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"Mazatlán"

"EDUCACIÓN EN LA FAMILIA: El respeto que debe estar en todas partes y no está"

"La columnista invita a los padres a dar ejemplo para inculcar valores"
EDUCACIÓN EN LA FAMILIA

El respeto es la virtud humana que tiene la persona por el reconocimiento, consideración, aprecio y valoración de las cualidades y derechos de los demás, ya sea por su valor como persona, conocimientos, experiencia, actuación o leyes, pero no se queda ahí, incluso, el respeto a algo como pueden ser los animales y las cosas.

Es reconocer y tener presente de modo habitual su dignidad de personas como seres únicos e irrepetibles, para muchos creados a imagen de Dios, (para quien esto cree le es más fácil la virtud), así como sus derechos, según su condición y circunstancias.

Estamos en tiempos en que los hijos no respetan ni a sus padres, porque no se les enseña ni exige nada, pero la meta es que descubran y comprendan que toda persona, por el hecho de serlo, es merecedora de respeto, independientemente su edad, sexo, educación o cultura, desde el momento de la concepción hasta la muerte, que perciban y vivan el respeto que merecen las personas por sus circunstancias, condiciones y autoridad que ejercen, por ejemplo, los padres, jefes, autoridad civil, ancianos.

Pero primero necesitan descubrir su propio valor (si yo no valgo nada los otros tampoco) entonces cada vez que le digo que es un inútil, que es tonto, que no estorbe, que te enoja y cosas así, le estás diciendo que no vale mucho; además, lo que no necesita ver es cómo sus padres le faltan al respeto al tránsito que les llama la atención, lo que piensan de sus jefes, o cómo tratan a sus maestros cuando se les llama o están en medio de una tarea que dejó.

Distinguir en cada persona su dignidad y verla como única e irrepetible a pesar de todos sus errores y carencias porque todos las tenemos, inmensamente amada por Dios como es y que merece no solo mi respeto sino comprensión, porque cada uno tenemos nuestra historia que los demás no saben y por lo mismo no se puede juzgar ni criticar, mientras no caminemos con sus zapatos.

Además, como ya vimos la semana pasada, es la primera condición para la convivencia entre las personas, nos ayuda a saber participar y crecer con ellos, porque todo lo que pensemos, hagamos y digamos debe de ir de acuerdo con nuestra dignidad, en esto se manifestará el respeto hacia nosotros mismos.

¿A qué me refiero? ¿Cómo hablo? Con palabrotas, con gritos, descortés, con vulgaridad, sin dejar a los demás hablar. ¿Cómo me visto? Con decencia aun en mi casa, de acuerdo al lugar y ocasión, o enseñando el cuerpo todo lo que se pueda con ajustados, escotes o mini ropa, sin ningún pudor como exhibición en venta, los hombres sin camiseta o en paños menores, circulando por la casa. Lo que pensamos se refleja en lo que decimos y como nos conducimos.

Parece que en nuestra sociedad se piensa erradamente que debemos regirnos por nuestros gustos y caprichos, aun a costa de pasar por encima de los demás, esta visión y forma de vivir nos impide establecer relaciones interpersonales positivas y lleva a la soledad y el vacío, porque el león cree que todos son de su condición, luego no me puedo fiar de nadie ni me importa nadie más que yo, y así estamos como estamos, mato porque me estorba o me cae mal, si yo no valgo el otro tampoco.

En algunos ambientes materialistas de nuestra sociedad se piensa que vale más y merece más respeto el que más tiene o el que más es… listo, gandaya, atravesado, intimidante, lo que lleva a poner los ideales e ilusiones en lo material y elimina el sentido trascendente y la posibilidad de una realización y felicidad más profundas.

Porque hay algunos derechos que no proceden de ninguna obra realizada por alguien, sino de su dignidad como persona, como los bebés, todavía no hacen nada, pero tienen esa dignidad de persona humana, otros se adquieren por la manera de vivir y de pensar al ennoblecer su dignidad.

Vivir con respeto significa ver a la otra persona como otro yo, tratarla como a mí me gusta que me traten, tratar a los demás sin distinción y con amabilidad, no hablar mal de nadie, saber ceder no imponer siempre mi criterio y voluntad, respetar la opinión de los demás, respetar el esfuerzo y trabajo de otros, nunca pensar que valgo por lo que tengo, respetar la intimidad los sentimientos y posesiones de los demás, ser alegre, bondadoso y generoso porque merecen lo mejor de mí.

Recordemos que no aprenden por lo que decimos sino por lo que ven de nosotros.

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