colombia, Bolivia, Paraguay, India, Arabia Saudita, China, y Taiwan.

Ha recibido innumerables condecoraciones y reconocimientos, incluyendo: La medalla Jesús Lozoya Thalmann en la cátedra de Pediatría de la Escuela Médico Militar; Premio Von L. Meyer del Hospital de Niños de Boston; Medalla Gonzalo Castañeda de la Academia Mexicana de Cirugía; Premio Robert Gross de la Universidad de Texas; Medalla Franco Soave, Italia; Medalla Denis Browne de Inglaterra; Medalla Vaclav Kafka de la República Checa; Medalla Fritz Rehbein otorgada por las Asociaciones Europea y Alemana de Cirugía Pediátrica;

Medalla de la ciudad de Mesina Italia; Medalla Herbert Coe otorgada por la Asociación de Cirujanos Pediatras del Pacífico; Medalla Rodolfo Nieto Padrón del Hospital del Nino de Tabasco; Medalla Manuel Acuña otorgada por el gobierno de Coahuila; La medalla Benito Juárez otorgada por la Universidad de Durango.

Reconocimiento Mérito Melitensi otorgado por la Orden de los Caballeros de Malta por su labor humanitaria. En octubre del 2008 el Doctor Peña recibió la Medalla William Ladd, que es la distinción más importante que se otorga en Estados Unidos a un cirujano pediatra, por la Academia Americana de Pediatría.

En el año 2018 recibió la medalla Robert Gross, otorgada por la Asociación Americana de Cirujanos Pediatras. En el año 2021, la Sociedad y el Colegio de Cirujanos Pediatras de México, crearon la Medalla Alberto Peña Rodríguez en honor del autor. Esta medalla será otorgada cada dos años a un cirujano pediatra mexicano que se haya distinguido académicamente. Actualmente, el Doctor Peña está retirado, vive en Denver, Colorado, Estados Unidos, con su esposa e hijos y es Profesor Emérito de Cirugía de la Universidad de Colorado.

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