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"Newsweek en español"

"‘Hacen del arbitraje un trapeador’: Bonifacio Núñez"

"El célebre ex árbitro mexicano desata en esta entrevista el nudo del paro arbitral de la semana pasada. Además, implora a los réferis luchar por su dignidad, y a los federativos del futbol, no torcer la regla para favorecer intereses económicos"

Aníbal Santiago

@apsantiago

 

Recién bañado y en pijama, Bonifacio Núñez tomó el cuaderno profesional donde escribe a mano sus “bitácoras”: un seguimiento de cada uno de los 160 partidos que en el futbol nacional se juegan cada temporada, falta por falta, para escribir su columna en el diario Excélsior y conducir la sección arbitral del programa televisivo Adrenalina. En su casa, antes de dormir, la noche del pasado 10 de marzo alimentaría con el Veracruz vs. Puebla ese colosal y escrupuloso archivo numérico y cualitativo que lleva desde hace 21 años y que le implica ver cerca de 500 horas de futbol local cada año para analizar -con todas las infracciones al reglamento- a los responsables de la justicia en el deporte más popular de México. De pronto, poco antes de las 20:00 horas, el ex árbitro de 66 años vio en la tele el anuncio: el partido había sido suspendido, así como toda la jornada 10, porque los jueces no arbitrarían ningún encuentro.

La razón: la Asociación Mexicana de Árbitros (AMA) estaba en contra de la sanción que la Comisión Disciplinaria de la Federación Mexicana de Futbol (FMF) había impuesto a dos jugadores: Pablo Aguilar, que dio un cabezazo al árbitro Fernando Hernández en el Xolos vs. América, y Enrique Triverio, que empujó al árbitro Miguel Ángel Flores en el Toluca vs. Morelia, ambos por la Copa MX.

Aguilar había sido suspendido 10 partidos, y Triverio, 8. En su recámara, Bonifacio Núñez, juez de Primera División durante 20 años y quizás el analista arbitral más mediático del País, reaccionó así: “Pensé que era un golpe de autoridad”, y se fue a dormir conociendo la exigencia que los árbitros habían hecho pública: los agresores debían ser suspendidos un año.

Aunque en los distintos canales abiertos y de televisión privada el consenso fue hacer eco de la protesta y señalar que lo correcto era que la Comisión Disciplinaria expulsara por 12 meses a ambos jugadores, Bonifacio acudió al Reglamento de Sanciones 2016-2017 para establecer con precisión qué establecía la ley del futbol mexicano si un árbitro sufría una agresión física.

“Permítame, le voy a mostrar lo que encontré”, me dice, abandona el comedor donde me da la entrevista, y desaparece en las escaleras que conducen a su estudio, un cuartito repleto de reglamentos nuevos y antiguos, diplomas, viejas fotografías en las que aparece en su uniforme negro junto a héroes de otros tiempos como Enrique Borja y Carlos Reinoso (“mire qué delgado era yo, joven y bello”, bromea), periódicos, apuntes, libros, amarillentos calendarios de pasados torneos pegados en los muros.

Bonifacio sube y baja corriendo para mostrarme su hallazgo.

“Esto -me dice enseñándome las hojas del reglamento- fue el clavo ardiendo”.

 

 

Sólo les interesa su lana

 

“Mire lo que dice el Artículo 18 inciso N del Reglamento de Sanciones”, me pide, y leo la siguiente línea: “Agredir a los oficiales y a los oficiales de partido por cualquier medio. Un año de suspensión en todas sus funciones y multa de 36 a 450 UMAs”. Bonifacio cambia de página. “Peeero ahora lea este otro artículo, el 33 inciso A”. Sigo sus petición y leo: “Agredir a un oficial dentro de la cancha o terreno de juego o pasillos, o túneles o accesos o vestidores, etcétera, uno a diez partidos de suspensión y multa de 18 a 450 UMAs”.

Es decir, primero el reglamento establece que un jugador que agrede físicamente a un árbitro será suspendido un año. Y ese mismo reglamento, poco más adelante, dice que un jugador que agrede físicamente a un árbitro será suspendido solo de uno a 10 partidos. Dos artículos de una misma ley vigente se contradicen. Y esa ley fue aprobada tanto por la Federación Mexicana de Futbol como por la Asociación Mexicana de Árbitros. Ante la conducta del americanista y el toluqueño, el primer organismo quiso hacer válido el artículo con el castigo suave, y el segundo exigió que se hiciera válido con el castigo fuerte.

“De lo que pasó todos son culpables –aclara-: la Comisión Disciplinaria y la FMF por hacer este reglamento de sanciones que rompe las reglas de juego (para la FIFA, cualquier agresión física de un jugador a un árbitro merece un año de castigo). Pero los árbitros también tienen la culpa: ellos aceptaron esos reglamentos para los campeonatos Apertura y Clausura”.

 

- Hay algo de trasfondo en el paro de árbitros, o solo fue por los castigos?

- Fue eso. Les colmó el plato, pero yo les diría a los árbitros: ¿por qué hasta ahora? Los federativos los han vejado, menospreciado, ninguneado. Al árbitro Adalid Maganda los jugadores de Pachuca (en un partido de la Copa MX de 2015) le hicieron gestos y ruidos de simio rumbo al vestidor porque es moreno. No hicieron nada ni la Comisión (de Árbitros) ni la Asociación (Mexicana de Árbitros). Eso es grave: es racismo. (El medio del América) Osvaldo Martínez le dijo “ratonero” a un árbitro (César Ramos). (El ex delantero de ese equipo) Darío Benedetto les dijo “cagones”. No hicieron nada ni (el presidente de la Comisión de Árbitros, Héctor) González Iñárritu, ni la AMA.

 

- ¿Cuánto tiempo debían irse suspendidos los jugadores del América y Toluca?

- Un año. Pero como ya vio usted, es confuso el reglamento: dos artículos se contraponen.

 

- Es decir, si los jueces aceptaron antes de que iniciara el torneo algo tan contradictorio no existió razón para que dijeran “Que los suspendan un año”, pues el reglamento también dice que la sanción es de uno a 10 partidos.

- Exactamente. Decio de María (presidente de la FMF) pudo plantear a los árbitros: ustedes aceptaron el reglamento.

 

La semana pasada, ante el reclamo arbitral, la FMF dio un giro a su decisión y suspendió un año a ambos futbolistas.

 

- ¿La FMF, con dos artículos contrapuestos, quiso tener manga ancha para cuando hubiera un problema elegir cuál de los artículos aplicaba?

- ¡Claro! Hacen el reglamento de competencia cuidando los intereses de los equipos para que las reglas no los perjudiquen.

 

- ¿Quién debió decir: “Estos dos artículos se contraponen, hay que elegir uno”?

- Los líderes del arbitraje mexicano: Roberto García, Francisco Chacón, Paul Delgadillo y José Luis Camargo.

 

- ¿Cómo interpretar que antes de aprobar el reglamento no se molestaran frente a esa contradicción?

- ¡No lo leyeron (el reglamento), les pasó desapercibido! Solo les interesa su lana (golpea con los dedos tres veces la palma de la otra mano).

 

- ¿Cuánto ganan?

- En torneo regular, 38 mil pesos por partido, más una mensualidad de entre 20 mil y 30 mil pesos. Arbitren o no.

 

- Con ese sueldo podrían molestarse en leer el reglamento...

- ¡Por favor! No es “no puedo leerlo porque debo llegar a las 6:00 horas al trabajo”. Hay “pazguatés” en su actitud, hacen del arbitraje un trapeador. Me duele y encabrita. Los jueces de línea levantan la bandera y (los equipos) les empiezan a gritar barbaridad y media, les hacen corte de manga. ¿Los árbitros? Impávidos. Se pusieron exquisitos con esto (las agresiones físicas), pero ¿por qué no se ponen exquisitos, “reglistas” y exigentes con ellos mismos en la cancha? En los tiros de esquina hay jalones. ¿Qué pasa? Sancionan “amontonamiento”, siempre a favor del equipo ofensor. ¿Por qué no se amarran los pantaloncitos y sancionan penal? Señala penal, ¡cabrón!

 

- ¿No es un problema del País, lo mismo en la política que en la cancha? Con saqueos, corrupción y falta de ética las autoridades pierden respeto.

- Sí, sí, sí. Y algo más: vea un partido infantil, los papás son los que más les gritan a los niños y a los árbitros. ¿Qué hijos están formando? El futbol pasó de ser un deporte formativo a un deporte deformativo.

 

 

Aureolita de santo

 

En su sala al norte de la Ciudad de México, una añeja colección de las obras completas de Cervantes comparte espacio con figurillas de pasta, el cuadro de La última cena y una Biblia en un atril abierta en el libro de Daniel, el profeta que ese texto sagrado recuerda por su sabiduría, y además por su rectitud. La misma que obliga a los jueces, en este caso del futbol, al impartir justicia sobre la cancha, la profesión de Bonifacio Núñez desde 1971 cuando dejó de ser un jugador de la Colonia 15 de Agosto -por los rumbos de La Villa- para ponerse el uniforme negro y ser réferi de un partido llanero en la Unidad Morelos.

 

- ¿Por qué se dará ese “menosprecio” al árbitro del que usted habla?

- Al pagarles a los árbitros, los federativos los consideran sus empleados. No lo son. Son una parte del futbol considerada en las 17 reglas. Quizá sean un mal necesario, pero son medulares. (El escritor uruguayo Eduardo) Galeano dijo que el árbitro es arbitrario, y yo a eso digo: ¡claro que no! (Galeano escribió: “El árbitro es arbitrario por definición. Este es el abominable tirano que ejerce su dictadura sin oposición posible y el ampuloso verdugo que ejecuta su poder absoluto con gestos de ópera”.)

 

- ¿Los directivos se meten en los arbitrajes para proteger a sus equipos?

- El arbitraje debe ser una caja de cristal a la que todos pueden asomarse. Y la Comisión de Árbitros debe ser inmaculada: solo pueden tener injerencia su presidente y los árbitros. Hoy no es así.

 

- ¿No es así? ¿Quién se mete?

- Los federativos. Piden a los árbitros ser “facilitadores de juego”: que no señalen tantas faltas, no usen tantas tarjetas. Me dio mucha tristeza que en el Cruz Azul vs. Jaguares, en el que llovió muchísimo, el árbitro Miguel Ángel Ayala debiera consultar a un empleado de la FMF: el comisario. Hoy el comisario ordena, cuando toda la vida fue el árbitro. Y en partidos internacionales va una persona de traje delante de la terna arbitral: es el comisario de la FIFA. ¿Con qué fin? ¿Para decir yo soy el importante? Los importantes son los jugadores y los árbitros.

 

- ¿Los réferis mexicanos se han dejado humillar por los federativos?

- Olvidaron su jerarquía por dinero. No quieren llevar problemas a la Comisión (Disciplinaria) para que los designen en los partidos de la siguiente semana. Decía un maestro: para marcar un penal hay que tener valor, pero más valor para aguantar sus consecuencias.

 

- ¿Qué fue lo peor que vivió como árbitro profesional?

- Muchos insultos y no los soportaba: mis clientes eran los argentinos. Pero tampoco me pongo aureolita de santo. Como diría mi abuelita, hablemos a calzón quitado: en Ciudad Juárez, en un Cobras vs. Atlante (José Ángel) el Guayú Galván se empezó a dejar caer. Le dije: me estás echando la gente encima. “Sí me pegaron, Boni”. “No le pegaron”. Se volvió a dejar caer. “No entiende, ¿verdad?”. Le dije a Miguel Herrera, “Dale al Guayú”. “No, Boni, me expulsas”. “Bueno, dale con el balón”. Dicho y hecho (le dio el balonazo) y dije: ¡sigaaa! El árbitro debe buscar modos para ser conductor del juego y tener cuatro cualidades: morales, físicas, intelectuales y técnicas. Y una más, importantísima: valor. Ojo, ¡valor no es ser valentón como Bonifacio (se ríe)!

 

- Cuando fue árbitro de Primera División, ¿alguna vez lo golpearon?

- Un jugador, nunca. Solo como árbitro amateur en 1974: en un Galicia vs. Ómnibus de México de la Liga Iberomexicana cayó un gol. En mi camino al centro del campo para marcarlo sentí un puñetazo: un jugador me dio. Pese a que quedé bañado en sangre y me desvió el tabique, defendí a ese muchacho porque lo empezaron a golpear en mi defensa: era imperdonable golpear a un árbitro.

 

- Y en su trayectoria profesional, ¿ni siquiera recibió empujones?

- Ni siquiera.

 

- ¿Había otra calidad moral de los jugadores?

- Nos respetaban mucho.

 

- ¿A nuestros árbitros les falta personalidad?

- Para entrar a la Asociación (Mexicana de Árbitros) me hicieron un examen y una solicitud fue “cruce la pierna”. La crucé. Después pregunté: ¿por qué me pidieron eso? “Para ver si combinaba el calcetín con el zapato y el pantalón”, me respondió Jorge Dubernard, vicepresidente de la Comisión de Árbitros. Así de escrupuloso era el examen de personalidad.

 

- ¿En México el jugador ha perdido sentido de realidad? Hay que ver la cara de Aguilar cuando da el cabezazo: parece poseído. ¿Ganar demasiados millones en un país pobre les hace creer que viven en otro planeta?

- Sí, creen que pueden agarrar de las orejas al rey.

 

- ¿Usted sospecha que los directivos hablan con los árbitros después de ver la cédula (el documento con todas las incidencias del partido) para que haya modificaciones y no salir perjudicados con sanciones?

- He sabido que les han hablado a los árbitros y a la Comisión de Árbitros: “Oye, me cuesta muy caro este jugador, me lo van a suspender”.

 

- ¿Cómo imagina el futuro del arbitraje mexicano?

- Mejor pregúntame qué quisiera que pasara: que los árbitros readquirieran valor en la cancha, que apliquen mejor las reglas y los directivos entiendan que con buenos arbitrajes habrá buen futbol. A grandes males, grandes remedios.

 

Bonifacio vuelve a subir a su estudio a buscar algo, baja de inmediato y pisa el césped de su jardín, verde e impecable como en el que arbitró centenares de partidos de 1976 hasta 1996. Ahora esa es la hierba donde por años ha jugado su cuarta hija, de apenas 12 años. El ex árbitro abre una de sus grandes manos y devela su última reliquia: su viejo silbato profesional, el último que atesora, como los de la marca Balilla que le traían de Italia. La bolita interior de corcho la cambiaba por otra de unicel para que el potentísimo sonido del minúsculo artefacto lo oyeran 100 mil personas si era necesario.

En ese tiempo, cuando salía a la cancha el arbitraje no era “un trapeador”, sino “un apostolado”, dice, y el reglamento, su Evangelio.

 

 

 

 

“Les colmó el plato, pero yo les diría a los árbitros: ¿por qué hasta ahora? Los federativos los han vejado, menospreciado, ninguneado”.

 

“Hacen el reglamento de competencia cuidando los intereses de los equipos para que las reglas no los perjudiquen”.

 

“Vea un partido infantil, los papás son los que más les gritan a los niños y a los árbitros. ¿Qué hijos están formando? El futbol pasó de ser un deporte formativo a un deporte deformativo”.

 

“El arbitraje debe ser una caja de cristal a la que todos pueden asomarse. Y la Comisión de Árbitros debe ser inmaculada: solo pueden tener injerencia su presidente y los árbitros. Hoy no es así”.

 

“Qué quisiera que pasara: que los árbitros readquirieran valor en la cancha, que apliquen mejor las reglas y los directivos entiendan que con buenos arbitrajes habrá buen futbol. A grandes males, grandes remedios”.

 

Bonifacio Núñez

Ex árbitro del futbol mexicano

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