"Educación en la Familia: Educar la fuerza de voluntad"
Seguro que si no lo hemos dicho, lo escuchamos de alguien que no puede ponerse a dieta, hacer ejercicio, aprender alguna cosa porque no tiene fuerza de voluntad, que se traduce en que no es perseverante, ni tenaz, ni comprometido, ni le importan las metas y, para el caso, no le importa mucho ser un poco mejor como persona cada día; vive en su zona de confort y sus vicios sin ningún autocontrol, muy cómodamente mediocre.
Como se supone que los padres queremos para nuestros hijos que sean “exitosos”, hoy es la palabra clave, pero si no se les da el con que no hay manera, no hay manera de hacerlo de la manera correcta, aclaro, porque la fácil e incorrecta es la que está llevando al País a la degradación social en que está, en que lo exitoso es saber utilizar a las personas, saber burlar las leyes, cometer fraudes y todo lo que conocemos como corrupción, y si mucho nos apura por tener dinero, siempre está el narcotráfico.
Son las cosas que suceden cuando los padres no están pendientes de educar o piensan que como ellos no saben, no pueden enseñarlo, o peor, que como ellos buscan el éxito así, pues es el ejemplo que dan. Bueno, pues si papá y mamá no tienen fuerza de voluntad y por eso no lo pueden enseñar, aquí unos “nortes” porque es más fácil cualquier emprendimiento cuando se hace en equipo y todos se ayudan y echan porras, que termina siendo además de divertido, une y consigue que terminan todos con fuerza de voluntad.
De entrada, es algo que se ejercita, se desarrolla y se robustece con la practica constante. Según dicen, solo se necesitan 21 días para que una conducta se haga hábito, no es demasiado; claro que se deja de practicar y va para atrás. A lo que voy es que después de esos días, se hace más fácil, así que cuanto antes se comience a trabajar, mejores resultados se tendrán. Nunca es tarde para adoptar un hábito de autocontrol y fortalecer la voluntad; entre más chicos, menos broncas cuando crecen.
La primera cosa, como siempre, es predicar con el ejemplo. Si los padres no pueden presumir de eso, si pueden dar ejemplo de lucha cuando algo es valioso; eso enseña tanto como si los padres lo fueran. Es necesario que vean y entiendan por qué la necesidad de sacrificarse y renunciar a lo más cómodo. Viendo las connotaciones positivas que el autocontrol aporta en nuestra vida, aprenden que el esfuerzo vale la pena y da mucha satisfacción, como llevarse la medalla de oro en las Olimpiadas, eso no se logra sin esfuerzo.
Segundo importantísimo, hay que tener un plan, de otra forma no se llega a ningún lado: especificar los factores de cuándo, cómo, dónde y cuánto tiempo, que tienen que adecuarse a la edad.
Lo que sigue es tener metas a corto plazo porque conociéndonos, si todo es a largo plazo, nos cansamos si no vemos resultados en las etapas, así que objetivos concretos y diarios. Se controlará y enseñará que se debe acabar lo que se empieza, lo hacemos notar y felicitamos, pero cuidando que quede bien hecho hasta donde se puede.
El cuarto punto es el valor del esfuerzo. Cuando se logra algo, da mucha satisfacción, si esa la podemos tener diario, será un buen motor. Conseguir metas difíciles por sí mismos, gracias al propio esfuerzo, les hará sentir muy bien, sentirse útiles, tener en cuenta que a veces habrá que valorar el esfuerzo más que el cumplimiento del objetivo, es decir, apremiar el estudio, pero no el aprobar.
De los errores se aprende, significa que no hay que tener miedo al fracaso. Muchas veces, el riesgo o la caída serán más eficaces que el éxito, les ayudará a buscar una voluntad más fuerte.
Punto seis, hay que ser personas de palabra, que significa compromiso; se cumple lo que se promete.
El esfuerzo debe ser prolongado. La persona con voluntad es la que se ha habituado a obrar bien sin necesitar reforzar mecánicamente con premio, sino que sale de la persona.
La libertad de elección, porque la fuerza que mueve a la voluntad es la motivación. Que lo hagan por sí mismos y no para contentar a otros, y además saber pedir ayuda, que no es signo de debilidad.
La voluntad necesita objetivos ideales y metas por las que valga la pena esforzarse; cualquier esfuerzo termina siendo ligero con el hábito.