Cogeneración: cómo optimizar energía y costes en la industria moderna

18/08/2025 10:27

En un escenario donde los precios de la energía siguen en ascenso y la presión para reducir emisiones es cada vez mayor, la industria necesita soluciones que combinen eficiencia, ahorro y sostenibilidad. La cogeneración, o producción combinada de calor y electricidad, se ha convertido en una de las herramientas más eficaces para conseguirlo.

Su capacidad para generar, en un único proceso, electricidad y energía térmica aprovechable permite reducir consumos, recortar gastos y, al mismo tiempo, mejorar la competitividad. No es casualidad que, en sectores con alta demanda energética, esta tecnología se considere una inversión estratégica más que un gasto.

En este artículo vamos a repasar su funcionamiento, beneficios y factores clave para que su implantación en entornos industriales sea un éxito real.

¿Qué es la cogeneración y cómo funciona?

La cogeneración es un sistema energético que produce electricidad y calor útil de manera simultánea a partir de un único combustible. Esto se logra gracias a un proceso en el que la energía térmica que normalmente se perdería se recupera y utiliza en otros procesos industriales o en climatización.

Por ejemplo, una planta puede generar electricidad para su maquinaria y, al mismo tiempo, producir vapor para procesos como la esterilización, el secado o la cocción. La eficiencia global de este sistema puede superar el 80%, frente al 50-60% de las plantas convencionales que producen energía eléctrica sin aprovechar el calor residual.

El combustible más habitual es el gas natural, aunque también pueden emplearse biomasa, biogás o incluso combustibles líquidos. La elección dependerá de la disponibilidad y el coste en cada caso.

Ventajas para la industria moderna

Ahorro económico. Generar electricidad y calor de forma simultánea reduce la necesidad de adquirir energía de la red y de mantener sistemas de calefacción independientes. Esto repercute en un menor coste energético y, a medio plazo, en una amortización más rápida de la inversión inicial.

Eficiencia energética. La recuperación del calor residual permite obtener más energía útil por cada unidad de combustible, optimizando el uso de los recursos y reduciendo desperdicios.

Menor impacto ambiental. La reducción en el consumo de combustibles fósiles conlleva una disminución directa de las emisiones de CO₂ y de otros contaminantes, ayudando a cumplir con la legislación medioambiental vigente.

Autonomía y seguridad de suministro. Al disponer de un sistema propio, la planta reduce su dependencia de la red eléctrica y asegura el suministro incluso en momentos de alta demanda o cortes externos.

Ámbitos de aplicación

La cogeneración es especialmente ventajosa en industrias que requieren tanto electricidad como calor de forma constante:

Alimentaria: para procesos de cocción, pasteurización o refrigeración.

Papelera: para secado del papel mediante vapor.

Química: para reacciones y procesos que exigen temperaturas y presiones elevadas.

Textil: para procesos de tintura, lavado y acabado.

En cada uno de estos sectores, no solo reduce el gasto energético. Además, aporta estabilidad operativa y mejora la competitividad frente a empresas que dependen íntegramente de la red.

Factores clave para optimizar energía y costes

Análisis previo de la demanda

Antes de instalar un sistema, es imprescindible conocer el perfil de consumo eléctrico y térmico de la planta. Este diagnóstico determinará la capacidad necesaria, el tipo de equipo y el combustible óptimo.

En esta fase, consultar fuentes especializadas como https://aitesa.com/cogeneracion/ puede aportar datos técnicos, comparativas y criterios de dimensionamiento.

Selección de tecnología y combustible

Las tecnologías más comunes son las turbinas de gas, los motores de combustión interna y las microturbinas. La elección dependerá de factores como la potencia requerida, la disponibilidad de espacio y el combustible elegido. Apostar por gas natural o biogás puede marcar la diferencia en eficiencia y sostenibilidad.

Mantenimiento y monitorización

Para garantizar un rendimiento óptimo, la cogeneración requiere un plan de mantenimiento preventivo que incluya inspecciones regulares, análisis de eficiencia y ajustes de operación. La monitorización en tiempo real permite anticiparse a fallos y optimizar el funcionamiento.

Integración con renovables

Este procedimiento puede complementarse con energías renovables como la solar térmica o fotovoltaica. Esta combinación aumenta la independencia energética y reduce aún más las emisiones, alineando la operación con las estrategias de descarbonización.

Marco normativo e incentivos

En España, está sujeta a un marco regulatorio que define requisitos mínimos de eficiencia para que las instalaciones puedan acogerse a incentivos fiscales y ayudas a la inversión. Estos programas buscan fomentar tecnologías de alta eficiencia y reducir la dependencia energética del país.

A nivel europeo, la Directiva 2012/27/UE sobre eficiencia energética reconoce a la cogeneración de alta eficiencia como un pilar fundamental para alcanzar los objetivos de ahorro y sostenibilidad.

Retos y soluciones en la implementación

Inversión inicial. El desembolso inicial puede ser elevado, pero el ahorro en costes energéticos y los incentivos disponibles acortan el periodo de retorno, que en muchos casos se sitúa entre 3 y 6 años.

Adaptación de infraestructuras. En plantas existentes, puede ser necesario adaptar redes internas de vapor, agua caliente o electricidad. Una planificación previa detallada permite minimizar los tiempos de parada y los costes asociados.

Formación del personal. Los técnicos y operadores que gestionen la instalación deben recibir formación específica. Esto asegura un uso eficiente, reduce el riesgo de averías y maximiza la vida útil del equipo.

Perspectivas de futuro

La cogeneración seguirá siendo clave en el panorama energético industrial. Las tendencias apuntan hacia sistemas más compactos, modulares y automatizados, capaces de adaptarse a variaciones en la demanda y de trabajar con combustibles alternativos como el hidrógeno.

En un entorno de precios energéticos volátiles y creciente presión regulatoria, esta tecnología ofrece a la industria la posibilidad de mantener la competitividad, mejorar su eficiencia y avanzar hacia un modelo productivo más sostenible.