"Adiós, querido don Joel"

"Muere uno de los periodistas fundadores de Noroeste Mazatlán y su director editorial durante más de una década"
07/03/2019 14:12

Ariel Noriega

Joel Díaz Fonseca fue un gran periodista, pero sin duda alguna fue una mejor persona.

Periodista, humanista, creyente y un gran padre de familia, Díaz Fonseca murió ayer miércoles por la mañana. Y murió sin grandes aspavientos, sin hacer ruido, como le gustaba vivir: cerca de todo, pero lejos de todos. 

Fundador de Noroeste Mazatlán, recorrió todos los puestos dentro de una Redacción, hasta que se jubiló como director editorial, en 2013.

 Fallece Joel Díaz Fonseca, director editorial jubilado de Noroeste Mazatlán

Desde entonces mantuvo su columna semanal y desde ahí siguió ejerciendo el periodismo, el que más le gustaba: el crítico. Su historia es la de un hombre de su tiempo, observador agudo del acontecer nacional y gran amigo de los periodistas a su cargo.

Hablaba de música y de libros, y le gustaba recordar su infancia, en el estado de Colima. Se sentaba igual en unos tacos o en un gran restaurante, y fue generoso para compartir sus conocimientos y para ayudar a cualquier en problemas.

Rodolfo Díaz Fonseca (Defensor del Lector), el sacerdote Rafael Martínez y Joel Díaz Fonseca, en las instalaciones de Noroeste Mazatlán.

 

Una vida junto al mar 

El mar siempre jaló a Joel Díaz Fonseca, aunque nació en 1952 en la ciudad de Colima, vivió la mayor parte de su vida entre Manzanillo y Mazatlán. Vivió un México de otro siglo, cuando los jóvenes tocaban la mandolina y la guitarra y pertenecían a estudiantinas que cantaban en coro.

  La voz crítica pese a la adversidad, la opinión de Joel Díaz Fonseca sobre Noroeste

De su infancia recordaba el puerto de Manzanillo y a una enorme familia de siete hermanos, donde no siempre abundaba el dinero.

Elegante el día de la boda de su hijo Joel.

 

Firme creyente de la fe católica, dos de sus hermanos se convertirían en sacerdotes, Joel también analizó la idea de convertirse en párroco. Incluso, ingresó en el Seminario de Colima, donde estudió la primaria y la secundaria, y de ahí viajó a Sinaloa, donde definiría el rumbo de su vida.

Aterrizó en Los Mochis, donde decidió que no iba a ser sacerdote, vivió en Culiacán donde definió su carrera como periodista, y terminó en Mazatlán, donde conocería a la compañera de su vida, Gloria López, con quien fundaría una hermosa familia.

 

En Mazatlán 

Contaba don Joel de su llegada a Mazatlán como corresponsal de Noroeste Culiacán, y lo duro que fue convencer a los mazatlecos de que harían un periódico del puerto y no una extensión de la capital de Sinaloa.

Manlio Tirado (qepd) y Joel Díaz Fonseca bromean durante el aniversario 40 de Noroeste.

Llegó como corresponsal, cuando todavía no existía Noroeste Mazatlán, así que sonriendo decía que él había llegado antes incluso que el periódico.

Un día de finales de los años 70, Guillermo Osuna Hi y su esposa lo invitaron a una graduación en el Club Deportivo Muralla, ahí le presentaron a Gloria, su querida compañera. Ella era maestra de literatura en El Colegio del Pacífico, él era reportero.

Con ella formaría una familia con tres hijos, todos a su imagen y semejanza, íntegros, valiosos y tercos.

Su terquedad era legendaria, a lo que no le gustaba no le dedicaba un segundo, y lo malo es que los hospitales y los doctores estaban en su lista negra.

Joel Díaz Fonseca, con el amor de su vida, su esposa Gloria López.

El dolor más profundo lo vivió en 2012, cuando vio morir a su hijo Joel, devastado por un cáncer fulminante. Sólo su amor a Dios y su mujer le dieron la fuerza necesaria para sobrevivir, pero ya nunca fue el mismo. Ahí vivió su primera muerte.

Su cuerpo de cemento armado resintió la tragedia, lo comenzaron a visitar las enfermedades de manera recurrente, y él apenas visitaba a un médico. Le gustaba prometer que haría ejercicio, pero pocas veces se puso unos tenis.

El martes fue “a consulta”, después de mucha insistencia. Presentaba problemas para respirar, pero los médicos ya no lo dejaron regresar a su casa, tenía edema pulmonar y tres arterias tapadas.

 

La Redacción

Por la Redacción de un periódico pasa mucha gente, pero don Joel siempre estaba.

Era tan duro para con los demás a la hora de faltar al trabajo, como con él mismo. Los periodistas que lo tuvieron de jefe recuerdan que si le pedían el día libre, les contestaba que al trabajo no se faltaba, a menos que llegaran a la redacción con el ataúd por un lado.

Y predicaba con el ejemplo, nunca faltaba a trabajar, y tenía la capacidad para regañar a alguien sin lastimarlo, lo que le permitía ser jefe y amigo de sus colaboradores.

Le gustaba comer en la calle y generalmente invitaba a editores y reporteros, y jamás dejó que alguien pagara por él, siempre se encargaba de la cuenta.

Era tan desprendido de las cosas materiales, que no faltó quien quisiera aconsejarlo, pero fruncía el ceño y soltaba alguna anécdota que cambiaba la plática.

Su integridad fue reconocida en todo el ámbito periodístico de Sinaloa y más allá, jamás fue amigo de los políticos, ni utilizó el puesto para beneficiarse, y siempre se preocupó por no lastimar a alguien cuando escribía.

Le molestaban los políticos transas y llegó a cerrar las páginas del periódico a aquellos que intentaban quedarse con un espacio para lucrar políticamente. Se había jubilado en el 2013, se había cambiado de casa y disfrutaba de su nuevo hogar, bajando música de la red.

Era un melómano consumado, recordaba cualquier canción de la época de los tríos y de muchos otros estilos y cantaba. Se murió don Joel, el guardián de la Redacción y un hombre que amaba la vida.

Se murió con la suya, era muy terco y no le gustaban los hospitales ni los doctores, así que rara vez se realizaba algún chequeo, pero cantaba canciones de Manzanero y los tríos de su tiempo, y a su lado uno sentía que estaba junto a un hombre bueno.