"Juan Manuel 'El Chino' Ley: La vida vista a través del beisbol"
CULIACÁN._Tenía 15 o 16 años cuando tomaron esa foto: pantalón claro, franela de manga larga roja y una gorra con una A en medio.
Dicen que era el capitán del equipo, que en el pueblo donde nació todo mundo lo conocía porque desde muy pequeño atendía el abarrote de su papá.
Había escuchado de beisbol sólo de oídas, de charlas con su padre en que le relataba las jugadas de aquellos gigantes de la Liga de la Costa, de cómo lucían los estadios llenos, de cómo se jugaba con pasión y con el corazón.
El muchacho ese de 15 o 16 años que aparece en medio de la foto, descubrió al beisbol cuando se asomó a través de una cerca, lo descubrió por lógica y deducción, por los movimientos, por los guantes, las pelota y los bates con que se divertía un grupo de extranjeros en un campo maltrecho de ese pueblo minero donde nació.
Dicen que el beisbol le llegó a su vida como le llega a cualquiera el primer amor, como una novia a la que primero le ganó su derecho a cortejarla, casi disciplinado, con trabajo de lunes a sábado, con consistencia, perseverancia, con disciplina y valentía. Luego ésta lo sedujo.
¿Qué tan bueno para jugar fue?, dicen que eso no se podrá saber nunca. No existe box score alguno de las primeras ligas de beisbol del siglo pasado -menos de aquel pueblo-, no hay nada en que se hayan registrado esas dos o tres temporadas que jugó contra ingenieros, que por edad y físico, eran mucho más grandes que él.
Pero hay una anécdota que él relataba con cierto orgullo.
En un juego llegó a conectar un hit sencillo y cuando superó la inicial pensó que podía alargar el batazo.
Cuando llegó a la segunda base chocó, tuvo un encontronazo con un ingeniero, un güero, alto; entonces el ingeniero, como muchos, hablaba español y le dijo: quítate.
Juan Manuel se paró y le dijo: ¿por qué?, si esta es mi tierra.
Luego se presentó otra jugada. Otra vez se volvieron a encontrar, era el segunda base ese ingeniero estadounidense, llegó Juan Manuel y se barrió y llegó y se levantó y le dijo: ahora el que te quitaste fuiste tú.
El espíritu guinda que nació entre la sierra
“Era por un encono, una rivalidad muy local... él siempre comentaba que con el equipo de los norteamericanos era el reto mayor, era la rivalidad, pero el reto era batearles un hit, era un reto, porque traían pítcheres grandes, fuertes, eran ingenieros que ya jugaban”, recuerda José Carlos Campos.
“Don Juan Manuel jugaba beisbol con gente más grande, contra adultos. Ese equipo del Ayuntamiento de Tayoltita (Durango) era de muchachos jóvenes y el equipo de la mina era equipo de ingenieros, ya maduros... Don Juan Manuel, sin retos, no entiende la vida”.
José Carlos es hijo del legendario cronista Roy Campos y llegó al lado de Ley López luego de una invitación de éste.
Luego acompañó a lo largo de 22 años como asistente de la Presidencia de Grupo Ley, tanto en la parte comercial como en el club Tomateros.
José Carlos fue testigo de las charlas de recuerdo del Presidente de los Tomateros de Culiacán, cuyo estadio desde hoy recibirá la edición 2017 de la Serie del Caribe de beisbol, con equipos de República Dominicana, Puerto Rico, Venezuela y Cuba.
Juan Manuel nació en Tayoltita, Durango, un pueblo minero; su padre Juan Manuel Ley Fong llegó al pueblo como hortelano, cultivaba hortalizas para los trabajadores de la firma San Luis Mining Company, asentada en el pueblo.
Con el tiempo fue despedido, pero demandó y con el dinero de la demanda logró consolidar un abarrote que se volvió un pilar para el pueblo.
“Don Juan Manuel era el que trabajaba, ponía un banquito de chiquito, en el mostrador, atendía a la gente; era un adolescente cuando empezó a jugar beisbol, era muy conocido, porque era el que atendía el changarro, era conocido”, dijo, “y lógicamente era el cuarto bate del equipo, por obvias razones, el patrón, el dueño del equipo, era el papá”.
La llegada del beisbol a Tayoltita
Contar historias sobre su época dentro del beisbol, siempre le provocó orgullo a don Juan Manuel Ley, asegura Campos.
“La contó porque era su orgullo para él; viviendo en Tayoltita, un pueblo de Durango, donde no había beisbol, realmente, su papá veía beisbol de la Costa del Pacífico, lo veía en Mazatlán, viajaba y veía, y llegando, la Colonia norteamericana de la zona minera de Tayoltita y los pobladores veían desde atrás de una reja... y como que los gringos dijeron ‘oye, pues no tenemos contra quien jugar”, recordó.
“El Ayuntamiento tenía un equipo, pero el Ayuntamiento no tenía dinero, ¿quién puso el dinero?, pues el papá de don Juan Manuel , que era don Juan Manuel Ley Fong.
José Carlos muestra la única fotografía que existe de un jovial Juan Manuel posando con el equipo del Ayuntamiento Tayoltita.
“El equipamiento, manillas, todo eso, lo puso don Juan, porque los norteamericanos lógicamente tenían dinero para ellos; es más, a los otros dos equipos te puedo decir que don Juan también les pagó”, señala.
“Don Juan en ese equipo, él ha de haber tenido unos 15 años; 15, 16 años ha de haber tenido al jugar y según sus palabras, no era malo, lo voy a poner entre comillas ‘no era malo’, no hay box score para confirmar si era bueno o era malo, lo que sí te digo es que era muy entusiasta, él se ganaba el derecho a jugar; él trabajaba y si trabajaba, podía jugar; su papá le decía: tú trabaja, y si trabajas bien, juegas el domingo”.
El domingo, recuerda Campos, para don Juan Manuel era de fiesta.
“Era un rito sagrado ponerse el uniforme de juego, y lo hizo con mucho entusiasmo; yo creo que así se moldeó esa pasión que sentía por el beisbol, ese comerse en ansias de que ya llegara el juego, eso, como él dijo, de no me gusta perder ni a las canicas, así era y lo disfrutó mucho... si fue bueno o malo, eso no lo vamos a saber, jamás lo vamos a saber”, agregó.
“Creo que eso moldeó y solidificó en él esa parte disciplina en el beisbol, creía mucho que la disciplina del beisbol sería para el trabajo, y es bueno, porque en su vida así fue; trabajo y beisbol eran compatibles totalmente, por la disciplina”.
La vida a través del beisbol
Sería imposible entender la pasión que Juan Manuel Ley hacía evidente desde el palco de Presidente del club, cada vez que llegó para ver un juego.
“Para poder saber de qué se trataba, estuvo adentro; y tenía muchas razones, porque él vio en el beisbol la vida misma, o sea, cómo era la vida a través del beisbol, siempre aplicaba metáforas desde beisbol, su lenguaje era beisbolero, aún en sus negocios”, recuerda.
“De pronto decía ‘si vas a hacer un negocio, no vayas ponchado; te vas a ponchar si le tiras tres veces y les fallas’, o ‘no te vayas derrotado al dogaut, haz esfuerzo, sacrifícate, haz la lucha’; en los negocios él veía que se gana y se pierde, tiene que tomar su riesgo, es decir, ‘toma tu turno al bate’; él pedía en su empresa, visión, codicia; él decía ‘si pegas un hit ¿ya te vas a tu casa? No, busca el segundo, busca el tercero, en el trabajo es igual, si lograste algo bueno, logra más”.
El parador en corto
La posición que Juan Manuel Ley jugó con el Ayuntamiento de Tayoltita fue parador en corto o shorstop.
“Dijo él que alguna vez jugó primera base, pero... sí es creíble, pero creo que no le gustaba mucho esa posición. Se le hacía muy estática”, señala José Carlos.
“Es la posición más pasiva y don Juan Manuel era un hombre muy hiperactivo”.
Campos recuerda que una vez le preguntó: Oiga, don Juan, ¿y usted era el capitán del equipo?
“En aquel entonces no se usaba tanto eso del capitán... pero siendo el hijo del que patrocinaba el equipo, pues claro que yo era el capitán”, recuerda la respuesta.
En sus últimos años, Juan Manuel observaba la fotografía de aquel equipo y hacía la lucha por recordar a sus ex compañeros.
“Fue con un grupo de amigos, con los que algunos todavía tuvo comunicación después y siempre recordaban esa época, que aunque breve, intensa”, dijo.
Oye, José Carlos, ¿y don Juan Manuel Ley nunca jugó otros
deportes?
Te voy a responder como él respondía: ¿que acaso existen otros deportes?