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"En su columna Luis Ángel Gómez habla sobre el “cambio”, la ascención al poder de la 4T"

Y sigue la mata dando. En el sexenio de Enrique Peña Nieto no dejaron de sorprendernos constantemente los escándalos de corrupción, de despilfarro y hasta en sus frases, que le valieron incontables memes. Seis años que se nos fueron en sentirnos agraviados como ciudadanos por el descaro y desfachatez de gobernantes y funcionarios públicos de ese periodo, dignos de ilustrarse en una tragicomedia, en la que el grueso de la población, la clase media (si es que aún la hay) y los sectores vulnerables resultaron más perjudicados... como siempre. Este domingo va a ser un año que se vino el “cambio”, la ascención al poder de la 4T, representado en la figura idílica de Andrés Manuel López Obrador, por quien la mayoría de los mexicanos votó en la elección histórica del uno de julio de 2018. A cuatro días de cumplir un año de su toma de protesta como Presidente de la República, el “romance” ha terminado para muchos que estaban a favor de él porque en este lapso, también se han suscitado escándalos de diversa naturaleza y situaciones que no damos crédito, sobre todo con sus afirmaciones en su letanía mañanera, que es pan con lo mismo. Lo vemos y ya sabemos, sin dudar, los términos, o mejor dicho, epítetos que va a esgrimir para denostar a quienes no comulgan con él en su “misa” diaria de dos horas, que muchas veces nos asombra que un jerarca de su nivel pierda tiempo precioso en poner a la nación que gobierna en contra de sí misma, pues si el alcalde de cualquier pueblito tiene una agenda sumamente ocupada desde muy temprano, el presidente de una nación la tiene infinitamente más ocupada, pero AMLO siempre se da tiempo para cumplir con la cita que él mismo ha impuesto a sus colaboradores y medios de comunicación, en la que él tiene la razón consuetudinariamente aunque los números no cuadren, sus datos le fallen y solito tenga que corregirse, aunque no lo admita, para tratar de adaptarlos a la realidad cruda que se los refuta sin hacer referencia a los erróneos o ilusorios cálculos que él había hecho previamente, como si no existieran o nunca los hubiera mencionado. Agresivo y ofensivo con los que él (des)califica como adversarios, como si todavía siguiera en campaña; errático en sus números, lento al exponer sus ideas, evasivo ante una pregunta que tal vez ni entendió y por eso respondió así, iracundo cuando se siente acorralado y soberbio al presentar un logro, como su libro de economía, que al darlo a conocer en su comedia mañanera, dijo: “voy a presumirles algo” con el texto en su mano; incongruente en su política exterior, cuando dijo que no iba a dar su opinión con la situación en Venezuela, pues no había que meterse en problemas de otros países para que no se metieran con los del nuestro, pero mandó avión para Evo Morales, ex presidente de Bolivia, y darle asilo en México; ¿acaso eso no es meterse con la política de un país? Y sobre todo, aumentar la división en México con esa decisión. Todos los días pelea contra la corrupción, ese ente inocuo al que no le pone rostros ni nombres, pero de cuya lucha clama que se han ahorrado miles de millones de pesos, de los cuales no sabemos su destino porque nuestro ingreso se reduce rápida y drásticamente ante los precios de la canasta básica, pero a su vez, ha dado toda su confianza a oscuros personajes, acusados de corrupción y otros delitos, a quienes ha puesto en escaños y secretarías, defendiéndolos por todo lo alto. Lo más grave es la escalada criminal en proporciones nunca antes vistas en tiempos recientes, pues hasta el 31 de octubre, este año iba calificado como el más rojo en varias décadas con la pérdida con más de 25 mil vidas en forma violenta y dolosa, además de la agresividad que se ha visto en marchas y protestas, tanto a espacios, monumentos y lo peor, contra los mismos participantes. Sus simpatizante siempre argumentan que seis años no son suficientes para “componer” el daño hecho por 80 años de prianismo, pero parece que un año es más que suficiente para celebrar la victoria electoral en 2018, pues se hicieron festejos por este hecho aunque aún no se ha demostrado nada. Mientras tanto, el Presidente continúa saliendo con sus dichos populares, que en realidad son dimes y diretes, pues por más que comente que todos los mexicanos debemos estar unidos, es él quien empieza a atizar el fuego y ha hecho una polarización en la sociedad que jamás habíamos vivido, en la que hasta propios familiares se dejan de hablar y permea a todos los niveles socioecómicos, culturales e intelectuales. Esto es también una situación digna de estudios antropológicos, psicológicos, políticos y sociológicos, aunque la causa es fácil de conocer, como decíamos al principio: AMLO es una figura idílica pues representa la aspiración del mexicano promedio, que viene del pueblo, con su manera de ser y hablar tan “desparpajada”, características con que la gente se identifica y ve reflejadas en él, además de que contra viento y marea, en una lucha de más de 10 años, por fin logró llegar al empleo más alto de esta nación: la presidencia, por lo cual, AMLO se ha asumido como Benito Juárez, también se ha asumido como Francisco I. Madero, pero nos preguntamos cuándo se va a asumir como presidente de un país tan complejo, heterogéneo e históricamente tan herido como México.

Y para evitar “heridas” que el paso del tiempo y el uso pueden causar al máximo recinto católico de Mazatlán, el Patronato de Catedral realizará su tradicional cena para captar fondos, los cuales destina a obras de remodelación y mantenimiento de ese también ícono de la arquitectura porteña. La cita es este viernes 29 de noviembre, a las ocho y media de la noche, en el restaurante del Hotel Royal Villas, donde por un donativo de 750 pesos, cada comensal disfrutará una cena de tres tiempos y barra libre nacional en un ambiente musicalizado por la voz del Tenor del Norte, Jorge Echeagaray. El invitado especial del evento es Monseñor Mario Espinosa Contreras, Obispo de la Diócesis de Mazatlán, quien acude cada año, y se hará un reconocimiento a bienhechores de Catedral: Yolanda Mercado de Lizárraga, Sergio Pelayo Osuna y Rodolfo Coppel Urquijo por su labor en pro de ese templo de la fe, que es lo único que no nos puede faltar, máxime en momentos tan difíciles como los que se viven globalmente en la actualidad.

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