"EL MATEMÁTICO Construye barcos que navegan en su memoria"
Ariel Noriega
Le dicen “El Matemático” por su afición a los números y las escalas; sin embargo, las cifras son solo una de sus herramientas para construir modelos de los barcos que abordó desde niño y cuya nostalgia comparte con los clientes que le pagan por construirlos.
Su papá trabajó 21 años entre el Coromuel y el Azteca, a donde llevaba a Jesús David de pequeño para que fuera aprendiendo “cómo se gana la vida”.
Ya grande, el mismo Jesús David pasó parte de su vida embarcado, conociendo los buques que reproducía en cartón en su tiempo libre.
Cansado de vivir lejos de su familia, un día Jesús David se bajó de los barcos, pero la vida quiso que terminara trabajando como transportista para una empresa que lo envía una vez a la semana a Baja California Sur, en los mismos barcos de siempre.
Él construye barcos de cartón, a escala, lo hace desde que descubrió las maquetas en la secundaria, de plástico, de madera, hasta que llegó al cartón de las cajas de cereales y galletas.
Hoy, los viejos tripulantes de aquellos ferries de Sematur son sus principales clientes, buscan una maqueta que les recuerde sus travesías a través del Mar de Corté, cuando era una aventura vivir en el mar y los gigantes de acero eran su segundo hogar.
Un niño que hacía barcos
La afición de Jesús David Macías Lizárraga por armar barcos comenzó en su infancia, cuando descubrió los buques de guerra que se compraban en piezas y se armaban con pegamento, siguiendo una guía incluida en el paquete.
La afición por los barcos le duró un tiempo, pero pronto descubrió que los barcos de plástico se descomponían o perdían piezas y era imposible repararlos.
Después lo intentó con la madera, pero pronto se dio cuenta que necesitaba un mundo de herramientas especializadas, además, la madera es cara y difícil de trabajar.
“Para la madera se necesita mucha especialización y mucha herramienta especializada, además comencé a tener muchos problemas con las curvas”.
Un buen día descubrió una materia prima que estaba por todos lados, incluso la gente la tira a la basura. Se trata del cartón de las cajas de galletas y los cereales.
“Empecé a hacer el centro de madera, pero las orillas las comencé a hacer de cartón. Es más maleable, pero el primer barco que hice, lo que quise levantar y se dobló”.
Mientras iba creciendo, Jesús David iba experimentando y aprendiendo, entró a la prepa y rápidamente se convirtió en el experto en hacer maquetas, aprendió a reforzar sus barcos, desde adentro, para evitar que el peso los doblara.
Finalmente llegó a la carrera profesional y eligió ingeniería naval, donde terminó especializándose en números.
“Ahí terminé haciendo maquetas, pero con ingeniería”, cuenta con una sonrisa.
Todavía le faltaba mucho para construir sus barcos, pero cuando llegó el momento aplicó todos los conocimientos que había adquirido en el camino.
Su vida en el mar
Jesús David entró a trabajar en Sematur, la empresa donde había laborado su padre y donde iba de niño, recorriendo la ruta de Mazatlán a La Paz en los ferries que regresaban repletos de fayuca.
Fue en los años 80 cuando comenzó a hacer réplicas de aquellos barcos donde trabajaba como responsable del combustible, y fue ahí donde se ganó el apodo de “El Matemático”, siempre trabajando con números para meter en un metro de cartón un barco entero.
“Tienes que respetar unas relaciones: tanto alto, como ancho, y con unas fórmulas que tienes que aplicar ya tienes unos lineamientos de los que no te debes de salir, y vas dimensionando tu barco”, explica.
Además de respetar las medidas de los barcos, “El Matemático” maneja las escalas, para que cada pieza del barco real tenga su representación en su pequeñas creaciones.
“Generalmente los barcos los construyo con una escala de uno a cien, eso quiere decir que por cada metro que tiene mi barco, el real mide cien metros”.
Embarcado en el Azteca y sus últimos años en el Puerto Vallarta y el Loreto, Jesús David conoció los enormes buques desde sus entrañas, y de puerto en puerto conoció cada uno de sus secretos, mientras en su mesa de trabajo los repetía una y otra vez.
Nostalgia
Finalmente a “El Matemático” lo han vencido los números, ha perdido la cuenta de todos los barcos que ha construido. Arroja un número, por lo menos 200 en su dilatada carrera como modelista y alimentador de nostalgias.
Sus principales clientes son los antiguos trabajadores de Sematur, aquellos que trabajaron ahí, pintores, maquinistas, camaristas, pilotos, capitanes, mecánicos o los transportistas que cruzaban su carga en los barcos.
Incluso los hijos de los antiguos trabajadores de los buques lo llaman para encargarle una réplica de un barco para regalar a su padre, y negocian los tiempos de entrega que pueden irse hasta los cuatro meses.
Los barcos que más le piden son el Puerto Vallarta y el Loreto, dos de los buques más nuevos que formaban parte de la extensa flota de Sematur, que llegó a operar nueve barcos de carga y pasaje.
El único barco que no ha hecho es el Presidente Díaz Ordaz, aquel malogrado ferry que se hundió en Mazatlán. Y no lo ha hecho por algún mal presagio, la verdad es que nadie lo ha pedido.
Para “El Matemático” no hay barco imposible, mientras se pueda conseguir sus medidas, su fórmulas le permitirán convertirlo en un modelo de cartón, pero para sus clientes será un buque para navegar en la memoria, cuando vivían fondeados en algún lugar del Mar de Cortés.
200 barcos ha construido, aproximadamente
3 kilos pesa cada uno de los barcos
4 meses se tarda en construir cada barco
2,000 pesos es el precio de cada barco