"Todos los hombres fuertes del Presidente"
Peter Eisner
“¿Envió cocaína a Estados Unidos?”.
“¡Jamás, jamás, jamás!”, respondió el hombre vestido con mono anaranjado.
Era 1995, y me encontraba en una prisión federal de Miami, entrevistando al General Manuel Antonio Noriega dentro de una celda claustrofóbica. El hombre fuerte panameño era más pequeño de lo que recordaba cuando traté -sin éxito- de hablar con él unos años antes, en Panamá. En nada se parecía al asesino con machete que Estados Unidos presentaba al mundo.
En marzo, recordé aquel encuentro al enterarme de que Noriega había entrado en coma después de una cirugía cerebral en un hospital de Ciudad de Panamá (sigue conectado a un respirador artificial y en condición crítica). Tras nuestra entrevista en la prisión, Random House me contrató para recoger sus memorias en un libro, y lo que emergió fue menos una historia sobre Noriega que un relato admonitorio sobre un Presidente estadounidense que engañó al país con fines políticos.
Después de casi un año de entrevistas en la cárcel de Miami, Random House publicó las memorias, America’s Prisoner. La editorial pagó honorarios fijos por mi trabajo, y no tuve conexión financiera alguna con Noriega. Por mi cuenta, evalué la información que él revelaba y proporcioné más de 70 páginas de análisis de las políticas estadounidenses que condujeron a la invasión. Para resumir su visión de lo ocurrido, Noriega dijo, simplemente: “Tienes que crear un problema para resolverlo”.
El General panameño pasó parte de su carrera militar en la nómina de la CIA. Como estudiante, fue informante a sueldo de actividades izquierdistas. Más tarde, en la década de 1970, como jefe de inteligencia de su mentor, el General Omar Torrijos, Noriega se ganó la confianza de la CIA y su ex director, George H. W. Bush. Y en 1983, como líder supremo de Panamá, Noriega ayudó a que Estados Unidos evitara un conflicto mayúsculo con Cuba durante la invasión naval de Granada, actuando como intermediario del Presidente Ronald Reagan y Fidel Castro.
La amistad de Noriega con Estados Unidos comenzó a flaquear y, luego, colapsó, cuando Reagan y Bush persiguieron una política anticomunista en América Central, brindando ayuda militar y financiera a los gobiernos de derecha y a los “combatientes por la libertad” contra las guerrillas de izquierda de El Salvador y Guatemala, y los Sandinistas de Nicaragua. El General se negó a colaborar. Esos fueron los años del teniente coronel de la Marina Oliver North y su campaña abortiva para financiar insurgentes nicaragüenses -los contras- con dinero obtenido mediante la venta de armas a Irán. Aquel escándalo, conocido como el asunto Irán-Contras, casi acabó con la Presidencia de Reagan.
Para fines de los años 80, hacia el final de la Guerra Fría, el segundo periodo de Reagan se encontraba muy avanzado. Y el Mandatario enfrentaba también el surgimiento de los cárteles de cocaína sudamericanos, a veces combinados con comunistas y narcos. En determinado momento, declaró: “Los pueblos latinos, por millones”, podrían terminar huyendo del comunismo en el sur y amenazar la patria estadounidense (pero ni siquiera Reagan abogó por un muro). “En vez de hablar de una cerca –dijo-, ¿por qué no tratamos de resolver nuestros problemas mutuos?”.
En 1989, la Presidencia saliente de Reagan acusó a Panamá de ser un punto de tránsito importante para los embarques de cocaína destinados a Estados Unidos (entonces -como ahora- la mayor parte de la cocaína entraba en el país del norte a través de otros países centroamericanos y México). Ese mayo, cuatro meses después de que Bush llegara a la Presidencia, Panamá celebró elecciones presidenciales. Aunque los votantes acudían a las urnas cada cinco años, las fuerzas armadas habían controlado el gobierno desde el golpe de Estado de 1968. Noriega anuló la elección cuando el candidato respaldado por Estados Unidos resultó ganador.
Noriega tenía motivos para creer que podía manipular la votación sin consecuencias. La Presidencia de Reagan no protestó cuando, en la elección anterior (1984), el candidato presidencial de Noriega, Nicolás Barletta, fue declarado vencedor por un margen muy estrecho. El candidato que llevaba la delantera, el ex Presidente Arnulfo Arias, había sido depuesto en tres ocasiones (a menudo, con el apoyo de Estados Unidos) y resultaba incómodo a Washington debido a su sentir pronazi durante la Segunda Guerra Mundial. A pesar de las acusaciones de fraude electoral, el Secretario de Estado George Shultz y el ex Presidente Jimmy Carter -quien, como observador oficial de la elección, criticaría después la corrupción de Noriega- asistieron a la investidura de Barletta.
En el otoño de 1989, la incapacidad de Bush para lidiar con Noriega contribuyó a su baja aprobación: proyectaba un aura de debilidad que lo persiguió durante años. En 1980, William Loeb, editor de derecha del New Hampshire Union Leader, se había burlado de Bush retratándolo como “un cobarde incompetente”, y el apelativo persistió. Sus opositores políticos solían referirse a su pasado en universidades de élite, implicando que era incapaz de tomar acciones militares firmes. Ahora, Noriega desafiaba a Estados Unidos, y el término “cobarde” volvía a salir en los diarios. El 20 de diciembre de 1989, Bush envió 25 mil soldados a Panamá.
Bush justificó la invasión -de nombre código Operación Causa Justa- argumentando la seguridad nacional. Dijo que Noriega era un traficante de drogas que había declarado la guerra a Estados Unidos, amenazando las vidas de estadounidenses radicados en Panamá y que, además, ponía en peligro la seguridad del Canal de Panamá. Nada de lo cual resultó cierto. Noriega no amenazaba a Estados Unidos, y un ataque panameño en el canal ni siquiera era posible. Incluso sin una invasión, Estados Unidos mantenía bases de la Fuerza Aérea y la Armada pues, bajo el Tratado del Canal de Panamá, firmado en 1977 por Carter y Torrijos, Estados Unidos era responsable de la seguridad en la Zona del Canal (área que rodea la vía navegable) hasta el 31 de diciembre de 1999.
Como corresponsal de Newsday en América Latina, trabajé en Panamá antes, durante y después de la invasión. Estados Unidos gastó cientos de millones de dólares para atacar un país que ofrecía poca resistencia. A varios kilómetros de la ciudad, bombarderos stealth de miles de millones de dólares atacaron un aeropuerto panameño para acabar con una minúscula fuerza aérea que ni siquiera tenía aviones allí. Los residentes de Ciudad de Panamá estaban preparándose para celebrar la Navidad cuando las bombas estadounidenses acribillaron el infortunado barrio próximo a la sede militar de Noriega, desatando incendios que cobraron las vidas de cientos de personas. La policía y el Ejército de Panamá fueron disueltos, muchos criminales escaparon de prisión, y hubo incontables saqueos por toda la ciudad.
Todo terminó en menos de dos semanas. Murieron más de 20 soldados y tres civiles estadounidenses, mientras que la cuenta de bajas panameñas oscilaba de 300 a más de 2 mil, en su mayoría civiles. En cierta ocasión, durante un viaje de trabajo, vi un torso humano carbonizado en un auto quemado, y un montón de cadáveres pudriéndose en una sala abierta de la morgue de la ciudad. Más tarde, luego de que los soldados estadounidenses atacaron una academia militar, vi los sesos de los jóvenes cadetes embarrados en las paredes.
La prensa estadounidense aprobó la invasión a regañadientes.
“El señor Bush no estaba forzado a actuar”, comentó un editorial de The New York Times la mañana siguiente, “pero estuvo justificado al hacerlo... El Presidente actuó en respuesta a amenazas reales”.
Bush obtuvo lo que quería: no mucho después, sus cifras en las encuestas comenzaron a escalar.
En entrevistas, antes, durante y después del conflicto, funcionarios civiles y militares estadounidenses me dijeron que la invasión no tuvo justificación alguna. Un alto funcionario de la Administración para el Control de Drogas dijo que Noriega apoyó jurídicamente la guerra contra las drogas y protegió las vidas de los agentes estadounidenses. Antes de la invasión, un ex jefe de estación de la CIA en Panamá dijo a diversos funcionarios que, probablemente, podría convencer a Noriega de renunciar al poder sin dar pelea. No le permitieron intentarlo.
Otros funcionarios estadounidenses clave renunciaron para no intervenir en la guerra. El General Frederick Woerner Jr., destacado en Panamá como director del Comando Sur de Estados Unidos, dejó su cargo unos meses antes. El Almirante William Crowe, presidente del Estado Mayor Conjunto, también renunció.
Algunos actores clave implicados en la invasión desempeñarían papeles importantes en la Guerra de Irak, en 2003. Dick Cheney era Secretario de la Defensa en aquellos días, Colin Powell sustituyó a Crowe como presidente del Estado Mayor Conjunto y Elliott Abrams fue el funcionario del Departamento de Estado que dirigió el ataque contra Noriega.
Diez días después de la invasión, las fuerzas estadounidenses capturaron a Noriega en la Embajada vaticana, y mariscales estadounidenses lo llevaron encadenado a Miami. Entonces, los funcionarios del Departamento de Estado de Bush se dieron cuenta de que necesitaban una justificación para capturar y encarcelar a un líder militar extranjero. Así que desempolvaron una acusación de 1988 que sugería una relación criminal entre Noriega y Castro. Más tarde, abandonaron ese cargo y decidieron crear acusaciones más específicas vinculando a Noriega con el Cártel de Medellín.
En 1992, Noriega fue juzgado y condenado por ocho cargos de conspiración y tráfico de drogas en una corte federal de Miami. Su sentencia de 40 años fue reducida a 10 años después de que un ex jefe de estación de la CIA y un ex Embajador estadounidense declararon a su favor.
Para entonces, yo había empezado a investigar su historia y encontré más que una duda razonable de su culpabilidad. El gobierno procesó el caso con el testimonio de 26 narcotraficantes convictos que se declararon culpables para salir de prisión, y en algunos casos, conservaron sus ganancias de las drogas. Uno de ellos fue Carlos Lehder, un neonazi de Colombia, y por entonces, el traficante más importante jamás capturado por Estados Unidos. Lehder nunca conoció a Noriega, como tampoco alguno de los otros traficantes que declararon en su contra.
El juez de distrito William Hoeveler, quien ventiló el caso, me invitó a su casa tras la condena y sentencia de Noriega, para una serie de charlas inusuales en las que manifestó inquietud por la manera como el juicio y el veredicto serían juzgados por la historia.
“Al final, espero que podamos afirmar que se hizo justicia”, dijo.
Hoeveler y otros funcionarios estadounidenses se consolaron con la idea de que, si bien la condena por drogas fue cuestionable, Noriega era, claramente, un asesino.
No obstante, otras fuentes entrevistadas plantearon interrogantes difíciles sobre un cargo en su contra. En 1993, Noriega fue condenado in absentia en Panamá por conspiración en el asesinato de Hugo Spadafora, en 1985, un protegido político que se convirtió en su opositor. Un elemento crítico de la evidencia fue que la Agencia Nacional de Seguridad (NSA, por sus siglas en inglés) había interceptado una comunicación telefónica remota en la que Noriega, presuntamente, ordenó el homicidio: “¿Qué haces con un perro rabioso?... Le cortas la cabeza”.
Múltiples fuentes estadounidenses me dijeron que dicha intercepción no existió. Afirman que, en aquellos días, la NSA no tenía la capacidad para captar comunicaciones entre Noriega -quien se encontraba en Francia cuando murió Spadafora- y sus secuaces en la selva panameña. Determiné que las acusaciones fueron inventadas, en parte, por el columnista y escritor panameño Guillermo Sánchez Borbón, quien reconoció que no podía citar fuente alguna para hablar del asesinato de Spadafora en un libro, Time of Tyrants (Tiempo de tiranos), coescrito con un expatriado estadounidense, Richard Koster.
“Es un libro político, no histórico”, explicó Sánchez Borbón. “Tiene imprecisiones”.
Noriega purgó más de 20 años tras las rejas en Estados Unidos, luego en Francia y, por último, en Panamá, país que obtuvo su extradición en 2011. No digo que no cometiera crímenes, incluidos asesinatos, aunque me dijo que cualquier homicidio bajo su mandato ocurrió en el transcurso de operaciones militares. Tampoco digo que nunca permitió que distribuyeran drogas en Panamá, y ni afirmo que fuera un líder preclaro. Solo puedo decir que los cargos en su contra por parte de Estados Unidos fueron muy inconsistentes. También concluyo que, cualquiera que haya sido el grado de culpabilidad de Noriega, era un asunto que debía determinar Panamá, no Estados Unidos.
Publicado en cooperación con Newsweek / Published in cooperation with Newsweek
General Manuel Antonio Noriega
- Llamado el hombre fuerte de Panamá, fue líder castrense y gobernante de facto de ese país de 1983 a 1989, manipulando incluso las elecciones presidenciales.
- Pasó parte de su carrera militar trabajando para la CIA.
- En la década de los 70, como jefe de inteligencia de su mentor, el General Omar Torrijos, Noriega se ganó la confianza de la CIA y su ex director, George H. W. Bush, quien después fue el precisamente el Presidente estadounidense que invadió Panamá y lo acusó de narcotráfico.
- En 1983, como líder supremo de Panamá, Noriega ayudó a que Estados Unidos evitara un conflicto mayúsculo con Cuba durante la invasión naval de Granada, actuando como intermediario del Presidente Ronald Reagan y Fidel Castro.
- Durante su régimen en Nicaragua se celebraron cuestionadas elecciones, en las que ganaba el candidato cercano a Noriega.
- En 1989, Estados Unidos invadió Panamá y detuvo a Noriega, acusándolo de vínculos con el Cártel de Medellín.
- En 1992 fue juzgado condenado en EU a una pena de 40 años, la cual luego se disminuyó a 20 años.
- En 2010 fue juzgado por la justicia francesa a siete años de cárcel por blanquear dinero del narcotráfico.
- Se le concedió la libertad condicional en septiembre de 2011, dado que prácticamente ya había cumplido su condena.
- En septiembre de 2011 fue extraditado a Panamá.
- En enero de este año se le concedió prisión domiciliaria provisional durante tres meses debido a que padece un tumor cerebral.
- El 15 de febrero 2017 fue operado, y desde entonces permanece en coma.
- Mañana 28 de abril vence el plazo de los tres meses concedidos, por lo que debería volver a prisión.
Conflicto con EU
- En 1989, la Presidencia saliente de Ronald Reagan acusó a Panamá de ser un punto de tránsito importante para los embarques de cocaína destinados a Estados Unidos.
- En mayo de 1989, cuatro meses después de que George H. W. Bush llegara a la Presidencia, Panamá celebró elecciones presidenciales. Aunque los votantes acudían a las urnas cada cinco años, las fuerzas armadas habían controlado el gobierno desde el golpe de Estado de 1968. Noriega anuló la elección cuando el candidato respaldado por Estados Unidos resultó ganador.
- En el otoño de 1989, la incapacidad de Bush para lidiar con Noriega contribuyó a su baja aprobación.
- El 20 de diciembre de 1989, Bush envió 25 mil soldados para invadir Panamá, bajo la justificación de la seguridad nacional.
- Estados Unidos acusó a Noriega de ser un traficante de drogas que había declarado la guerra a Estados Unidos, amenazando las vidas de estadounidenses radicados en Panamá y que, además, ponía en peligro la seguridad del Canal de Panamá.
- Esa invasión, para muchos incluso dentro del Gobierno de EU, injustificada, provocó la muerte de cientos de personas en Panamá en las dos semanas que duró.
- Después de la invasión, las cifras de aprobación de Bush comenzaron a subir.
- Diez días después de la invasión, las fuerzas estadounidenses capturaron a Noriega en la Embajada vaticana, y mariscales estadounidenses lo llevaron encadenado a Miami.
- El Gobierno de Estados Unidos acusó a Noriega de tener vínculos con el Cártel de Medellín.
- En 1992, Noriega fue juzgado y condenado por ocho cargos de conspiración y tráfico de drogas en una corte federal de Miami. Su sentencia de 40 años fue reducida a 10 años después de que un ex jefe de estación de la CIA y un ex Embajador estadounidense declararon a su favor.
- El gobierno procesó el caso con el testimonio de 26 narcotraficantes convictos que se declararon culpables para salir de prisión, y en algunos casos, conservaron sus ganancias de las drogas.
- En 1993, Noriega fue condenado in absentia en Panamá por conspiración en el asesinato de Hugo Spadafora, en 1985, un protegido político que se convirtió en su opositor. También de esta acusación se dijo que había elementos débiles para sustentarla.
- Noriega purgó más de 20 años tras las rejas en Estados Unidos, luego en Francia y, por último, en Panamá, país que obtuvo su extradición en 2011.
“Tienes que crear un problema para resolverlo”.
General Manuel Antonio Noriega
Recluido por EU tras ser el hombre fuerte de Panamá
Irán-contras
En los 80, las administraciones de los presidentes Ronald Reagan y George H. W. Bush persiguieron una política anticomunista en América Central, brindando ayuda militar y financiera a los gobiernos de derecha y a los “combatientes por la libertad” contra las guerrillas de izquierda de El Salvador y Guatemala, y los Sandinistas de Nicaragua. Esos fueron los años del teniente coronel de la Marina Oliver North y su campaña abortiva para financiar insurgentes nicaragüenses -los contras- con dinero obtenido mediante la venta de armas a Irán. Aquel escándalo, conocido como el asunto Irán-Contras, casi acabó con la Presidencia de Reagan.