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"Columna semanal"

"Evangelización, Educación y Cultura"

"Reflexiones espirituales y del acontecer en Mazatlán"
13/08/2018

Padre Amador Campos Serrano

El aromático olor a café daba la bienvenida a la llegada al Mercado Pino Suarez, frente a él, por la Calle Aquiles Serdán, se encontraba un expendio de la empresa Café El Marino, en la cual se ofrecía para su venta el café de grano, que ahí mismo era molido para los consumidores de esta aromática bebida, indispensable para muchos al desear un nuevo día en el inicio de una jornada.

Esta evocadora imagen nos hace recordar aquellos momentos de un Mazatlán, todavía con una ambiente pueblerino, pero ya con empuje hacia el desarrollo, haciendo sentir un futuro promisorio, gracias a la gente ubicada en esta parte sur del estado de Sinaloa.

Herencia de una industrialización establecida en este puerto en épocas pasadas, de las cuales solo ya existen vestigios, esta empresa continua con una vitalidad en expansión, gracias al empeño de quienes la dirigen, un orgullo expresado en su emblema empresarial, diciendo: “de Mazatlán para el mundo”.

Como empresa responsable, ha estado presente apoyando los eventos de interés en nuestra vida social, encontrando respuesta positiva de parte de los amigos que ahí laboran.

Hablar de esta institución empresarial, no se puede hacer sin mencionar a la familia Lizárraga, quienes le dieron origen y le han dado crecimiento en sus tres etapas de desarrollo como empresa.

De esta emprendedora familia, a mi mente llega la imagen de Faustino Lizárraga García, el amigo del sonriente rostro, quien es su segunda etapa en la década de los 60, fue factor en la consolidación para el crecimiento como empresa cafetera.

Amigo del Padre Antonio Camacho, mi compañero en el sacerdocio, que ya está en la casa eterna del Padre, varias veces tuve el gusto de saludarlo, pero fue en una reunión con otro gran amigo, Nazario Frías, cuando puedo decir que inicié mi amistad personal con Faustino, compartiendo amenas charlas y vivencias de amigos comunes.

Al ser invitado a pertenecer al Club de Leones, por el doctor José Carmen Tirado, con satisfacción encontré entre sus miembros a Marianita, como le decimos con cariño, hermana de Faustino, reafirmando aún más los lazos de la amistad.

Hoy, la triste noticia de su partida de este mundo nos llena de nostalgia por la pérdida de un amigo, pero la esperanza cristiana nos mueve a verlo habitando en la casa celestial, descansando ya de sus fatigas, con la satisfacción de ser partícipe de una obra para orgullo y satisfacción de quienes aún estamos aquí.

Al recordar a Faustino, siempre será grato revivir la imagen del sonriente amigo y continuará, así, viviendo entre nosotros.

 

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