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Pandemia

Cubrebocas sigue como opción para frenar contagios de Covid

En medio de la nueva normalidad –como se ha llamado al escenario pandémico a partir de 2021– las autoridades sanitarias en México y otros países evalúan qué medidas deben seguir vigentes para contener las infecciones y mantener un bajo índice de contagios, casos graves y fallecimientos por el virus SARS-CoV-2

MÉXICO._ Considerar la reducción en el número de casos de Covid-19 reportados en el país o a nivel mundial, como un elemento para suspender el uso de cubrebocas en espacios determinados, podría ser un elemento de juicio engañoso.

En medio de la nueva normalidad –como se ha llamado al escenario pandémico a partir de 2021– las autoridades sanitarias en México y otros países evalúan qué medidas deben seguir vigentes para contener las infecciones y mantener un bajo índice de contagios, casos graves y fallecimientos por el virus SARS-CoV-2.

Una de las medidas básicas es el uso de cubrebocas entre la población en general. Después del primer trimestre de 2020 y a lo largo de 2021 su uso a nivel nacional fue recomendado y opcional, con énfasis en espacios cerrados, mientras que en los estados de Nuevo León, Michoacán, Nayarit, Colima y Coahuila se estableció como obligatorio, con sanciones incluidas.

En municipios como Ecatepec, en el Estado de México, se multa con trabajo comunitario o arresto de hasta ocho horas a quien se niegue a ponérselo; mientras que en otros lugares la restricción se eliminó y hoy se permite dejar de usarlo en espacios abiertos, es el caso de la Ciudad de México y los estados de Nuevo León, Querétaro, Nayarit, Tamaulipas, Quintana Roo y Coahuila, esto desde el pasado marzo.

Las preguntas, como el mismo virus, quedan en el aire: ¿bajo qué criterios se define esa suspensión? ¿Cuál es la evidencia que la sustenta? ¿Es posible afirmar con toda seguridad que es innecesario usarlo?

La inconsistencia de las normas entre las autoridades que mantienen la orden de usar cubrebocas y las que la retiran es tanto evidente como cuestionable, al considerar que existen suficientes elementos de prueba para asegurar que es eficiente para contener la transmisión del virus y, a largo plazo, disminuir la posibilidad de que éste mute.

Por otra parte, también existe evidencia de que, en exteriores con una adecuada ventilación y distancia social garantizada, como estar a solas en un parque, la diferencia entre usarlos o no, es menor si hablamos de que el riesgo a reducir no es tan grande, pero es enorme si consideramos que la efectividad de los cubrebocas es igual en cualquier sitio.

Andreu Comas García, investigador del Cuerpo Académico de Virología de la Universidad Autónoma de San Luis Potosí (UASLP), explica que al aire libre el riesgo es menor, no es nulo, pero se reduce, por lo que el beneficio del cubrebocas es menos evidente.

Una decisión basada... ¿en qué?

En la Ciudad de México, la Secretaría de Salud local estableció las nuevas recomendaciones para el cubrebocas: uso voluntario en espacios abiertos sin aglomeraciones y con sana distancia, mantenerlo en lugares cerrados, poco ventilados y con aglomeraciones, así como entre personas mayores, inmunodeprimidos, enfermedades crónicas y casos sospechosos o confirmados de Covid-19.

La decisión es similar a las recomendaciones de los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC) de Estados Unidos, la OMS y el Centro Europeo para la Prevención y el Control de Enfermedades (ECDC, por sus siglas en inglés) de mantener su uso al aire libre cuando sea imposible mantener el distanciamiento.

El anuncio de la suspensión del cubrebocas en espacios abiertos fue retomado en medios informativos como Imagen Noticias, Nmas y Milenio, con opiniones de funcionarias y funcionarios del sector público y, de forma aleatoria, con personas entre la ciudadanía... pero sin mayor análisis que aportara evidencia científica.

Incluso, en Nayarit se informó que la decisión fue “tras el análisis que hicieron los gobiernos federal, estatal y local, así como empresarios, al desarrollar una reunión extraordinaria” sobre el tema.

Frente a este relajamiento de medidas, especialistas plantean prioridades basadas en lo que sí sabemos: “no estamos luchando entre humanos, estamos luchando contra un virus y para eso están las mascarillas y las vacunas”, afirma Ilan Shapiro, director de asuntos médicos y corresponsal en jefe para AltaMed.

En el mismo sentido, el investigador de la universidad potosina considera que es contraproducente “ver a la mascarilla (cubrebocas) como la enemiga y no al virus, (porque) tenemos razones científicas para seguir utilizándola”.

Gotas y gotitas que contagian

Como resultado del estudio del SARS-CoV-2 existe evidencia del potencial de contagio vía aérea por las gotas y microgotas que exhalamos al toser, cantar, estornudar y hablar, ante las que un cubrebocas usado correctamente puede funcionar como barrera para la propagación del virus.

Una revisión publicada en 2021 en Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS) permitió al equipo de investigación que lo realizó concluir que el uso generalizado de cubrebocas reducía la transmisión comunitaria.

En otro estudio publicado en The Royal Society Publishing se indica que en interiores “una persona que está a dos metros de alguien que tose sin mascarilla está expuesta a 10 mil veces más gotitas respiratorias que alguien que se encuentra a medio metro de distancia usando un cubrebocas básico”.

Por otra parte, una revisión sistemática financiada por la OMS y publicada en septiembre de 2021 expone que “el ARN del SARS-CoV-2 se detecta de forma intermitente en el aire en varios entornos” incluidos los espacios abiertos, lo que evidencia también la vía de contagio aérea.

En otra publicación en la revista The Lancet, el equipo de investigación determinó que existen pruebas de transmisión aérea del virus luego de documentar casos de contagio entre personas en habitaciones contiguas, así como detección del SARS-CoV-2 en filtros de aire y conductos en edificios.

Con base en datos así, en España se popularizó la “regla dos de tres”: cubrebocas, distancia y aire libre. Ante la falta de alguna de ellas, se debe cumplir con las otras dos para tener protección.

Comas García señala que estas medidas son muy importantes para evitar la circulación del virus, que son complementarias y no excluyentes, por lo que su máxima eficiencia es cuando las mezclamos, ya que el riesgo más cercano a cero es cuando están las tres.

Sí: es posible contagiarse incluso en espacios abiertos

Según estudios como un metanálisis publicado en The Journal of Infectious Diseases menos del 10 por ciento de los contagios revisados ocurrieron en espacios al aire libre. Con base en los datos analizados se determinó que la probabilidad de transmisión en interiores es 19 veces más alta que en exteriores.

Pero con todo y esos datos, en el documento se establece que “si bien la transmisión al aire libre es menos común que en interiores, no es imposible”. Luego de tal publicación, indicaron en una nota aclaratoria que el 10 por ciento mencionado, es una estimación hecha con pocos datos y que esta podría ser menor a la luz de nuevos estudios que siguen revisando.

Para la OMS existe todavía una laguna de conocimiento importante ante la falta de “estudios observacionales bien realizados y/o ensayos controlados aleatorios que exploren el uso de cubrebocas versus no cubrebocas en varios entornos (por ejemplo, interior, exterior, estado de ventilación, etc.)”.

Al respecto, Shapiro destaca que, entre más personas, más encerrados y menos aire circulante tengamos en los espacios de convivencia, tendremos mayor riesgo.

Comas García enfatiza: “aunque pensemos que el riesgo al aire libre es de 10 por ciento, se sabe que si usamos cubrebocas es de uno por ciento. Así que no usarlo incrementa 10 veces nuestro riesgo, quizá no es tanto como en interiores, pero vale la pena preguntarnos ¿para qué incrementar nuestro riesgo?”.

Y si consideramos grandes concentraciones de personas, incluso en espacios abiertos, la historia cambia: otro análisis en The Lancet comparó la incidencia de covid-19 entre asistentes de dos festivales de música en Catañula (con 18 mil y 27 mil asistentes cada uno) y no asistentes.

El dato hallado es que la asistencia a un evento masivo al aire libre durante un pico de transmisión de covid-19 se asoció con un riesgo doble de contagio covid-19, al comparar datos con quienes no asisten.

Incluso, la incidencia entre los asistentes que contaban con vacuna fue dos veces mayor que entre quienes se abstuvieron de asistir.

El semáforo como base para decidir

De acuerdo con la información que proporcionan, los gobiernos estatales que decidieron suspender el uso obligatorio de cubrebocas en espacios abiertos se basaron en los semáforos epidemiológicos.

Es decir que su recomendación parte de considerar la cantidad de casos registrados a la baja, la tendencia y gravedad de estos, así como sus implicaciones para los sistemas de salud.

Medidas como esa sustentan lo señalado por Francisco Jiménez, director del Instituto Balmis de Vacunas, en España: “cuando baje la incidencia a 50 casos por 100 mil habitantes, es cuando podemos empezar a pensar en eliminar el uso de la mascarilla en lugares cerrados”.

Al respecto, Comas García, investigador de la Universidad Autónoma de San Luis Potosí, considera que ese umbral expuesto por el médico español debe evitar ser extrapolado a todo el mundo.

“Sobre todo en México donde el subregistro promedio de cada caso es de 30. (Esto) quiere decir que si detecto 50 casos por cada 100 mil habitantes, en realidad estoy teniendo mil 500 por cada 100 mil”.

De hecho, detener la transmisión comunitaria es uno de varios requerimientos mínimos para olvidar los cubrebocas. En el caso de transmisión en infecciones virales respiratorias parar el contagio significaría, según el investigador, “tener tres semanas consecutivas sin registro de casos”.

Además de eso, se necesitan mecanismos “para evitar que lleguen nuevos casos, como detección de infecciones y una alta tasa de vacunación, del 90 por ciento”.

Ante un eventual escenario de la recomendación de usar o dejar de usar cubrebocas acorde a los índices de contagios tanto Comas García como Shapiro expresan su preocupación.

“El virus pasa de humano a humano, somos la fábrica más importante que tiene, al momento que vemos esto en contexto, ya sabemos cómo defendernos, si decidimos o no hacerlo es otro debate”, expone Shapiro.

“Independientemente de lo que hagan otras personas o lo que pase en otros lados –agrega-, tenemos que reflexionar en qué puedo hacer para cuidarme a mí, a mi familia y a mi comunidad; parte de eso es utilizar más barreras entre nosotros y el virus, si tú sientes que necesitas en este momento el cubrebocas, póntelo”.

¿Qué pasa si hay más personas vacunadas?

Ante la cobertura de vacunación, un grupo de investigación hizo una simulación -publicada The Lancet en abril de 2022- para cuestionar si la inmunización relajaría medidas como el uso de cubrebocas y cuáles serían las consecuencias.

En todos los escenarios comparados, el equipo halló que fue mejor mantener el uso de los cubrebocas.

Ejemplo de ello es que con un modelo de vacunación del 80 por ciento de su población manteniendo el uso de cubrebocas se podrían evitar hasta 29 millones de casos, 138 mil 600 admisiones hospitalarias y tratamientos, y costos sociales por 14.6 millones de dólares.

Comas García indica que además de estas simulaciones computacionales, debe considerarse el ejemplo de Europa: retiraron la obligación del cubrebocas dos veces y en ambas ocasiones tuvieron rebrotes.

Aún con las vacunas, explica, el rebrote causa un gasto económico por consultas, medicamentos y estudios e incapacidades médicas; además, suben los casos de covid largo y, al perpetuar a la transmisión, estoy forzando a que surja una variante de escape”.

Y ahí está el mayor riesgo: “el virus se va a encontrar un panorama de transmisión continua sin uso de cubrebocas y altas tasas de inmunidad contra diferentes variantes y vacunas, lo que va a obligar a que dé un salto tan grande como fue de delta u Ómicron”.

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