Un acercamiento al ‘Mal de ojo, empacho y otras enfermedades tradicionales’

México posee una compleja densidad simbólica no solo en paisajes, sino también en enfermedades que constituyen una proyección histórica que va desde la Época Prehispánica hasta la era moderna

Carlos Zolla Luque, Sofía del Bosque y Antonio Tascón

Fotos: Artes de México

MÉXICO (SinEmbargo)._ En el libro Mal de ojo, empacho y otras enfermedades tradicionales, de los autores Carlos Zolla Luque, Sofía del Bosque y Antonio Tascón, nos encontramos con un estudio donde se contraponen y enriquecen dos puntos de vista sobre este tipo de padecimientos: los contenidos culturales y simbólicos de las enfermedades y su similitud científica con la sintomática médica.

Algunas de estas enfermedades o, mejor dicho, “filiaciones culturales” van desde el susto y el mal de ojo hasta la caída de la mollera y el empacho. Estas, según datos de la epidemiología de la medicina tradicional, constituyen enfermedades con alta incidencia dentro de las poblaciones pobladores de México y con una alta lealidad.

A lo largo del texto podemos observar el origen de estas enfermedades. Es decir, cómo inician, se desarrollan y se diagnostican para su posterior curación. Muchas de ellas responden a un contexto cultural de muchos años atrás.

Según los huaves de Oaxaca, las enfermedades se distinguen: enfermades de Dios, enfermedades leves, muy a menudo de carácter epidémico; narangic “hecho por alguien”, enfermedad grave producida por vicisitudes causadas por una acción humana (voluntaria o involuntario) o por un nexo con un difunto.

Según este criterio, podríamos decir que “El susto es uno de los ejemplos más notables de construcción teórica de una enfermedad que vincula estructuras orgánicas, del psiquismo inconsciente, sociales e ideológicas y en la que tanto la estrategia terapéutica cómo las formas de comportamiento del enfermo, del terapeuta y del grupo reconocen la pertinencia de todas y cada una de esas estructuras”.

$!“Mal de ojo, empacho y otras enfermedades tradicionales”.
“Mal de ojo, empacho y otras enfermedades tradicionales”. ( )

Por otro lado, podemos mencionar el mal de ojo como otra enfermedad que se presenta en repetidos espacios del mundo.

“Todas las razas humanas comparten la idea de que la mirada humana penetra o traspasa, con lo que esta creencia afirma la premisa fundamental de la superstición del mal de ojo: que la mirada lesiona o altera la realidad”.

De hecho, de todas las enfermedades cómo se explica en el texto, el mal de ojo es uno de los estados más comunes ya que, a diferencia de otros males, tiene como causa el poder de la mirada. Generalmente, la creencia supone que cualquier persona con una mirada “fuerte” “mala” o “poderosa” puede causar daño o afectar físicamente a la persona que observa de manera anímica u orgánica. Sin embargo, la enfermedad se puede dar de manera voluntaria o no, ya que la mirada despierta deseos de posesión o sentimientos de envidia sin que sea la intención principal de la persona generar dicho mal. Claro que, según algunos estudios científicos, esta afectación se da por medio de la contaminación, la cual es un elemento clave para entender la relación entre el mal de ojo y los aires.

Gastos absurdos

Para prevenir el mal de ojo, existen amuletos con la semilla de ojo de venado, ceremonias y humo de puro. De hecho, los amuletos como la obsidiana funcionan para que la vista pesada resbale en la superficie del objeto protector y así evitar la enfermedad.

En el caso del empacho el proceso es más físico o tangible y, al igual que el mal del ojo, es la enfermedad más conocida y concurrida dentro de distintos pueblos hispanoamericanos.

Los signos y síntomas del empacho se pueden agrupar de manera general en dolor de estómago, falta de apetito, lengua blanca, aliento fétido, eructo agrio y vientre inflamado.

Para su cura existen diferentes métodos tradicionales, pero el más típico es “despegar el alimento” que obstaculiza la digestión, facilitando el tránsito de las heces.

Para despegarlo se jala la piel de la espalda desde la cadera hasta la altura de los hombros. Posteriormente se ingiere un tipo de té de manzanilla o de diferentes tipos de plantas que terminan de aliviar al enfermo.

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“Mal de ojo, empacho y otras enfermedades tradicionales”. ( )

Por otra parte, hablar del “susto” es hablar del síndrome de filiación cultural, o bien, “un complejo mórbido que sólo es reconocido, diagnosticado, clasificado y tratado cómo tal dentro de las claves culturales y médicas del grupo”.

Kelly Villalva Hernández menciona que el síndrome de filiación cultural dentro de la medicina es un término de antropología médica referido a un síndrome psicosomático que se reconoce como una enfermedad que afecta a una sociedad o cultura específica.

Por lo general no existe una alteración bioquímica, orgánica o funcional de los pacientes. La enfermedad no se encuentra presente en otros grupos sociales y culturales distintos al lugar en donde esta ha sido detectada, aunque sí puede haber experiencias que tengan similitudes.

¿Quiénes pueden asustarse?

“Ante un acontecimiento repentino que nos atemoriza, en realidad, todos los sujetos somos víctimas de miedo, nos asustamos o espantamos”.

Para este tipo de padecimiento también hay varias curas, pero en su mayoría se tratan de ceremonias que requieren una ofrenda y un altar para regresarle al enfermo su alma.

Estas prácticas exigen que el paciente esté dispuesto y se traslade al sitio en donde ocurrió el susto. El curandero raya la tierra y, con símbolos y líquidos específicos como el aguardiente, se grita el nombre del paciente para hacer que vuelva.

Cuando hablamos de la caída de mollera, nos referimos a la caída de la zona blanda situada en la parte superior de los lactantes.

“El estudio de la caída del mollera presenta una dificultad esencial, ya que, desde el punto de vista de la medicina científica, la depresión de la fontanela no es sino uno de los signos clínicos característicos de la deshidratación del lactante, por lo que, con facilidad, podría proponerse que la caída de la mollera es un sinónimo de depresión de la fontanela anterior por desbalance hídrico”.

Alguno de los métodos de curación más famosos son la colocación de rodajas de tomate en el área afectada, a las que se le suele añadir azúcar, y jitomate frescos o entibiados en el comal.

$!“Mal de ojo, empacho y otras enfermedades tradicionales”.
“Mal de ojo, empacho y otras enfermedades tradicionales”. ( )

Ahora bien, la disentería es una enfermedad de la cual se tienen registros antiguos.

Carlos Viseca señala que todos los autores que hablan sobre epidemiología mexicana mencionan “la existencia de cámaras de sangre, es decir, diarrea con sangre que generalmente correspondían a cuadros disentéricos”.

En este tipo de enfermedad podemos dirigirnos a un contexto determinado. Es decir, los síntomas disentéricos casi siempre aparecen en las condiciones de vida que ofrecen los mundos subdesarrollados con todas sus características: marginación, fauna nociva y transmisora, contaminación, desnutrición, explotación de suelos y escasez de agua purificada.

Los síntomas que suelen acompañar a esta enfermedad van desde el vómito hasta el dolor, la distensión abdominal, diarreas infecciosas y la manifestación de temperatura alta.

Respecto a los individuos, la mayoría de las veces el estado general de los pacientes se caracteriza por palidez extrema, escalofrío mareos, tristeza y dolor intenso.

Los medicamentos tradicionales más usados para tratar este padecimiento son plantas botánicas medicinales, algunas de ellas muy conocidas cómo la guayaba, llantén, manzanilla y canela. Por otro lado, hay otras mezclas que se pueden administrar cómo la coca cola, la cal y el Alka- Seltzer.

A modo de conclusión y después de transitar en este viaje tanto médico cómo cultural, podemos decir que México posee una compleja densidad simbólica no solo en paisajes, sino también en enfermedades que constituyen una proyección histórica, que va desde la Época Prehispánica hasta la era moderna.

Si bien esta exploración demuestra la falta de servicios de salud dentro de algunas poblaciones, pero también el poder que tienen los médicos populares para tratar estos padecimientos.

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