"Evangelización, Educación y Cultura: Resurgir de las cenizas"
Padre Amador Campos Serrano
En la cultura griega, la mítica Ave Fénix era un símbolo del resurgimiento después de una aniquilación total, un simbolismo, además del perenne paso a la eternidad.
Esta Ave, en la cercanía de su muerte, después de haber vivido durante 500 años, construía un nido en donde depositaba un huevo, el cual era empollado durante tres días, al término de los cuales se incendiaba, consumiendo todo completamente, hasta reducirlo a cenizas y se ellas resurgía de nuevo el ave vuelta a la vida, introduciéndose así en una cíclica eternidad.
El mito del Ave Fénix es de carácter universal, pues su procedencia se origina, aunque con diversos nombres, también en diferentes lugares como Egipto, Grecia, Japón y China, entre otros, incluso en el judaísmo se dio una adaptación relacionándolo con origen del pecado original.
En una legendaria versión del relato bíblico se adaptó una historia de un pájaro que nació junto al árbol del bien y el mal, el cual no quiso sumarse a la desobediencia de probar el fruto prohibido y en el momento en que Adán y Eva fueron expulsados del Paraíso a causa de su falta, desde la espada del ángel ejecutor se desprendió una candente chispa, cayendo en el nido, encendiéndolo completamente, junto con el pájaro, pero en premio de su actitud, de las llamas surgió el pájaro con una vida transformada.
En la tradición cristiana podemos encontrar una adaptación analógica con la resurrección de Jesús, después de los tres días de permanecer en el sepulcro surge a una vida transformada, regresándolo a su divina eternidad.
El mensaje del abatimiento ha inspirado la imaginación de diversas manifestaciones en el arte, haciéndose presente como una sublime manera de superar las adversidades extremas, hasta alcanzar una transformación superior de vida y grandes personajes han dejado todo, entregando su vida en la búsqueda de un ideal superior.
En las enseñanzas de Jesús, el tema de abatimiento voluntario será una idea central desde los inicios del cristianismo, misericordia y humildad serán la base de su doctrina, a pesar de que la naturaleza humana busca otras maneras de alcanzar la gloria y el honor.
Surgir de las cenizas, es símbolo de un paso desde el abatimiento hacia la sublimidad, superando las adversidades, según San Pablo el apóstol, el mismo Hijo de Dios aceptó el anonadamiento, rebajándose, “hasta una condición de muerte y muerte de cruz”, un escándalo y una necedad, según la visión humana.
Siendo la ceniza un elemento usado desde una remota antigüedad, como un signo para manifestar el abatimiento y la humillación, esperando el perdón por los errores cometidos, también es un signo del resurgimiento para una vida nueva y más plena.
La Iglesia católica usa este ancestral signo en el inicio de la preparación para el tiempo central de la vida cristiana; el tiempo de la Pascua, el paso del Señor en nuestra vida.
El Miércoles de Ceniza marca una añeja tradición cristiana, es el inicio de un tiempo de una toma de conciencia y reconocimiento para el resurgimiento del ser humano hacia una vida superior.
El sacerdote impone la ceniza, diciendo estas palabras: “Recuerda que eres polvo y en polvo te convertirás”, es el inicio para emprender el vuelo, como lo hacía la legendaria ave hacia una vida con el germen de la eternidad.