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"Columna semanal"

"Evangelización, Educación y Cultura: 'El redescubrimiento del Nuevo Mundo'"

"Una disertación sobre la llegada de Espeña a América y la Conquista de México"
16/10/2019 13:34

Padre Amador Campos Serrano

De manera un tanto accidental, 1492 marcó un punto de transformación para la especie humana. A partir de esa fecha, más que una conquista, se debe hablar del momento inicial de intercambio, culminando con la idea de una globalización, un término hoy tan puesto en boga.

Este intercambio se debe de traducir como un mutuo enriquecimiento, pues si bien el llamado Nuevo Mundo, el cual después se le conocería con el hibrido nombre de América, recibió una añeja cultura, ya en inicios de su renacimiento, por parte del llamado Viejo Mundo, realmente no tan viejo, pues ya existían milenarias culturas más allá de los límites de Europa. También allá se recibió, de las tierras descubiertas, además de productos y especies autóctonos de este lugar, una nueva conciencia del mundo y de la concepción de la humanidad.

A pesar de una fratricida ferocidad, presente en toda conquista, por otra parte, algo ya existente aquí en estas tierras, la cual, apoyándose en un ignorante oscurantismo, equivocadamente enarbolando la defensa de la religión, causante de la destrucción de conocimientos ancestrales originados en estos lugares, revalorados hasta recientemente, gracias al legado de auténticos misioneros, quienes si entendían el concepto de la inculturación.

En el Nuevo Mundo, a la postre todo un continente desconocido, que ya varias veces había sido descubierto en varios puntos de su geografía, desde los errantes caminantes, quienes atravesaron el entonces congelado Estrecho de Bering, los intrépidos marinos polinesios o los trotamundos vikingos navegantes en busca de botín, sin pasar por alto las huellas dejadas por misteriosos visitantes, que ahora son causa de interesantes y exóticas teorías.

Finalmente, el Nuevo Mundo fue descubierto, o bien redescubierto de manera oficial, un 12 de octubre de 1492.

A pesar de lo doloroso de este encuentro de dos mundos, para algunos, más que un encuentro, fue un encontronazo, producto del cual resultarían cosas positivos, así como persistentes resentimientos, configurando una reflexiva retroalimentación sobre el ser y el quehacer sobre presencia de la especie humana en este mundo.

La sociología, la ciencia y la fe tomarían un nuevo y fortalecido sendero, a pesar de los debates y las tragedias ocasionadas por limitaciones en la visión del ser humano.

Una concepción de respeto al entorno en general empezó a gestarse, pues si bien el hombre no era el centro del universo, como se pensaba, sin embargo, por la facultad superior de su raciocinio se convierte en responsable y artífice de todo lo creado, empezando a surgir la conciencia de respeto y protección a todas las especies y, en general, de todo el cosmos, el lugar donde vivimos.

En el antiguo concepto de conquista, aun cuando no se han eliminado las tendencias egoístas, cada vez más se establece como un diálogo de generosa cooperación, el inicio de una incipiente tendencia a superar el trágico drama del bíblico fratricidio de Caín contra su hermano Abel.

América, después de 500 años, se considera el continente de una esperanza unida al concierto de todas las naciones, una esperanza para construir un mundo cada vez mejor, a pesar de diferencias existentes, necesarias y enriquecedoras, para así un día llamarnos hermanos y serlo de verdad.